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La Laguna de Gallocanta ya espera la llegada de la grulla Josefina

Se prevé que entre 15.000 y 20.000 ejemplares pasen todo el invierno en el humedal aragonés, tal y como destacan desde la Asociación de Amigos de Gallocanta. El 5 de noviembre celebran el Día de la Bienvenida.

Estas aves migratorias visitan todos los años la reserva natural dirigida de la Laguna de Gallocanta.
Estas aves migratorias visitan todos los años la reserva natural dirigida de la Laguna de Gallocanta.
Uge Fuertes

Esta temporada la migración empezó "tímidamente" para las Fiestas del Pilar y a finales de mes el goteo de grullas que recalan en la reserva natural dirigida de la Laguna de Gallocanta es continuo.

Aún no lo habría hecho la famosa Josefina –la primera grulla anillada que se avistó en el humedal aragonés–, ya que se cree que aún está bajando del norte de Europa hacia Los Pedroches, en Córdoba, (donde inverna en los últimos años). Es finlandesa, tiene 23 años y es la mascota de la Asociación Amigos de Gallocanta, que le ha dedicado hasta un cuento. "Durante mucho tiempo la hemos visto en Gallocanta. Ojalá la volviera a ver", comenta Antonio Torrijo, miembro de la Asociación.

Según explica el vicepresidente, Uge Fuertes, prácticamente el grueso de toda la población de grullas que habitan en invierno en España (más de 250.000) pasan por Gallocanta en algún momento del año. "Vienen desde octubre hasta final de febrero; unas se van hacia el sur (el 70%, a Extremadura), otras se quedan aquí y van llegando más del norte. El sitio donde mayor número de grullas pueden llegar a verse a la vez es Gallocanta", apunta este naturalista. Y es que el pasado 17 de febrero se llegó al récord de entrada de grullas, con 111.110 ejemplares.

En los últimos años, entre 15.000 y 20.000 grullas se quedan a vivir en la laguna durante todo el invierno y, a priori, este va a ser similar. "Se ha pasado de tener 5.000 ejemplares en los noventa a 15.000-20.000", recuerda Torrijo, que destaca que a final de esta semana ya había casi 3.500 grullas "a dormidero".

La grulla 'Josefina', en una imagen de archivo.
La grulla Josefina, en una imagen de archivo.
Juanma Sánchez Esquinas

Disponer de comida y un refugio para dormir están detrás de sus movimientos migratorios, tal y como informa Fuertes. "En principio esas condiciones en Gallocanta no han cambiado. El sitio para dormir lo tienen y alimento, también (semillas silvestres y granos de trigo, cebada y maíz). Además, hay muchas bellotas. Con lo cual, es previsible que vaya a ser un buen año de grullas, dentro de lo que serían los últimos", sostiene.

En cuanto al nivel de agua en la laguna, esta conserva una buena lámina. "Ha bajado con respecto a cómo estaba hace medio año por la falta de lluvias, pero sigue teniendo más de medio metro de agua (55 centímetros) en sus partes más profundas, que eso para las grullas es más que suficiente. Si cubriera un metro no podrían dormir: tienen que tocar suelo con una de las dos patas. Necesitan que haya 5-10-20 centímetros; es lo ideal. Es una laguna endorreica (sin salida al mar) y todavía sigue habiendo pequeños arroyos que le aportan agua. Digamos que los acuíferos no están en mal estado, aunque el monte está muy seco e incluso las cosechas han sufrido mucho la sequía. La laguna como tal mantiene buen nivel de agua y se cree que es de las rentas de (la borrasca) Filomena: esta fue una de las zonas donde más nieve y agua acumuló", ahonda Uge Fuertes.

Y el cambio climático, ¿cómo puede influir en la mayor laguna de agua salada endorreica de Europa? Este naturalista habla de que hay expertos que apuntan que hay muchas migraciones que se están retrasando para bajar y adelantando para volver. "Hasta que no haya un ciclo un poco más largo de estudio no se puede relacionar directamente. Antes o después, es previsible que a todo le afecte el cambio climático; en qué consista no se verá hasta que no pasen unos años", dice y recuerda que, de manera natural, la Laguna de Gallocanta históricamente siempre ha tenido ciclos de llenado de agua o vaciado.

Tanto Torrijo como el vicepresidente de la Asociación Amigos de Gallocanta muestran su admiración por las grullas. Para el primero, es un ave "espectacular". Y para el segundo, verlas entrar en el humedal al atardecer o salir una mañana de niebla constituye uno de los mayores espectáculos de la naturaleza en España. "Es un ave muy emocional porque marca el paso de la estación: cuando vienen empieza el frío. Es como un marcapáginas estacional. Yo digo siempre que son mucho más que un ave; no hay muchas aves o árboles a los que se organice una fiesta de bienvenida", apunta. El 5 de noviembre, la Asociación celebrará la edición número 25 de la Fiesta de las Grullas. La de despedida será ya en febrero.

Hasta 3.000 kilómetros volando sin parar

Por otro lado, lo normal es que vuelen desde la mañana hasta casi el anochecer, paren a descansar y al día siguiente prosigan su viaje migratorio. No obstante, se sabe de grullas que han llegado a hacer hasta 3.000 kilómetros de un tirón con viento favorable. "Pueden estar volando 36 horas seguidas. Ha habido veces que individuos (marcados) han venido desde Polonia o Hungría en un día hasta Gallocanta con viento de cola", informa Uge Fuertes.

Suelen venir en pequeños grupos familiares y cuando llegan a la laguna tienen un comportamiento "muy social" para poder sobrevivir mejor en el invierno. "En un bando puede haber 3.000 grullas y comen e incluso duermen a una distancia muy corta. En su zona de cría son mucho más solitarias", explica.

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