Tribunales

Los forenses descartan que el acusado de asesinar a Katia sufriera un brote psicótico

La defensa contradijo la conclusión y presenta un informe de 2016 en el que un médico del centro de salud mental Actur Sur le diagnosticó esquizofrenia,

El acusado, durante una de las sesiones del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial.
El acusado, durante una de las sesiones del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial.
Guillermo Mestre

¿Esquizofrenia o trastorno de personalidad? ¿brote psicótico o psicosis tóxica? La diferencia entre estas posibilidades no es baladí, pues la condena a Rubén Calvo Ropero podría variar de 10 a 26 años de prisión, según la conclusión a la que llegue el jurado. Sobre la autoría no ha habido nunca discusión, pues él mismo ha reconocido siempre que mató a su expareja, Katia Altamirano, de 35 años. Desde el primer momento ha admitido que lo hizo porque «perdió la cabeza» cuando la mujer le dijo –siempre según su versión, obviamente–, que había estado con «seis hombres».

Pero ese «perder la cabeza» fue interpretado ayer de muy distinta manera por los médicos y psiquiatras que declararon en la tercera sesión del juicio contra Calvo. Los forenses descartaron de forma rotunda y sin matices que el acusado sufriera un «brote psicótico» que le llevara a perder su voluntad y capacidad de raciocinio por completo y no supiera lo que hacía cuando acuchilló 64 veces a la que había sido su pareja.

Culpa a la víctima

La afirmación no fue gratuita y la argumentaron con distintas explicaciones: el acusado habla de una situación celotípica; tiene una memoria selectiva (se acordaba de lo ocurrido antes y después del crimen, pero no del momento); y responsabiliza a la víctima de su propia muerte. «Esto ha pasado por tu culpa, hija de puta», dijo a la Policía cuando llamó a su puerta y no quiso abrir. Añadieron que una persona en brote no busca la «mejor posición» para arrojarse por el balcón, ni sale con el móvil en la mano, ni dice a los policías que prefiere tirarse que pasar 30 años en la cárcel (es decir, conoce la consecuencia de sus actos) o pide que lo despidan de su padre. O no limpia con un pañuelo un cuchillo, como resaltó el abogado de la Comunidad Autónoma, José Luis Gay.

«Todo lo que hizo es incompatible con un brote psicótico», insistieron. A su juicio, lo que tiene Rubén Calvo es un trastorno de personalidad, una «forma de ser» antisocial, agresiva, narcisista, con poco control de impulsos y que sigue un patrón de autojustificación de lo que hace: «Lo ve como inevitable y responsabiliza a otros». Por esa razón, los forenses Eduardo Cantón y Susana Cosculluela concluyeron que el acusado –que no mostró ni empatía ni arrepentimiento durante su valoración– «sabía lo que hacía». Entienden que lo que tiene es una psicosis tóxica producto del consumo de drogas continuado y que esto, en todo caso, puede suponer una merma «leve» de su capacidad e inteligencia, pero nunca una anulación ni una afectación «grave».

Su postura, sin embargo, fue rebatida por Jesús Pérez Aznar, médico propuesto por la defensa, ejercida por la abogada Carmen Sánchez Herrero. Según el doctor, un informe emitido en 2016 en centro de salud mental Actur Sur recoge que Rubén Calvo padece «esquizofrenia paranoide» y le aconseja «control de psiquiatría», porque es un paciente que está «desajustado por escasa adherencia al tratamiento».

Afectación «grave»

Por lo tanto, a su juicio, el acusado actuó en «pleno brote psicótico» y su afectación era grave. Pérez Aznar señaló que, de hecho, tenía un tratamiento con ansiolíticos y neurolépticos. Hizo hincapié, además, en los ‘whatsapps’ que se cruzó con su padre en los que él aprecia «ideas delirantes», como en uno que dice «nos han robado cinco millones de dólares» o «Katia es una bruja».

Este informe de 2016 no fue analizado por los médicos forenses, ya que en el momento en que elaboraron su valoración el documento no había llegado al juzgado. Esta situación fue aprovechada por la defensa para poner en duda sus conclusiones.

No obstante, las médicas psiquiatras que atendieron a Rubén Calvo en el Hospital Miguel Servet mientras se recuperaba de la caída del quinto piso fueron de la misma opinión que los profesionales del Instituto de Medicina Legal de Aragón. A su juicio, el acusado no padece esquizofrenia. «Esta es una enfermedad grave que incapacita para hacer una vida. No se cura, es estable», afirmaron. Y los forenses apuntaron: «Un brote psicótico no se pasa en diez minutos. Las personas que los sufren, y hemos visto muchos casos, están completamente fuera de la realidad, y en este caso no fue así.

Atacó a la víctima por la espalda

Los médicos forenses que practicaron la autopsia al cadáver de Katia Altamirano destacaron la enorme violencia desplegada por el criminal que acabó con su vida. Una de las 64 cuchilladas, probablemente de las primeras, la recibió por la espalda y, el resto, en el suelo. La mujer presentaba múltiples heridas de defensa en brazos y manos que denotan que trató de protegerse inútilmente del agresor. 

Este empleó tal fuerza que rompió dos cuchillos y varias vértebras. Las heridas mortales se concentraron en el cuello –le seccionó las arterias yugular y la carótida– y tórax, ya que afectaron a corazón y pulmón. Igualmente, en la cavidad abdominal penetró hasta el hígado y la arteria ilíaca. En definitiva, no tuvo ninguna posibilidad de sobrevivir, como indicó el doctor José Manuel Arredondo, y murió por shock hipovolémico.

Los análisis revelaron que la víctima no había consumido ni alcohol ni drogas y se hallaron restos de que había mantenido relaciones sexuales (el acusado declaró que se habían acostado ese día).

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