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¿Qué queda del 'boom' de comprar flores y plantas tras la irrupción de la covid?

Dueños de floristerías hablan de "un pequeño hábito", con la consiguiente subida de ventas. 

Flores, plantas y jarrones de la floristería El Jardín de Paula, en la calle de la Torre Nueva en Zaragoza.
Flores, plantas y jarrones de la floristería El Jardín de Paula, en la calle de la Torre Nueva en Zaragoza.
V. A.

En países próximos como Alemania, Francia y el Reino Unido comprar flores y plantas es una costumbre arraigada, tanto para regalar como para consumo propio. Consabido son los beneficios ambientales que aportan (generan oxígeno y cierta humedad), a los que hay que sumar el valor emocional de cuidar a un ser vivo. "Tienen a favor que te hacen la vida más bonita. Cuando te rodeas de cosas que te hacen sentir bien, el ánimo no es el mismo", sostiene Victoria Alfonso, dueña de El Jardín de Paula, en el centro de Zaragoza.

Con la irrupción de la pandemia del coronavirus, los aragoneses nos dimos cuenta (o interiorizamos más) de la importancia de disfrutar de su presencia en terrazas, balcones, jardines o rincones de nuestras residencias en los meses más duros de los contagios (con sus restricciones de movimiento). "Solo salías para trabajar y necesitábamos vivir nuestras casas de una manera más bonita. Y se empezó a comprar más plantas, flores y jarrones", recuerda Alonso.

Tres años después, dueños de floristerías coinciden en que ese 'boom' inicial no fue flor de un día y ha dejado poso entre la ciudadanía. Pilar Aguerri, al frente de Boogaloo (en la calle de Pedro María Ric y especializada en floristería con arreglos y jardines verticales), habla de un incremento importante. "No solo en la compra sino en el interés de cómo cuidarlas, qué tipo de planta es la más adecuada, etc. En general, la utilización de la flor y la planta está movida por la importancia que se le ha empezado a dar a estar en casa; y esto va muy de acuerdo con el movimiento que se está produciendo en la decoración", explica. Y, por su parte, la propietaria de El Jardín de Paula destaca que ha quedado "un pequeño hábito". "No es lo de antes de la pandemia, pero ha hecho que la gente compre más este tipo de productos y se preocupan de que les duren. Se han acostumbrado a salir a la terraza (o balcón) a tomar un café, leer o estar sentados y antes a lo mejor no lo hacían", dice.

También el gerente de Viveros Flores Aznar, Ernesto Serrano Aznar, señala que la gente sigue comprando flores y plantas y observa el 'tirón' que están teniendo los huertos, debido al encarecimiento del coste de la vida. "Es un ocio barato; es una manera de pasar un sábado o domingo trabajando y sacas algo", remarca. En cuanto a la facturación de la empresa, en 2021 "tocaron techo" -con una subida del 40%- y este 2022 lo van a cerrar con cifras parecidas. "Esa consolidación ha sido una bajada del 10% si descontamos una serie de trabajos alternativos muy potentes, que hemos facturado", detalla.

El sector atraviesa una época "de incertidumbre", al igual que otros gremios. El incremento del precio de la luz, la gasolina y los proveedores, entre otros, se ha tenido que trasladar al precio final del producto. Tal y como informa la dueña de la floristería Boogaloo, pertenecen al sector primario y no hay unos márgenes tan grandes como para absorber el aumento de esos costes. "Desde el origen van subiendo (maquinaria para la siembra, la recolección...) y tienes que repercutir porque nuestros repartidores también han aumentado el precio. Esto es un problema a la hora de transmitir estos costes al cliente", cuenta.

En un "tiovivo" de precios

El gerente de la floristería La Rosaleda, Rafael Poza, opina que la gente no ha dejado de comprar, pero sí advierte que hay menos alegría y miran un poco más el dinero. "Si antes hacían un regalo de 100 euros, ahora es de 90, por ejemplo. Yo estoy plano; tengo que ajustar más los gastos para intentar mantener los márgenes. Preocupación, la normal", dice Poza. Abierta en 1961 por su abuela (en el paseo de Sagasta), el negocio va ya por la tercera generación y está especializado en arreglos florales y en flores frescas arregladas. En su caso, no ve que haya un pequeño cambio de tendencia (de mayor demanda) a raíz de la covid. "Ha vuelto un poco a lo de antes; no veo mucha diferencia".

Victoria Alfonso, dueña de la floristería El Jardín de Paula.
Victoria Alfonso, dueña de la floristería El Jardín de Paula.
V. A.

Mientras la dueña de El Jardín de Paula considera que el sector está en un "tiovivo" de precios. "Jugamos con productos perecederos. Una semana te puedes encontrar que estén bien de precio y a la siguiente hayan subido mucho por temas de inflación, del lugar de dónde vengan, del transporte... Tienes que dar presupuestos de boda, pero no sabes si en mayo o junio las cosas van a incrementarse más o estarán igual. Unos presupuestos que luego tienes que cumplir", subraya.

"Hay gente que fuma y se gasta 5 euros diarios en tabaco y se está matando. Y, en cambio, te compras una planta o unas flores y te van a alegrar la vida y no son tan caras"

No obstante, a pesar de que todo ha subido, Victoria Alfonso no cree que las plantas y flores sean caras y destaca que las hay de todos los precios dependiendo del presupuesto con el que uno cuente. "Un ramo de margaritas, con 5 varas, te puede costar entre 10 y 12 euros y te duran diez días. O un kalanchoe pequeño vale de 3 a 5. O puedes comprar un tulipán para un jarrón pequeño por 1,20", enumera. Y añade: "Hay gente que fuma y se gasta 5 euros diarios en tabaco y se está matando. Y, en cambio, te compras una planta o unas flores y te van a alegrar la vida y no son tan caras", defiende.

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