Las víctimas de ETA advierten de que se está "mancillando" su memoria en el 37 aniversario del atentado de San Juan de los Panetes

Instan a luchar para que los más jóvenes sepan lo sucedido "sin adornos".

Claveles blancos frente al muro conmemorativo en San Juan de los Panetes
Claveles blancos frente al muro conmemorativo en San Juan de los Panetes
Guillermo Mestre

El recuerdo al comandante ingeniero del Ejército de Tierra Manuel Rivera Sánchez y al conductor Ángel Ramos Saavedra, asesinados hace 37 años por ETA en el atentado de San Juan de los Panetes –en el que resultaron heridas otras 40 personas–, ha estado marcado por la crispación política que se vive a nivel nacional y las críticas a Pedro Sánchez por las "cesiones" a EH Bildu.

"La memoria de las víctimas está siendo mancillada y utilizada como moneda de cambio para fines políticos. No podemos admitir que se manipule la historia y se olvide lo sucedido. Debemos luchar para que las nuevas generaciones sepan lo que ocurrió sin tapujos ni adornos", ha dicho Maribel Franco, viuda del coronel José María Martín Posadillo –asesinado por los etarras Henri Parot y Jacques Esnal–, y delegada durante 14 años de la Asociación de Víctimas del Terrorismo.

También Lucía Ruiz, actual portavoz del colectivo, ha asegurado que las víctimas tienen a día de hoy "una sensación de indefensión y derrota total". "Bildu sigue siendo un partido clave en la gobernabilidad de este país y sigue sin condenar el terrorismo. Pero hay algo preocupante que pasa más desapercibido: los terroristas y sus herederos nos están ganando la batalla. Recientemente, el candidato a lehendakari por Bildu aseguró que hubo una guerra que dejó víctimas en todos los bandos, un mantra que está calando en la sociedad y está difuminado lo que sucedió realmente", ha advertido.

En esta línea, la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, ha recordado que muchos de los asesinatos "siguen sin condenarse públicamente". "En un momento en el que algunos quieren que olvidemos, aquí hoy en Zaragoza les decimos alto y claro que ‘no’, que a las víctimas no se las olvida, sino que se reclama en su nombre memoria, dignidad y justicia", ha expuesto minutos antes de depositar un clavel blanco en el muro conmemorativo del atentado.

Entre los asistentes al acto –al que han acudido, entre otros, la nueva subdelegada del Gobierno en Zaragoza, Noelia Herrero, y el lugarteniente del Justicia, Javier Hernández– estaba José Marco, uno de los heridos aquel fatídico 30 de enero de 1987. "Fue un día aciago. Íbamos a trabajar en el autobús, era un viernes normal y al pasar por aquí explotó el coche bomba. Noté una gran presión y mucho calor y, después, un silencio absoluto. Fue terrible", ha manifestado.

Ese día le cambió la vida a él, a su familia y a todos sus compañeros. "Mucha gente que veía el terrorismo como cosa de policías o guardias civiles se dio cuenta de que es indiscriminado, violento, asesino y no mira a las personas", ha agregado. En aquella época, cuando llevaba a su hija pequeña al colegio siempre miraba los bajos del coche. "También decía a mi mujer y a mis hijos que no abriesen el buzón ni cogiesen ningún paquete. Fueron años de miedo y de mucha tensión", ha dicho.

El atentado le dejó prácticamente un año de baja. "Perdí audición, visión de un ojo, tuve traumatismos, quemaduras y secuelas psicológicas que no se superan. Entonces tenía 23 años", aseguró ayer, al tiempo que destacó la importancia de seguir recordando a los compañeros fallecidos y heridos. "Que cada año haya un pequeño recuerdo es un alivio de alguna manera", ha afirmado.

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