patrimonio

El que fue el primer escaparate de Zaragoza vuelve a lucir como nuevo

La DPZ rehabilita la fachada de la antigua confitería Zorraquino, en los bajos del palacio de Sástago, que ahora es la tienda de la escuela taller de cerámica de Muel.

Los trabajos se han centrado en la madera y las cristaleras superiores.
Los trabajos se han centrado en la madera y las cristaleras superiores.
Heraldo

No ha sido una intervención exagerada, pero ha servido para dar nuevo brillo al que fue el primer escaparate de cristal de Zaragoza. La Diputación de Zaragoza ha restaurado la fachada de la antigua confitería Zorraquino, en el número 44 de la calle del Coso, que ahora alberga la tienda del Taller Escuela Cerámica de Muel y el tablón cultural de la Institución Fernando el Católico. Al estar situado en los bajos del palacio de Sástago, el local está protegido como Bien de Interés Cultural (BIC). Los trabajos han costado 22.700 euros y se han centrado en recuperar la madera y el resto de materiales que conforman la fachada devolviéndoles así su esplendor original.

"“La madera que compone la fachada no se encontraba en buen estado debido al paso del tiempo y a la degradación producida por las inclemencias climáticas", explica el jefe de sección de Gestión de Obras de Restauración de la DPZ, Manuel Sofí. "Los trabajos de restauración, que han durado mes y medio, han permitido devolver a esta bella fachada un estado de conservación óptimo a la altura de su relevancia y singularidad dentro del patrimonio zaragozano", añade Sofí.

La tienda se sitúa en el lateral izquierdo de la planta inferior del palacio de Sástago, de ahí su catalogación desde 1974 como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de monumento histórico artístico. Según los expertos, la fachada de este local es "de estilo ecléctico", de "inspiración neobarroca", y está compuesta, en esencia, de madera tallada y vidrio artístico en la parte superior. También tiene un valor importante el haber sido el primer escaparate de cristal de Zaragoza, según recogen las crónicas de HERALDO de hace décadas. "La firma más antigua de esta parte del Coso es seguramente la de la casa Zorraquino, fundada en 1884, a la que, según me voy enterando, Zaragoza le debe unas cuantas importaciones", escribía la novelista (entonces redactora del periódico) Milagros Heredero, en una crónica de 1969. 

El proyecto de la fachada, en un dibujo de hace 120 años.
El proyecto de la fachada, en un dibujo de hace 120 años.
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¿Qué cosas eran aquellas? Por un lado, el citado escaparate de cristal, dado que los propietarios del comercio habían estado en París y de ahí trajeron a comienzos de siglo XX la idea de exhibir su género. También -cuentan- fueron los Zorraquino los primeros en vestir a su dependencia con chaquetillas blancas y en acercar a la tienda productos hasta entonces desconocidos. "Nuestra casa fue, en principio, mitad pastelería y mitad ultramarinos. Trajimos a la ciudad las primeras ostras que se consumieron aquí, los primeros plátanos, piñas, chirimoyas. Y también trajimos faisanes vivos, para llamar la atención de la gente", contaba el heredero de la saga hace ahora medio siglo.

Un desfile de tanques, en la década de 1920. Abajo a la izquierda, Casa Zorraquino.
Un desfile de tanques, en la década de 1920. Abajo a la izquierda, Casa Zorraquino.
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De aquella época se recuerda que el Coso era la vía principal de la ciudad (con permiso de la calle Alfonso) pero aún tardó en adoquinarse hasta bien entrada la década de 1920 y, también, que Zaragoza evolucionó bien y rápido gracias al empujón que recibió con la Exposición Hispano-Francesa, de la que -entre otras muchas huellas- aún persisten el Museo Provincial o la Escuela de Comercio.

De vuelta a la actualidad, la fachada recién restaurada está construida principalmente por madera, cristal, planchas metálicas, siliconas, barnices, tintes y papel, que también se encontraban degradados aunque en menor grado. Por ello, los trabajos de restauración también se han centrado en eliminar el óxido y todos los residuos originados por la polución y en rellenar las grietas de estos materiales, lo que ha permitido recuperar los colores originales de las vitrinas. Los vidrios de la parte superior se encontraban en buen estado así que solo ha sido necesario proceder a su limpieza. "Esta  espléndida decoración se ejecutaba en 1922 por encargo de Victoriano Zorraquino para su ya veterano y acreditado establecimiento", puede leer en su ficha del servicio de Patrimonio.

Imagen del palacio de Sástago en la década de 1970.
Imagen del palacio de Sástago en la década de 1970.
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Trabajo minucioso

La fachada está expuesta al exterior de manera continuada, lo que ha producido que se hubiesen modificado su color y su textura, indicadores del envejecimiento del material. "El color se había oscurecido y presentaba un tono gris y la textura había pasado a ser áspera y astillada debido a la pérdida de las capas de protección, con pequeños fragmentos sobresalientes y grietas", explican quienes han intervenido en la rehabilitación. Para solucionarlo, se han eliminado las capas deterioradas y se han sustituido los elementos de baja calidad. También ha habido que intervenir para estabilizar los desplomes y eliminar algunos elementos sin uso como paneles de conglomerado para favorecer su conservación del monumento. Los restauradores también comentan que la "composición excéntrica de la fachada", probablemente se deba a que está condicionada a la situación del balcón del piso superior. Por eso, se combina la decoración tallada y en vidrio artísticos, "con escenas y elementos clásicos grabados a la arena". Por descontado, toda la decoración, así como la carpintería y el mobiliario interior (en la tienda se conservan todos los anaqueles expositores) cuentan con protección.

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