La gran tormenta que puso en jaque a Zaragoza cumple un mes y los afectados piden soluciones

El agua afectó aquel 6 de julio al asfalto de varias vías, a parques y jardines, estropeó elementos de la red semafórica y el mobiliario urbano y una veintena de equipamientos públicos.

Estado del colegio María Zambrano, en el barrio de Puerto Venecia, tras un mes de la tormenta en Zaragoza
Estado del colegio María Zambrano, en el barrio de Puerto Venecia, tras un mes de la tormenta en Zaragoza
Francisco Jiménez

Eran las 17.25 del 6 de julio y sonó el teléfono del parque de Bomberos de Zaragoza. Un árbol había caído en la vía pública a causa de la tormenta que estaba a punto de desatarse. Los efectivos se pusieron en marcha, más que acostumbrados a este tipo de situaciones. Pero media hora después se desató el caos. Las peticiones de auxilio se contaban por decenas: agua en el sótano de una residencia y en un garaje de Torrero, en la calle de Galán Bergua de Las Delicias, en el centro de salud de La Paz, en el Conforama de Puerto Venecia, en el paseo de María Agustín... Hasta que a las 18.41 exactamente, el 112 recibió la primera llamada alertando de lo que se convertiría en la imagen más visible del impactante suceso: el Tercer Cinturón convertido en un río que arrasaba con lo que encontraba a su paso.

Un mes después, Noemí Corbatón contempla los vestigios que todavía quedan de la tormenta. Ya no hay ni rastro del paso del agua por la Z-30, pero algunos de los edificios más perjudicados siguen todavía lejos de recuperarse. Ella, como presidenta del Ampa del colegio María Zambrano, lo sabe bien. El centro quedó tan afectado que el Gobierno de Aragón estima que tendrá que invertir 1,1 millones de euros para que los alumnos puedan volver en septiembre a las aulas.

Pero lo que verdaderamente preocupa a las familias es que algo similar pueda volver a suceder, y que esta vez pille a sus hijos en clase. Por eso piden a las instituciones que trabajen en un plan coordinado que permita reducir la peligrosidad del barranco de la Muerte, ubicado tras el colegio y por donde bajó el torrente de agua que acabó anegando las calles. Los aliviaderos que se encuentran a sus faldas no fueron capaces de retener la gran cantidad de lluvia que cayó en ese momento -se llegaron a registrar 54 litros por metro cuadrado en una hora y hasta 19,6 litros en solo diez minutos-, pero lo peor es el estado en el que han quedado ahora.

Junto a Corbatón, el presidente de la asociación de vecinos de Parque Venecia, José Antonio Andrés, señala unos sumideros llenos de barro seco y taponados prácticamente hasta la mitad, unas pésimas condiciones que estarían, explican, una catástrofe tres veces peor en las mismas circunstancias. "Urge acometer los trabajos de limpieza y saber qué medidas van a tomar con el barranco. No es una solución que afecte a Parque Venecia, sino a toda la ciudad".

Allí está otra de las infraestructuras más dañadas, el supermercado Lidl, que se encuentra todavía con el interior vacío y acumulando escombros en el exterior. Su reapertura no se espera hasta dentro de varios meses, quizá nunca si la empresa opta por clausurar la tienda de forma definitiva.

No obstante, en toda la ciudad, y únicamente en bienes públicos, el Ayuntamiento de Zaragoza calcula unos daños que ascienden a 2,5 millones de euros. El agua afectó al asfalto de varias vías, a parques y jardines, estropeó elementos de la red semafórica y el mobiliario urbano y una veintena de equipamientos públicos. Actualmente, todavía se está trabajando en la escuela infantil La Paz, el cuartel de la Policía Local y el centro deportivo de Valdefierro, donde la tormenta derribó un muro que dejó inutilizado el campo de fútbol. Fueron los más dañados y el Consistorio aprobó tres contratos de urgencia por 680.000 euros para rehabilitarlos.

Aunque el sector empresarial fue, en cuanto a los números, el que salió peor parado. Según estiman desde Cepyme Aragón, el paso de la tormenta ha generado 80,1 millones de euros en daños a las compañías alojadas en distintos polígonos industriales de la cuidad, como el de La Cartuja Baja, y de los municipios vecinos de Cadrete y Cuarte de Huerva.

Los damnificados, que en algunos casos tienen las naves aún inoperativas, critican que todavía no se ha limpiado el barro seco que cubre casi por completo las calzadas y aceras de varias calles, lo que genera multitud de problemas con el paso de camiones y otros vehículos. Desde el Ayuntamiento de Cuarte, la alcaldesa, Elena Lacalle, asume que precisamente la tarea pendiente es la zona industrial, ya que en un primer momento los trabajos se centraron en el casco urbano porque estaban a punto de celebrarse las fiestas patronales. Aunque ya se está actuando, es consciente de que "aún queda mucho por hacer".

La tormenta obligó también a desalojar a cuatro familias porque afectó a la seguridad estructural de sus domicilios. Dos de ellas todavía no han podido regresar.

Con todo lo ocurrido se ha solicitado la declaración de zona catastrófica para Zaragoza y el resto de zonas afectadas, lo que permitiría la llegada de ayudas con las que aliviar la situación. 

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