45 años de la primera Cincomarzada de la democracia: de Macanaz al Tío Jorge para evitar a ‘los grises’
Se cumplen 45 años de la recuperación de una fiesta popular que estuvo prohibida durante la dictadura y que tiene su origen en un episodio de resistencia ciudadana de 1838.
Un año más, Zaragoza celebra su Cincomarzada, la gran fiesta popular nacida del movimiento social que se recuperó tras la dictadura, pero que tiene su origen en el levantamiento ciudadano para evitar la toma de la capital aragonesa por los carlistas en 1838.
Se trata de “la única y mayor celebración laica oficial en la ciudad y de la que no existen precedentes en otras partes de España”, asegura Raúl Gascón, vicepresidente de la Federación de Barrios de Zaragoza (FABZ), entidad organizadora de este día.
Este año, la Cincomarzada cumple 45 años desde que fue recuperada, en 1979, después de que estuviese prohibida su celebración durante la dictadura. Sin embargo, la fiesta viene de atrás.
La resistencia ciudadana, germen de la celebración
En 1833 el rey Fernando VII muere sin descendencia masculina y su hermano, Carlos María Isidro, reclama su derecho al trono frente al de su sobrina, Isabel II, entonces una niña. Comienzan así las Guerras Carlistas, -así se denominaba a quienes apoyaban al infante Carlos- que se suceden por nuestro país durante el siglo XIX.
En ese contexto, el 5 de marzo de 1838, las tropas carlistas llegaron a las inmediaciones de Zaragoza, donde se apoyaba a Isabel, y trataron de tomar la ciudad por sorpresa. Los zaragozanos reaccionaron con fuerza para apoyar a los milicianos isabelinos que trataban de defender la villa y, durante todo un día, hubo combate interno en puntos como la actual Plaza de España o el Coso. Dado que los zaragozanos no cejaron en su defensa de la ciudad, los carlistas se retiraron.
Desde el año siguiente, 1839, el Ayuntamiento declaró el 5 de marzo como día festivo, y se tomó la costumbre de ir a merendar a la arboleda de Macanaz y junto a la desembocadura del Gállego. HERALDO recordaba cómo celebraban los zaragozanos este día a principios del siglo XX. “La fiesta llegó a ser muy popular antes de la Guerra Civil. La gente acudía a las Balsas del Ebro Viejo, a la arboleda de Macanaz, a otros espacios sombreados y próximos y allí bailaba, cantaba y comía a la intemperie”.
Aunque tuvo sus interrupciones por los cambios de gobierno en el XIX, desde 1875 se celebró de manera permanente hasta 1937 cuando el Ayuntamiento franquista la prohibió. En 1979, la recién creada Federación de Barrios de Zaragoza tomó como una de sus primeras decisiones, la recuperación de la Cincomarzada como fiesta popular y reivindicativa, vinculada a los movimientos sociales que se habían gestado y habían crecido durante los últimos años de dictadura para ver la luz, definitivamente, con la llegada de la democracia.
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La primera Cincomarzada democrática
Sin embargo, retomar una fiesta prohibida por las autoridades y olvidada por muchos ciudadanos no fue fácil. Los promotores tuvieron incluso que hacer una labor didáctica y explicar el hecho histórico de lo que se proponían recuperar. Una vez decididos “los asistentes, apenas una treintena, habían quedado a las ocho y media de la mañana en las arboledas de Macanaz. Algunos de los protagonistas confesaban el carácter improvisado y minoritario del acto”, escribe el historiador Raúl Alberto Mayoral Trigo en su artículo: ‘Una fiesta resucitada: la reaparición de la Cincomarzada en los inicios de la transición democrática’, publicado por la Institución Fernando el Católico.
HERALDO también se hizo eco de la cita y el día 3, víspera de la celebración, publicaba: “La Federación de Asociaciones de Barrio de Zaragoza ha organizado para mañana, domingo, una serie de actos para conmemorar una fiesta que estaba siendo olvidada y que no se celebraba desde hacía muchos años: la fiesta de la Cincomarzada. La federación invita a todos los zaragozanos a que acudan a la arboleda de Macanaz, donde se desarrollarán una serie de actos desde las once de la mañana y entre los que cabe incluir charangas y juegos, así como una comida campestre”.
Un pequeño folleto explicaba las razones de la fiesta: “Queremos recobrar para la memoria popular una fiesta hoy olvidada y cuyas raíces tienen un carácter progresista, que celebraba la lucha del pueblo zaragozano por su libertad. Pretendemos también recobrar para la ciudad el Casco Viejo, impedir que se convierta en una zona de especulación y lograr que su uso sirva de unidad a los vecinos de todos los barrios”, continuaba.
Con este anuncio en las páginas del diario, cuando los promotores de la jornada llegaron a Macanaz “se encontraron con una abundante presencia policial, así que alguien sugirió la posibilidad de trasladar la fiesta al parque del Tío Jorge, donde solían jugarse partidos de fútbol las mañanas del domingo. Allí se dirigieron los participantes, sentando sin saberlo las bases para el que sería desde entonces y durante muchos años, lugar de celebración de la fiesta”, señala Mayoral.
“Alguien dice que en el parque del Tío Jorge hay mucha gente porque se celebran varios partidos de fútbol, y allí se fueron con las garrafas, las calderetas y las pancartas. Los grises se perdieron por el camino, y allí se celebró”, recuerdan en la FABZ.
En los 80, fiesta oficial
“La fiesta ‘resucitada el año pasado’, volvió a celebrarse en 1980 ahora ya en el parque del Tío Jorge, aunque de nuevo en una fecha extraordinaria, puesto que el 5 volvió a ser laborable y hubo que trasladar los actos al domingo 9”, describe Raúl Mayoral en su artículo. “Tuvimos que esperar hasta 1982 cuando el Ayuntamiento la estableció como fiesta local oficial y a partir de entonces el día fue festivo en la ciudad”, añade Raúl Gascón.
“La Federación de Asociaciones de Barrios procedió a montar unos chiringuitos, que estuvieron muy concurridos a lo largo del día, donde se despachaban morcillas y chorizos, acompañados de vino de la tierra; diversos espectáculos de animación contribuyeron a realzar el ambiente festivo, especialmente entre la chiquillería, que disfrutó así con las representaciones de magia y de guiñol, con las actividades creativas de pintura o confección de marionetas; con las charangas que recorrían las alamedas del parque seguidas de una gran multitud”, describió HERALDO el 6 de marzo de 1982.
Años de reivindicaciones básicas
Son años de las reivindicaciones más elementales en los barrios. “Más que reivindicaciones, eran necesidades porque había una carencia total de todo. Había calles sin asfaltar y viviendas a las que no llegaba el agua corriente”, señala Gascón. El alumbrado de las vías y el tratamiento de los vertidos domésticos eran otras de las necesidades de esa época, además de la construcción de colegios y centros de salud.
Con el paso de los años, las reivindicaciones fueron ampliándose: los barrios pedían mejoras de servicios y nuevas infraestructuras como centros culturales, de mayores, piscinas, transporte público y parques.
En los 90 “ningún problema ciudadano le es ajeno: el trasvase del Ebro, la oposición a la base americana, el rechazo a la mili y el apoyo a los insumisos, los derechos de la mujer, la atención a los nuevos inmigrantes que empiezan a llegar, la oposición a la guerra del Golfo, la defensa de la sanidad pública”, recuerdan en FABZ. En la actualidad, “las reivindicaciones son más locales, cada barrio tiene las suyas propias. Han ido evolucionando pero el espíritu de esa fiesta popular, que nace del movimiento social, permanece”, insiste Gascón.
El parque Tío Jorge, punto neurálgico
“De las 46 ediciones de la Cincomarzada, alrededor de 40 se han hecho en el parque Tío Jorge”, confirma el vicepresidente de FABZ. Vadorrey, Macanaz, el parque de la Expo y la Almozara han sido otras de las ubicaciones puntuales que ha tenido la fiesta.
Y también ha habido ocasiones en las que se ha suspendido. “Ha habido años que no se ha podido celebrar por el viento, las lluvias o las crecidas del Ebro. En 2006 tuvo lugar un hecho trágico y una mujer falleció por la caída de una rama, por lo que ahora se suspende siempre que el cierzo supere los 60 kilómetros por hora”, asegura.
En cuanto al modo de celebrar también ha habido cambios con el paso del tiempo. “Los primeros años, cada entidad traía su propia comida para compartir. Después comenzaron a montar sus puestos y a hacer calderetas. Más tarde se instalaron barras con venta al público de bebida y comida para ayudar en la financiación de cada entidad y desde hace unos 5 años a esta parte, tenemos que cumplir unos requisitos sanitarios por lo que muchas entidades que no pueden montar barra. Sin embargo, tenemos que adaptarnos”, confirma Gascón.
Y recuerda que “este año estuvimos a punto de no celebrarla porque los recursos que nos aporta el Ayuntamiento no son suficientes para organizar la programación, alquilar baños portátiles o vallar la zona del lago. El año que viene pediremos un mayor esfuerzo al Ayuntamiento”, anuncia.
