urbanismo

El discreto encanto de la zaragozana calle de Santiago Rusiñol

En el corazón de Las Fuentes perviven un puñado de pequeñas viviendas que están a punto de hacerse centenarias.

Calle de Santiago Rusiñol Zaragoza
Las pequeñas casas de Rusiñol se replican en Hogar Obrero y Figueras.
José Miguel Marco

Parece un remanso de paz en el corazón de un barrio que no ha dejado de crecer en las últimas décadas. La calle de Santiago Rusiñol conserva aún el encanto con el que, de forma un tanto desordenada y hace casi cien años, comenzó a abrirse paso entre huertas y granjas de Las Fuentes. Pasear por ella -sobre todo en primavera, la actual época del año es un poco ingrata para su arbolado- supone sumergirse en un oasis de 230 metros de longitud y en un pedacito de historia de la ciudad.

Las Fuentes, pese a ser hoy en día uno de los barrios más populosos de Zaragoza con unos 50.000 habitantes, tiene una historia relativamente corta. Cualquier jubilado aún recuerda los tiempos en los que esa parte de la ciudad era poco más que un inmenso campo de huertas y unas pocas casas aisladas. Su origen está precisamente en estas casas de apenas un par de alturas que perviven en las calles de Santiago Rusiñol y el Hogar Obrero. Hasta los años 50 eran las únicas construcciones que existían, dado que todo el resto lo constituían extensiones de cultivo.

El barrio, que toma el nombre de las filtraciones del río Ebro en la zona que ahora ocupa, irá creciendo a partir de los año 50 cuando se comiencen a edificar grupos como los del Vizconde Escoriaza o José Antonio Girón y, progresivamente, se vaya poblando con vecinos llegados de las provincias de Zaragoza y Teruel. "Lo que fue una revolución total fue el desembarco del tranvía. Escoriaza había sido el propietario de campos en este área y sus descendientes, dueños de la Compañía de Tranvías, decidieron trazar una línea hasta aquella zona para revalorizar los terrenos. Esto es lo que a la postre impulsará el desarrollo urbanístico de Las Fuentes", explican desde el Ayuntamiento.

El barrio dejó de ser la zona trasera de Zaragoza destinada a huerta cuando se construyeron las viviendas de la calle de Rusiñol, cuya columna vertebral se levantó entre 1925 y 1930. Se hizo sin demasiado orden ni concierto, dado que aquello era la periferia y quedaba al margen de los primeros planes de ordenación de la ciudad. Hoy nadie lo diría porque la calle, una vez semipeatonalizada, resulta armónica, sin excesivo edificio discordante y emerge como refugio entre otras arterias de mucho tránsito.

En la década de 1930, según la hemeroteca municipal, la primera parcelación del barrio de Las Fuentes tuvo lugar en la calle de Santiago Rusiñol. "Por aquel entonces, se construyó una serie de viviendas literalmente en mitad del campo", explican. Hoy el conjunto está protegido por su "interés urbano", lo que no ha impedido que se hicieran algunos desmanes, que afortunadamente no han sido demasiado atroces. La ficha de Patrimonio analiza la tipología de estas primeras viviendas, que pueden recordar en parte a las de la Ciudad Jardín o las primigenias construcciones de otros barrios consolidados de Zaragoza. "En las parcelas se dispone la vivienda en la parte anterior y el corral, huerto o patio en la posterior", se lee. La parcelación, por cierto, fue hecha por el arquitecto Regino Borobio en 1922 y su trabajo tuvo en cuenta dos calles principales "perpendiculares a los vientos dominantes y con adecuada orientación solar".

La tipología de vivienda original de la calle Rusiñol.
La tipología de vivienda original de la calle Rusiñol.
Ayto. Zaragoza

La mayor parte de las casas fueron proyectadas por otro insigne arquitecto como fue Francisco Albiñana. Las viviendas, con una superficie de 64 a 72 metros cuadrados en origen, constaban de dos plantas, con dos viviendas, y todas tenían "elementos de una vivienda digna: cocina, comedor o sala, gabinetes y alcobas". Es curioso que en el diseño original no había baños y el retrete estaba en la parte posterior, adosado a la casa o en el extremo de la galería superior, a modo de lo que aún puede verse en muchas casas de pueblo.

Por fuera, aunque hoy se reivindique su autenticidad y belleza, manda la sobriedad y la sencillez: los materiales constructivos son ladrillo y adobe (se habla de ‘muros escoscados’, guarnecidos de yeso negro) y las fachadas ‘tipo’ tienen vanos adintelados muy sencillo sin apenas elementos ornamentales. "Se suprimía todo aquello que no tenía una función constructiva por abaratar costes", explican los expertos, que celebran que la barriada conserve sus morfología y características originales, pero no ignoran la paradoja de que aquellas casas eran el prototipo de la vivienda obrera y hoy constituyen una zona residencial casi burguesa.

El conjunto está protegido por su "interés urbano" y hay dos grandes solares con proyectos inmobiliarios

Recorriendo la calle se comprueba que hay un par de solares vacíos con proyectos de obra nueva, que en ningún caso deberían alterar el espíritu de la calle Rusiñol. Es cierto que tras la Guerra Civil (el barrio estaba completo en 1934), se reformaron varias casas y en los años 50 y 60 comenzaron a surgir algunas ‘plurifamiliares’ de hasta de cinco plantas. Por eso, la ficha del portal inmobiliario Idealista asegura que hay 105 viviendas construidas en la calle y que la casa tipo es de en torno a 1960, pero -en realidad- para hallar la columna vertebral de Rusiñol hay que remontarse a 1928. La profesora Isabel Yeste, en sus estudios sobre las primeras viviendas obreras de Zaragoza, pone en relación el crecimiento demográfico de comienzos del siglo XX con el problema de la vivienda y las leyes de Casas Baratas de 1911 y 1921.

"Durante las tres primeras décadas del siglo XX se construyeron en Zaragoza varias barriadas obreras, todas ellas al margen de la planificación municipal en terrenos de uso agrícola carente de servicios públicos. Una de estas barriadas es la de Rusiñol que surge a partir de la creación de la sociedad ‘El Hogar Obrero’", escribe Yeste en el número 18 de la revista ‘Artigrama’. Fue en junio de 1923 cuando Valero Pros, presidente del primer grupo de Casas Baratas, pidió licencia al Ayuntamiento para edificar 83 viviendas en terrenos situados hoy entre las calles Jorge Cocci, Zuloaga, Santuario de Rodanas y Villa de Chiprana: Hogar Obrero, Figueras, Rosales y Rusiñol quedaban en el interior.

A principios del siglo pasado lo que único que había construido en las inmediaciones era el fuerte de San José y el matadero municipal, levantado en 1895 y ahora convertido en centro cultural en Miguel Servet. No muy lejos estaba la estación de Utrillas, que daba servicio a los ferrocarriles de vía estrecha. Lo que hoy es Compromiso de Caspe se conocía entonces como "el camino de Las Fuentes", pues se refería a la proximidad de los ríos (Ebro y Huerva) y al crecimiento de la huerta. Rusiñol surgió literalmente en medio del campo y se anticipó en al menos 15 años a los primeros planes de estructuración lineal de la ciudad (1943) para lo que aún eran sus huertas. Por cierto, el nombre homenajea al pintor modernista catalán, que justo murió en aquellos años, y del que los fondos del Ayuntamiento de Zaragoza poseen alguna vista paisajística.

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