Lazizi, acusado de asesinato en Zaragoza: "No creo que la acuchillara; igual se lo hizo ella misma"

El procesado se enfrenta a 25 años de cárcel por matar a su vecina con cerca de 20 puñaladas con extrema violencia

El acusado de asesinato, Adil Lazizi, este martes en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
El acusado de asesinato, Adil Lazizi, este martes en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Cuando fue detenido pasadas las 22.00 del 30 de mayo de 2022, minutos después de matar de cerca de veinte cuchilladas a su vecina, Cristina G. L., de 32 años, Adil Lazizi, de 47, asesino convicto, ya justificó su acción. Sus primeras palabras fueron que la mujer lo "acosaba" y "quería rollo" pero él, no. En esa línea, añadió, que ella llamó a su puerta y, sin mediar palabra, le clavó un cuchillo en el costado y él se defendió. Y llegó a añadir: "La he asesinado con dos cojones". 

Nada dijo entonces de que hubiera una relación entre ellos. Incluso en el hospital contó a la Policía que nunca tendría nada con una mujer corpulenta como Cristina (la familia y las amigas de la joven ya testificaron en su día ante la Policía que no tenía en ese momento ninguna pareja y que jamás se relacionaría con un hombre como el acusado).

Pero esto cambió radicalmente este martes quizás por estrategia y por que, por segunda vez en su vida, se enfrenta a 25 años de cárcel por asesinato. Adil Lazizi dio un paso más y explicó al jurado que tuvo una relación de varios meses con la joven, incluidos "doce o trece" contactos sexuales. No obstante, matizó que era una relación "secreta". Tan secreta que no la conocía nadie ni hay constancia de ningún tipo. Ni siquiera un mensaje de teléfono cruzado, puesto que ninguno tenía el número del otro. Ni una nota escrita.

"¿Nada?", le preguntó la fiscal. "¡Noo!", exclamó, "todos tenemos un secreto en la vida". Y queriendo poner misterio en su respuesta añadió: "Lo hemos hecho bien para que nadie lo sepa". Indicó que él puso fin a la supuesta relación porque no quería que se enterara su mujer, una inmigrante a la que había conocido en un taller de costura en la cárcel de Zuera, donde ella estaba cumpliendo pena por tráfico de drogas y él, por asesinato. Adil Lazizi, al salir en su tercer permiso tras 19 años en prisión, decidió no regresar y comenzó a vivir con esta mujer, que lo mantenía con su sueldo de empleada de hogar interna en una casa.

Él no trabajaba porque, dijo, tenía que estar al tanto de que la Policía no lo viera. Pero sí admitió que salía del domicilio para comprar e ir al bar de la esquina, circunstancia que aprovechó para decir que precisamente el día del crimen se había tomado siete copas de cerveza y media botella de Bayleys en casa e iba "muy bebido". "¿Y la pregunta era?", se dirigió a la fiscal después de dar la explicación anterior sin que nadie le hubiese preguntado. 

Esta presunta borrachera no fue óbice para que recordara algunas cosas con suma claridad, otras, con ninguna y varias con la clara intención de justificar qué hacía con unos guantes de látex puestos, una gorra y un cuchillo de su cocina en casa de su vecina.

"Todos los días, entre las 21.30 y las 22.00, me doy un producto en la cabeza para que me crezca el pelo", dijo respecto a por qué llevaba guantes. "Es mía. No sé qué hacía la gorra allí. De esa parte no me acuerdo", indicó sobre este complemento que la Policía halló en casa de Cristina G. L. "¿Y el cuchillo?", preguntó el abogado de la acusación, Rafael Ariza. "Me lo pidió una vez para cortar una sandía", respondió.

El momento de la agresión también cambió respecto a su primera declaración. Si entonces dijo que la joven llamó a su puerta y, tras cerciorarse de quién era por la mirilla, le abrió y en ese momento ella lo acuchilló, matizó este martes. Contó que fue él quien salió al rellano cuando ella estaba de espaldas y estaba abriendo la puerta de su casa: "Le dije que ya habíamos hablado y que no me molestara más, ella se volvió con el cuchillo y sentí el frío cuando me lo clavó. Me entró un mareo y me caí sobre ella dentro de su casa".

Declaró que lo que siguió a continuación no lo recuerda bien, pero hizo hincapié en que fue una "lucha", que forcejearon, cayeron al suelo y que "no sabe" si llegó a arrebatar el arma a Cristina G. para causarle 16 heridas con suma violencia. "Yo estaba herido y creo que no tuve fuerzas para clavarle el cuchillo. Igual se lo hizo ella. Estaba histérica", manifestó.

Adil Lazizi ha repetido varias veces que la víctima era él y que lo que hizo fue defenderse. Mantiene esta afirmación apoyándose en las heridas que presentaba en el lado izquierdo de su cuerpo, una especialmente grave en el costado de la que tuvo que ser intervenido quirúrgicamente. Las acusaciones admiten que pudo haber un forcejeo, pero también que se las pudo infligir a sí mismo para fabricarse una coartada. "Sobre todo –expuso el abogadoRafael Ariza– porque sabía lo que le esperaba cuando llegara la Policía y era un precio asumible".

Lazizi se puso bastante nervioso cuando tuvo que explicar cómo –tal y cómo él mismo dice que estaba situado respecto a la víctima–, pudo la mujer causarle las heridas en el lado izquierdo, todas ellas. "¿Es usted diestro?", le preguntó el abogado. "No contestes", le sugirió la defensa. "Sí, soy diestro", confesó sin hacer caso a sus abogados Carmen Sánchez y Luis Ángel Marcén. 

"Víctima" de las leyes "antihombres"

Las acusaciones pública y particular van de la mano en este asunto y piden 25 años de prisión para Adil Lazizi por asesinato con alevosía, ensañamiento y reincidencia, pues es la segunda mujer que mata en su vida. La fiscal y el abogado Rafael Ariza dijeron al jurado que demostrarán que Lazizi atacó por sorpresa a la joven, con la que no tenía relación y barajan que se obsesionó con ella y esta lo rechazó.

La abogada del acusado, Carmen Sánchez, por su parte, plantea que Lazizi y Cristina G. L. "se apuñalaron mutuamente" y que su cliente actuó en legítima defensa. Pero la letrada –que recusó a cuatro mujeres y ha quedado el jurado compuesto por 8 hombres y una mujer– fue más allá y dijo que Lazizi es una "víctima" de las leyes "antihombres" y de poco menos que un complot del "sistema" y de un "montaje" de policías, fiscales, jueces y medios de comunicación. "Lo que allí pasó nadie lo sabe. Pero en este juicio les van a presentar una maraña de ideas para lo vean como culpable", dijo la abogada al jurado. "Tienen una muerta y necesitan un culpable", añadió. "¿Si una pareja discute y llaman a la Policía a quien se llevan?", preguntó sin esperar respuesta obviamente del jurado. Y concluyó: "Así está hecho el sistema".

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