patrimonio

Desaparece otro mural cerámico en Zaragoza: adiós a una de las obras de Enrique Val

La reforma de un local junto a la calle de San Juan de la Cruz se lleva por delante una composición del finales de los años 70.

Durante un tiempo, allá por la década de 1970, se pusieron muy de moda. Sin embargo, hoy parecen en peligro de extinción. Los murales cerámicos que forman parte de la historia más reciente de la arquitectura y el urbanismo de la ciudad han sumado esta semana una nueva baja: la de una obra del ceramista Enrique Val que decoraba una óptica de la calle Juan José Rivas, en el distrito de Universidad de Zaragoza. Se trataba de una composición en tonos ocres y decoración geométrica, de las que hay un par semejantes, reconocibles y aún supervivientes en la calle Delicias, a la altura del número 1, en el establecimiento de Óptica Bergua.

“Puede que fuera el primero que hice, con 17 años, cuando empecé a trabajar con mi padre y lo compaginaba yendo a la Escuela de Artes”, decía este miércoles Enrique Vela, el autor, que es el único ceramista de aquella época que aún hoy, con 65 años, sigue en activo. El destrozo le ha dolido sentimentalmente, pero entiende que el negocio ha cambiado de manos y que un mural “es esclavo del soporte” y “el destino de la obra es el destino de la pared”. “Se podría haber retirado con delicadeza para instalarlo en otro lugar como ya se ha hecho en otras ocasiones: otro que hice para BTV hace más de veinte años lo desmontaron y se lo llevaron a México”, comenta el artesano que mantiene abierto su taller en Cuarte de Huerva. Del mural que ya es añicos recuerda el cariño que le tenía el antiguo propietario del local porque “antes estaba la discoteca Babieca al lado y a veces aparecían pintadas sobre los azulejos que le hacían sufrir”, comenta.

"Puede que fuera el primero que hice, con 17 años", comenta el autor, el ceramista Enrique Val

“Es desolador que se vayan sucediendo este tipo de destrucciones, muchas veces, simplemente, por desconocimiento del valor que tienen”, dice Sergio Sevilla, responsable junto a Ana Durán de Zaragoza Moderna, un proyecto de investigación, documentación y puesta en valor del patrimonio mural cerámico a orillas del Ebro. Desde esta plataforma, cuyo perfil de Instragram reúne a cerca de 3.000 amantes de “la modernidad de Zaragoza” y sus entornos arquitectónicos y decorativos, llevan años trabajando para sensibilizar ante este tipo de obras que a menudo pasan desapercibidas en portales y zaguanes de edificios.

Un momento de la retirada del mural cerámico.
Un momento de la retirada del mural cerámico.
Heraldo

“Cuando volvimos de vacaciones, teníamos un par de avisos de seguidores que advertían de la destrucción de este mural”, explican, al tiempo que lamentan que a estas alturas no tengan ningún tipo de protección pese a formar parte del paisaje urbano y del patrimonio -podría decirse- sentimental de muchos zaragozanos.

Zaragoza Moderna tiene más de cien murales catalogados, pero no pueden llegar a saber cuántos pueden quedar aún por descubrir. Muchos son diseños únicos, murales ‘de autor’, y artistas de renombre como Eduardo Alfonso Cuní o Durán Loriga eran contratados por los arquitectos de la época (representantes del racionalismo y del brutalismo) desde para otorgar distinción a sus edificios. Explican que estas piezas reflejaban las tendencias de la época como el cubismo o la geometría fragmentada y que estaban consideradas como un elemento artesano. 

En el Hábitat 2000 hay uno de los más conocidos (el de la Seguridad Vial), pero también se encuentran en el recibidor de la Casa del Duende o, sobre todo, en muchos portales del barrio de La Romareda, con edificios levantados en los años 60. El Hotel Meliá o la sede central de Ibercaja también hay composiciones murales, que fueron víctimas de la piqueta, por ejemplo, en el antiguo pabellón multiusos de la plaza de Eduardo Ibarra.

Sobre la pieza destruida hace pocos días apuntan que su autor, Enrique Val, es “de los mayores creativos y con más producción muralista que se mantiene de aquella época”. “Puede que sea el único que sigue vivo y por eso puedo dar pistas”, bromea el propio Val, que echa mano de fotos para “refrescar la memoria” y ver en cuántos espacios ha intervenido porque muchos ya se le olvidan. El artista, que también hace las placas de los rótulos de las calles de Zaragoza, lleva trabajando desde los años 50 del pasado siglo y, sobre todo, a partir de la década de 1970 recuerda que se dio “una furia” de muralismo cerámico.

El lienzo recién destruido guarda similitudes con otros dos de Las Delicias, que aparecen reseñados en catálogo de arte en la vía pública del Ayuntamiento de Zaragoza, con ficha de Manuel Pérez Lizano. Ahí se dice que tienen dos metros de altura (el mayor tiene cuatro de largo) y que aparecen firmados como E. Val en el ángulo inferior derecho. Se juega en su composición con formas rectangulares, colores ocres y composiciones abstracción geométrica (también hay un gran ojo humano en alusión a la óptica), si bien Pérez Lizano considera que podría estar mejor resuelto.

"Es desolador que se vayan sucediendo este tipo de destrucciones, muchas veces, simplemente, por desconocimiento del valor que tienen"

En la calles de Zaragoza, además de los artistas citados, es frecuente encontrar también obras de Andrés Galdeano, Ángel Grávalos, Rosa Castro, José Aznar, Gomballest… Al estar la mayoría en fincas privada es complicado procurarles protección, salvo que los edificios de los que forman parte sí estén catalogados.

Con Zaragoza Moderna se ponen en contacto ciudadanos que han visto un mural en el patio de sus padres, tíos o amigos e, incluso, hay propietarios que les llaman como iniciativa privada para peritar en sus propios portales y poder argumentar, ante la venidera reforma del patio, el por qué se debe conservar (o no) una pieza mural.

Val agradece el esfuerzo de estos jóvenes “con sensibilidad que están haciendo que la gente preste atención a piezas artesanas que suelen pasar desapercibidas” y destaca su “seria y meritoria labor de investigación y documentación”. Todo, por un patrimonio gráfico, que es “un legado común de todos los ciudadanos”.

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