urbanismo

¿Qué queda del diseño original de la Ciudad Jardín de Zaragoza?

Casi cien años después, ha cambiado el nombre de las calles pero las viviendas se mantienen casi intactas al ser un conjunto protegido de interés.

A la izquierda, los planos de 1963; a la derecha, la realidad actual.
A la izquierda, los planos de 1963; a la derecha, la realidad actual.
Heraldo

Echando un ojo a los antiguos expedientes de Urbanismo y a los mapas de la hemeroteca municipal cuesta reconocerla porque todos los nombres de las calles han cambiado y un poquito de su morfología también. No obstante, la Ciudad Jardín de Zaragoza continúa manteniendo su esencia y buena parte de las construcciones originales de hace casi cien años. Contra viento y marea, el barrio ha escapado a la especulación inmobiliaria y es una oasis de casitas bajas con jardín a diez minutos del centro. ¿Cuál es su historia?

La Ciudad Jardín comenzó a diseñarse como un reducto de pequeñas parcelas ideadas en 1936 -en los últimos meses de la República y durante la Guerra Civil- por el arquitecto municipal Miguel Ángel Navarro. La idea estaba en boga en la Europa de la época y se aferraba a los postulados del socialismo utópico, que aspiraba a crear barrios con jardines y huertos que se asemejaran al campo aunque fuera en la ciudad. Cuentan que Zaragoza, para planificar sus ensanches, se fijó mucho en el trabajo de Ildefonso Cerdá en Barcelona, pero también es cierto que desde hacía años el Consistorio zaragozano ya había lanzado su plan de ‘casas baratas’ (más o menos va de 1920 a 1936). Los urbanistas Secundino Zuazo y Miguel Ángel Navarro fueron pergeñando un proyecto que, a pesar de las dificultades económicas, contemplaba la construcción de unas 10.000 viviendas, en las zonas circundantes a Gran Vía y el río Huerva. Otros planes algo más modestos alcanzaban también una nueva urbanización para la carretera de Valencia y el límite del ferrocarril de Cariñena, es decir, lo que hoy viene a ser Duquesa Villahermosa.

"En el año 1934 la corporación municipal aprobó la construcción de viviendas de bajo coste en la zona llamada el Terminillo, del barrio de Las Delicias", explican fuentes municipales. “Los planos del proyecto corrieron a cargo de Miguel Ángel Navarro, autor de la Casa Solans o el grupo escolar Joaquín Costa”, añaden. Se previeron varias tipologías de casas, todas ellas "de edificación sencilla y escala amable". De hecho, la más de 350 viviendas fueron puestas en pie por manzanas y se adjudicaron varias contratistas diferentes "con la intención de acelerar el proceso constructivo que debía abarcar apenas cinco o seis meses". Hubo demoras, pero el área -hasta entonces periférica y casi campestre- se urbanizó rápido: a pesar de los retrasos producidos por la Guerra Civil, la mayor parte de las viviendas estaban disponibles en 1938.

La Ciudad Jardín, a finales de los años 60, con las calles aún sin asfaltar.
La Ciudad Jardín, a finales de los años 60, con las calles aún sin asfaltar.
Heraldo

Lo más curioso contrastando los mapas originales con el diseño de la Ciudad Jardín original es comprobar cómo el proyecto primigenio contaba con la construcción de una piscina general (de adultos), otro pequeño vaso para niños y "un parque de barriada". Aquí radica la mayor transformación: la piscina grande sí se corresponde con lo que sería hoy en día el centro deportivo municipal de la Ciudad Jardín (el antiguo Club San Fernando con sus 3.100 metros cuadrados de césped), pero el parque actual -en un estado, por cierto, muy mejorable- se circunscribe a la zona reservada para la piscina de niños. Además, lo que sobre el plano sí debía ser ‘parque de barriada’, lo ocupa hoy la parroquia de Nuestra Señora de Montserrat, que se erigió unos cuantos años después, en 1968. Unos metros más allá, en el mismo eje central, el resto del parque ideado lo ocupa hoy el centro de salud Delicias Sur.

Algunos planos de las construcciones previstas en 1936.
Algunos planos de las construcciones previstas en 1936.
AMZ

Por suerte, las viviendas sí se han mantenido casi inalterables, gracias al grado de protección como "conjunto urbano de interés", que se desarrolla, incluso, con una ordenanza especial. Lo que en origen era la calle ‘transversal’ luego se bautizó como Franco y López y hoy se puede recorrer para ver estos pequeños edificios, generalmente, con tres o cuatro escalones de entrada. En la vertiente de Duquesa Villahermosa algunas fachada se han pintado de distintos colores y por la calle de la Milagrosa aún es posible ver entre las celosías los pequeños jardines interiores de estas viviendas.

Explican en el área de Urbanismo que estas casas fueron en origen pensadas para "familias necesitadas residentes en viviendas en mal estado, cuya desaparición era necesaria para la ejecución de las reformas urbanísticas urgentes en la ciudad". No obstante, tras la Guerra Civil, la Falange confiscó las viviendas y fueron ocupadas por combatientes antes de salir a subasta concluida la contienda.

La ciudad del barro

Los vecinos de la zona recuerdan que en la década de 1960 más que como Ciudad Jardín los zaragozanos se referían al barrio como ‘la ciudad de barro’. "Estaba todo rodeado de campos de tierra porque, claro, aún era periferia", cuenta María Jesús Gonzalvo, descendiente de una de las primeras moradoras. "Las primeras aceras las echaron los propios dueños de las casas y el asfaltado no llegaría hasta los años 70 cuando empezaron a edificar en los alrededores", rememora.

Aunque el proyecto original proponía crear un mercadillo, un grupo escolar y viviendas para los maestros, la idea se desechó pronto porque el Consistorio consideró que "ya había servicios comunes cercanos". De hecho, ya estaba prevista la construcción del mercado de la Ciudad Jardín, el de la esquina del paseo de Calanda (donde el Café Manila), que se inauguró en 1961 cuando aún no había demanda suficiente en el barrio: sí se habían creado las viviendas colectivas de cuatro plantas en la parte oeste del distrito, pero el camino hacia la avenida de Madrid era aún un solanar.

Pero, ¿cuántas ‘ciudades jardín’ hay en el mundo? Lo cierto es que se cuentan por cientos y que en España existen por lo menos una veintena: las hay en Bilbao, Vitoria, Málaga, Huelva, Burgos… Curioso es el caso de Torrelavega, donde se denomina ‘ciudad vergel’. Se consideran como tales aquellas que en sus postulados conservan algo de inspiración de la idea que el británico Ebenezer Howard describió en una obra de 1898: un espacio con impronta agrícola, autosuficiente, de vida sana y con un plano ordenado y racional que la comunique con sencillez con la ciudad consolidada.

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