44 años de cárcel para diez detenidos en la operación ‘gomitas’ en Zaragoza

El grupo criminal dedicado a vender cocaína tenía un entramado cuasi empresarial con "oficinas", salario fijo y días de libranza de los vendedores.

Se trata de una organización perfectamente estructurada en tres eslabones bien diferenciados con un máximo responsable que tenía asalariados al resto de componentes
Se trata de una organización perfectamente estructurada en tres eslabones bien diferenciados con un máximo responsable que tenía asalariados al resto de componentes

Diez miembros de un grupo criminal que había montado un entramado cuasi empresarial dedicado a la venta de cocaína en Zaragoza aceptaron este miércoles condenas de entre cuatro y cuatro años y medio de cárcel cada uno. En total, las penas suman 44 años de prisión. 

Los acusados fueron detenidos en junio de 2022 en el marco de la operación ‘Gomitas’, pues cerraban las bolsitas de cocaína con ataduras de colores para distinguir las calidades. En la intervención se incautaron cerca de tres kilos de cocaína, 78.675 euros, dos coches, dos motos y decenas de teléfonos móviles y una máquina para contar billetes.

Los agentes del Grupo 2 de Estupefacientes desmantelaron esta red, formada por colombianos y españoles de entre 25 y 61 años,  que funcionaba como una empresa, con un claro reparto de tareas, horarios de ‘trabajo’ para sus ‘peones’ y ‘repartidores’ e incluso había dispuesto trasteros a modo de ‘oficinas’. Cada una de ellas tenía asignada una zona de la ciudad para llegar a un mayor número de compradores.

Los vendedores tenían un horario fijo y se desplazaban en patinetes, motos y turismos. Todas las mañanas, un reponedor depositaba la droga en cada uno de los trasteros. A las 11.00, el vendedor iba a a recogerla y comenzaba sus ventas. A las 20.00 volvían a los trasteros a dejar el dinero obtenido y minutos más tarde era recogido por otro miembro de la organización. La red trabajaba los siete días de la semana, aunque los vendedores libraban mientras se mantuviera el suministro y recibían su salario a final de mes según las ventas.  

Cualquier vicisitud o imprevisto debía ser autorizado por el máximo responsable de la organización, ya que era él el que organizaba quién debía librar, quien reponía la droga en los trasteros, quién recogía el dinero, como se intercambiaban los teléfonos para contactar con sus clientes, como debían manipular la droga para su corte y preparación en dosis, y también se encargaba de conseguir la droga de fuera de Zaragoza.

La Policía efectuó cinco registros domiciliarios y cinco trasteros en Zaragoza y una vivienda en Madrid. En ellos se intervino gran cantidad de cocaína preparada para su venta en gramos, preparada en bolsas cerradas con gomitas de diferentes colores, cuadernos de contabilidad u agendas con listados de clientes (más de 600 nombres y teléfonos.)

Los diez traficantes se enfrentaban a cerca de 9 años de cárcel cada uno, pero un acuerdo entre la Fiscalía y los abogados defensores –entre ellos José Luis Melguizo, Juan Carlos Macarrón, Juan Manuel Martín o Alejandro Sarasa– permitieron cerrar un juicio que iba a durar tres días.

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