tribunales 

Absuelven a una madre a la que su hija de 14 años acusó de quitarle el móvil y pegarle

La mujer admitió que la castigó porque se conectaba con adultos para hablar obscenidades, pero no que la agrediera. 

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Heraldo

El enfado de una madre con su hija por el mal uso del móvil y el castigo posterior de quitarle el teléfono y el iPad terminó con la progenitora sentada en el banquillo de los acusados por un presunto delito de malos tratos y enfrentándose a una pena de nueve meses de prisión. La adolescente, de 14 años, denunció que su madre también le pegó con la mano en la cabeza, la tiró al suelo y le causó lesiones en el cuello (un arañazo) y en un brazo (una erosión). 

La mujer siempre ha admitido que discutió con su hija, pero no que la hubiera agredido. Y la magistrada que la ha juzgado así lo ha entendido también y la ha absuelto, como solicitaba el abogado defensor, Simón Lahoz.

El incidente que dio origen a esta causa ocurrió en la tarde del pasado 13 de mayo. En esa fecha, la chica convivía con su madre, con la que no se lleva bien, como reconoció abiertamente, y con una hermana. Según declaró la madre en la vista oral, la menor estaba en el salón y la progenitora le recriminó que empleara el móvil y el iPad para tener conversaciones obscenas e indebidas con adultos, por lo que decidió quitarle ambos aparatos. 

La reacción de la chica fue dirigirse a ella para agredirla y, según manifestó, tuvo que defenderse apartándola, pero no la golpeó. Tras estos hechos, la adolescente se encerró en el baño, donde cree que se causó las lesiones.

La versión de la adolescente, sin embargo, fue distinta. Dijo que estaba haciendo los deberes en el salón cuando su madre llegó y, sin más y sin decirle nada, la golpeó. Negó que tuviera conversaciones obscenas con adultos y reconoció que su progenitora le había quitado otras veces el teléfono móvil, pero que esto le daba igual porque tenía el iPad. Añadió que, tras la supuesta agresión, su madre le dijo que se metiera en el baño. En su declaración, también negó que quisiera irse a vivir con la expareja de su madre y su hermana, pero actualmente está conviviendo con ellos.

Durante la vista oral testificó también la hermana, a quien esa tarde la madre llamó para que acudiera al piso. Según esta joven, lo hizo "mientras agredía" a la menor, algo que la juez no ha creído. Cuando llegó, la adolescente estaba encerrada en el baño, tenía marcas en el cuello y, según le contó, su madre la había estado "ahorcando". Ante la juez admitió que su hermana le reconoció que se conectaba con adultos y hablaba con ellos de obscenidades. Las lesiones que presentaba la denunciante eran de carácter leve y solo necesitó una atención médica.

Para la titular del Penal número 8, no hay ninguna prueba de que la mujer agrediera a su hija. En la sentencia, explica que las relaciones personales y las percepciones subjetivas de las mismas ofrecen siempre un alto grado de "relatividad" desde una perspectiva interna y también externa. En este caso, la madre siempre ha admitido que se produjo un incidente a causa de la preocupación que tiene por el uso del móvil que hace la menor, pero que no la ha agredido en ningún momento.

Mientras, la declaración de la adolescente ha sido "difusa" y no ha aportado detalles de cómo se produjo la presunta agresión. También aprecia contradicciones, ambigüedades e incoherencias en su relato, tales como que en su denuncia dijo que la había golpeado con la mano en la cabeza y a su hermana le dijo que la había estado "ahorcando". A la juez le parece "chocante" que, de ser cierto lo que dice la chica, la progenitora llamara a la otra hija "mientras" la golpeaba. Cree que lo que pasó se acerca más al relato de la madre, de que la avisó porque la adolescente se había encerrado en el baño y no quería salir.

La acusada se enfrentaba a nueve meses prisión y dos años de alejamiento de la hija y el pago de 120 euros de indemnización. El letrado defensor, Simón Lahoz, reclamaba la absolución. La sentencia puede ser recurrida. 

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