Gerard Navarro cambia la carretilla de una bodega por el taxi en Cariñena

Después de diez años trabajando como carretillero, hace tres que decidió cambiar de aires. Ya ha recorrido 330.000 kilómetros entre rutas escolares, para empresas y servicios particulares.

Gerard Navarro con su taxi de siete plazas y adaptado para personas con movilidad reducida.
Gerard Navarro con su taxi de siete plazas y adaptado para personas con movilidad reducida.
H.A.

Hace tres años que Gerard Navarro es el taxista de Cariñena. En tiempos, hubo dos vecinos del pueblo dedicados a ello; pero cuando se jubilaron otras personas cogieron las concesiones, que son del Ayuntamiento. Ahora es Gerard el único que presta este servicio de transporte. Tiene 33 años y llevaba diez trabajando en una bodega de la localidad zaragozana cuando decidió cambiar de aires. Allí era carretillero y estaba todo el día encima de la carretilla, cargando y descargando camiones. Ahora, salvando las distancias, sigue conduciendo. “Llegó el momento en el que había tocado techo en aquella empresa y necesitaba hacer otra cosa. Conducir siempre me ha gustado y es algo que no me cansa”, explica.

Ganó la concesión del Ayuntamiento para llevar el taxi municipal a finales de 2019, por lo que lleva al volante de este servicio interurbano tres años. Para empezar, lo recibió una pandemia mundial, aunque, cuando echa la vista atrás, no se queja. “Yo seguí trabajando porque, al fin y al cabo, gente con consultas médicas había y esos servicios los podía hacer y los hacía. Además, llevo a trabajadores desde Zaragoza a una empresa de Muel y este servicio también lo mantuve. Estuve a medio gas pero no llegué a parar del todo así que me daba para cubrir gastos”, explica Gerard.

“Intento no hacer noche nunca por el camino y normalmente vuelvo a casa. A una mala, si me noto cansado, como el vehículo es grande, duermo en él unas cuatro o cinco horas. Lo justo para descansar y seguir con el viaje"

Aunque también presta servicio a particulares de forma puntual, la mayoría de sus trayectos son concertados previamente con empresas privadas o con instituciones, como es el caso de la ruta escolar. “Todos los días llevo a alumnos con necesidades especiales de La Almunia a Calatayud. Tienen entre 18 y 19 años y van acompañados de un monitor”. También trabaja para empresas punteras de la zona, llevando a los trabajadores que viven en Zaragoza, y presta asistencia en carretera para las aseguradoras de coches.

Este es quizá el servicio más incómodo, ya que lo pueden llamar a cualquier hora porque Gerard está siempre de guardia. “Si son urgencias las atiendo pero si es una persona que se ha tomado cuatro copas y no puede conducir, me lo pienso”, reconoce. Y es que, si puede, trata de evitar los servicios nocturnos de tinte festivo. “Llevo a quienes conozco del pueblo y son de confianza. Es la peor faena de todas y vemos de todo. La gente bebe y se dan faltas de respeto. No es un viaje agradable”, asegura.

“Aragón es de las comunidades que más bajo paga el kilómetro y trabajar por debajo de ese importe significaría perder dinero”

Más de 300.000 kilómetros en tres años

El taxi de Gerard es un vehículo de siete plazas adaptado para llevar a personas en silla de ruedas. Aunque la mayor parte de los servicios los presta en la zona, en este tiempo ha viajado hasta Portugal o Fuente Álamo, en la Región de Murcia. Son los destinos más lejanos que ha tenido pero para alguien como él, a quien le gusta conducir, la distancia no es un problema. “Intento no hacer noche nunca por el camino y normalmente vuelvo a casa. A una mala, si me noto cansado, como el vehículo es grande, duermo en él unas cuatro o cinco horas. Lo justo para descansar y seguir con el viaje”, explica.

Actualmente, el cuentakilómetros de su taxi marca 330.000 kilómetros y ya está pensando en cambiarlo. “Ahora, con el problema de fabricación que tenemos, hay que mirarlo con mucha antelación y a mi vehículo le quedan un año o dos como mucho”.

Además de este gasto previsible, Gerard afronta desde hace unos meses otros que no entraban tanto en sus planes cuando apostó por este camino laboral. Y es que la subida de los precios de la gasolina ha hecho polvo a autónomos como él, que viven en la carretera. “Hemos pasado de pagar el combustible a 1.08 a 1.67 y no creo que lo volvamos a ver por menos de 1.50 euros”, lamenta. A esto hay que sumar también la subida de precios de los talleres o los neumáticos y otros recambios. “Todo este incremento es dinero que pierdo, porque el kilómetro me lo siguen pagando al mismo precio”, apunta.

“Junto con tener a mi hija, cambiar la bodega por el taxi es lo mejor que me ha pasado en la vida.

El suyo es un taxi interurbano y estos no llevan taxímetro. Así, el cliente sabe de antemano cuánto le va a costar la carrera en función de los kilómetros que sean. “El precio máximo al que se puede cobrar lo marca cada año el Gobierno de Aragón y ahora está en 0.68, de lunes a viernes de 6.00 a 22.00 horas, y a 0.75 los fines de semana y en horario nocturno”, explica Gerard, que en ningún momento se ha planteado cobrarlo más barato. “Aragón es de las comunidades que más bajo paga el kilómetro y trabajar por debajo de ese importe significaría perder dinero”. 

A pesar de estos matices, Gerard se ve conduciendo el taxi de Cariñena por muchos años y no se arrepiente para nada de la decisión que tomó. “Junto con tener a mi hija, cambiar la bodega por el taxi es lo mejor que me ha pasado en la vida. Necesitaba un cambio y, aunque ahora trabajo más horas y más a deshoras, estoy contento, porque lo hago para mí”, concluye.

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