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40 años por el empoderamiento de las mujeres en Zaragoza

La primera concejala de Igualdad del Ayuntamiento recuerda los primeros talleres que facilitaron el acceso del colectivo al ámbito de lo público.

María Arrondo, la primera concejala de Igualdad, frente a la Casa de la Mujer.
María Arrondo, la primera concejala de Igualdad, frente a la Casa de la Mujer.
José Miguel Marco

Cuando llegó al gobierno municipal de Zaragoza hace 40 años la sociedad era muy distinta a como es ahora. Todavía dejando atrás el oscurantismo de la dictadura y adentrándose, con pies de plomo, en una incipiente democracia, los ciudadanos comenzaban a pedir cambios. Y a luchar por ellos. Y si la evolución ha sido notable en todos los sentidos, todavía mucho más cuando se habla del papel de la mujer. María Arrondo fue la primera concejala de la ciudad que se encargó de trabajar por los derechos de las mujeres y una de las personas que plantó la semilla del empoderamiento femenino que germinaría con fuerza poco tiempo después.

El Ayuntamiento celebra este año el cuarenta aniversario de las políticas de igualdad –entonces, a través de la concejalía delegada de Bienestar Social–, que en el caso de la capital aragonesa nacieron de su mano. «Éramos cuatro mujeres en total en el Ayuntamiento, pero entramos ya con la idea de cambiar las cosas», rememora Arrondo sobre sus compañeras de corporación. Sobre todo, explica, bajo la premisa de que «no puede existir una democracia plena si no participan hombres y mujeres en la misma proporción».

Y persiguiendo ese objetivo, el Consistorio puso en marcha una serie de proyectos que, desde «la proximidad y la participación», ayudaron a despertar la «conciencia dormida» de miles de zaragozanas. Entre otras cosas, bajo la denominación de Talleres para la Promoción de la Mujer, se impulsó un programa que poco a poco se fue extendiendo por todos los barrios de la ciudad. Al final, cuando Arrondo dejó su cargo en 1987 se habían llevado a cabo más de 120 cursos en los que participaron miles de personas, mujeres «que por primera vez accedían de alguna manera al ámbito de lo público y empezaban a conquistar su libertad y autonomía». Y eso supuso un cambio. «Cuando llegamos al Ayuntamiento la inmensa mayoría eran amas de casa que solo se dedicaban a los cuidados, a las que se les había dicho que su único oficio era ser buenas y complacientes con sus maridos», recuerda.

Y por poner un ejemplo de algo que ahora parece impensable apunta que muchas mujeres salieron por primera vez a la calle con un chándal para acudir a los talleres relacionados con la actividad deportiva. «Ahora se han dado pasos de gigante», añade la exconcejala, que cuenta que aquella «formación integral» que se prestaba permitió la inserción laboral, pero también que aflorara el feminismo y el asociacionismo.

«También hubo una parte importante que comenzó a prepararse para el acceso a la Universidad, sus vidas cambiaron muchísimo –añade–. Es la actuación que más me impactó y más me hizo vibrar». Además, entre otras cosas, se puso en marcha la asesoría jurídica y de planificación familiar y se comenzó a dar respuesta a la violencia machista, que durante tanto tiempo había estado silenciada. Con los años se construyó también la Casa de la Mujer y se comenzaron a habilitar pisos de acogida para las víctimas y sus familias.

Y el trabajo ha continuado. En este ámbito, solo en los últimos cinco años, el servicio de Igualdad ha atendido a 3.844 mujeres por sufrir violencia en sus relaciones de pareja, de las que 221 han precisado alojamiento.

En la actualidad, Arrondo es consciente de que todavía «queda mucho por hacer», pero asegura que echar la vista atrás permite afrontar el futuro «desde una perspectiva de esperanza». «Los cuidados siguen teniendo un peso importante, pero se está cambiando muchísimo. El empuje que se está dando al mantenimiento y a la conquista de derechos es porque cada vez hay más gente que está participando y presionando desde muchos ámbitos», asegura. No obstante, pide «hacer piña» para frenar a quienes persiguen que haya «un retroceso de derechos» y considera que se debería hacer «un trabajo excepcional en la concienciación de los jóvenes» porque, dice, lamentablemente en algunos casos se está «normalizando» la violencia de género.

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