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Doce meses de prisión para una empleada que se llevó 2.000 € de la casa en la que trabajaba en Zaragoza
La mujer también estaba acusada de sustraer joyas por valor de 21.560 € pero en el juicio no se demostró que se apropiara de ellas.
El Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) ha confirmado la condena a doce meses de prisión para una empleada de hogar que se adueñó de 2.000 euros en efectivo de la casa en la que trabajaba. La mujer estaba acusada también de apropiarse joyas valoradas en 21.560 euros y se enfrentaba a penas de entre dos y tres años y nueve meses de cárcel, que era lo que pedía para ella la Fiscalía y la acusación particular, respectivamente.
Sin embargo, la titular del Juzgado de lo Penal número 6 de Zaragoza entendió que, pese a haber fundadas sospechas de que podría haber sido ella, no encontró prueba directa alguna y la indiciaria la consideró insuficiente. Por esa razón, la condenó solo por un delito de hurto continuado, fallo que ha ratificado ahora el TSJA.
La sentencia declara probado que, el 25 de enero de 2021, Sindy R. P., aprovechando la confianza que se había depositado en ella, se llevó un sobre con 1.000 euros que el propietario de la casa había sacado del banco ese mismo día y lo había guardado en una caja en su dormitorio. En fechas anteriores había hecho lo mismo con otro sobre con idéntica cantidad. Lo que no consta, según la magistrada, es que también se hubiese llevado todas las joyas que estaban en un tocador de la misma habitación.
Entre los valiosos efectos había un reloj de oro, dos pulseras de oro con monedas colgando, un anillo con un zafiro y brillantes, colgantes, pendientes y otras alhajas que el perito judicial valoró en 21.560 euros y la acusación particular, en 36.725.
Tras ser descubierto el hurto por la hija de los propietarios, la acusada le entregó 2.000 euros, pero no reconoció haberse llevado las joyas ni consta, como recoge la sentencia, que se comprometiera a devolverlas o dijera haberlas vendido.
Durante la vista oral, Sindy R. P. negó haber cogido el dinero, aunque reconoció que devolvió a los dueños de la casa 2.000 euros. La justificación que dio en el juicio es que esa cantidad correspondía a un supuesto préstamo, argumento al que la juez no dio ninguna credibilidad, puesto que no presentó ningún documento y tampoco le pareció razonable que le dieran ese préstamo.
La juez afirma en la sentencia que no pone en duda que las joyas existieran, puesto que se aportaron fotografías, pero añade que es imposible saber cuándo y quién las sustrajo, como mantenía el abogado de la acusada, Eduardo Ariño.
La desaparición de las alhajas fue descubierta el mismo día que se produjo el hurto del dinero, pues la hija del matrimonio le dijo a su padre que fuera a mirar en el joyero de el habitación y entonces vieron que no estaban. El disgusto por el valor económico y sentimental fue grande pues eran las joyas de toda la vida de su madre, que padece demencia senil, y de su suegra.
El fallo judicial recoge que las sospechas sobre Sindy R. P son fundadas, ya que igual que sustrajo el dinero pudo acceder a las joyas sin ser vista cuando limpiaba, pues acudía a casa del matrimonio durante la pandemia y la pareja salía de la habitación cuando entraba ella. Sin embargo, dice que son insuficientes para desvirtuar la presunción de inocencia, ya que no se puede inferir que fuera ella y no otra persona quién las cogiera.
La magistrada señala que el dueño de la casa indicó que hacía más de tres años que no abrían el joyero y que, además, durante ese tiempo accedieron al piso familiares cercanos y, alguna vez, la madre de la acusada hizo tareas de limpieza. «Sin olvidar que tampoco se ha practicado investigación sobre la venta de las joyas en locales autorizados (...) como diligencia habitual en este tipo de delitos», dice el fallo, ya que tienen registros con la identificación de la persona que acude a vender joyas y fotografías de las mismas.
