Semana santa

Aplausos y lágrimas que embellecen Zaragoza en la noche del Martes Santo

Siete procesiones recorrieron este martes unas calles repletas de público que disfrutó de los tambores. La Virgen de las Lágrimas, el Cristo del Refugio y los pasos del Huerto provocaron emociones.

Martes Santo Zaragoza 2022: entrega del Cristo de la Hermandad del Refugio a los hermanos de la Piedad
Martes Santo Zaragoza 2022: entrega del Cristo de la Hermandad del Refugio a los hermanos de la Piedad
Oliver Duch

Aunque la mañana fue lluviosa e hizo temer lo peor a los cofrades zaragozanos, el cielo se despejó anoche para que siete procesiones pudieran salir a las calles, de nuevo, acompañadas por numeroso público ávido de acompañar a las imágenes y escuchar los bombos y tambores.

En la sede de la Hermandad del Refugio se cumplió con una de las más emotivas tradiciones de la Semana Santa zaragozana como es la entrega de su Cristo a los hermanos de la Piedad, que lo portaron por el corazón de la ciudad hasta depositarlo al filo de la medianoche en la iglesia de Santa Isabel. Allí la talla se reencontró con la Virgen de Palao, que será la protagonista en la madrugada del Viernes Santo.

A su paso por el centro de Zaragoza

Hasta una hora antes del inicio de la procesión de la Piedad en la calle de Crespo Agüero ya se daban cita decenas de capirotes azul marino y un buen número de niños con bonete, que no podían contener las ganas de juguetear con los tambores. Santiago Sánchez, el hermano mayor del Refugio, se refirió a su Cristo como el "representante de los más desfavorecidos" e invitó a los presentes a acompañarlo por las calles en una procesión "especial con connotaciones de recuerdo y de alegría". Se refirió, por un lado, a las cuatro cruces ‘in memoriam’ que recuerdan a los hermanos fallecidos y, por otro, a la emoción de poder volver a las calles tras dos años sin procesiones. Recordó Sánchez que el traslado de la talla del siglo XVII, de la escuela de Juan de Mesa, se remonta a "un convenio firmado entre las dos instituciones en 1941" y aseguró que "es el Cristo del Refugio, de la Piedad, de los gitanos, del Boterón y, definitivamente, el de muchos zaragozanos". También hubo menciones a que, a pesar de su dramatismo, "es una imagen que irradia paz en estos tiempos de guerra" y Pedro Cía, hermano mayor de la Piedad, agradeció al Refugio su labor durante los dos complejísimos años de la pandemia y expresó su deseo de continuar caminando juntos como ha sucedido en los últimos 81 años.

Después de estas alocuciones, comenzaron a caer pétalos de rosa desde los balcones y empezaron a asomar también las lágrimas de algunos fieles. Se entregó el Cristo para montarlo sobre su peana, a ritmo del toque de dos bombos. Los porteadores elevaron la imagen y, tras un leve balanceo, las cornetas hicieron sonar el himno de España, que despertó los aplausos de los asistentes e inició el recorrido de la procesión que le llevaría por Hernán Cortés, el paseo de la Independencia y Alfonso I hasta la iglesia de Santa Isabel.

Aniversario en Jesuitas

Otra cita importante del Martes Santo tiñó de morado y blanco la iglesia del colegio del Salvador minutos antes de la procesión. Los abrazos de reencuentro combinaba con la preocupación por el estado del cielo. "Parece ser que la Virgen quiere que salgamos a la calle para que se vea nuestro testimonio de amor", señaló Teresa González. Hace cuatro décadas que esta hermana acompaña a la Virgen de las Lágrimas y este año esperaba con "ilusión" junto a otras compañeras de mantilla. "No la hemos dejado en ningún momento", añadía Matilde Polo, vocal de las camareras.

Cofrades con hábitos antiguos compartían banco con las nuevas generaciones, bebés que protestaban por el bonete. Mayores y pequeños unidos por una medalla. Cientos de personas hacían pasillo en el exterior, donde sólo se escuchaba un tenue murmullo del que era presente la Virgen.

El diálogo entre timbales llevó a los alrededor de 500 hermanos hasta la calle. Esta procesión, la más larga del Martes Santo, daba los primeros pasos con vítores tras la primera lágrima, rezada por el director del centro educativo. "Son sinónimo de que el pueblo participe y que proclama que algo está vivo en nosotros", decía antes de salir. "Vivas", un tierno recuerdo al pueblo ucraniano y jotas, que recordaron que se cumplían 50 años de la primera procesión.

En el Colegio del Salvador

Por toda la ciudad

Otra de las procesiones esenciales en la noche del Martes Santo es la de la Oración del Huerto, que poco después de las 21.15 abrió las puertas de la iglesia del Portillo. Los tambores tan característicos del Huerto sonaron con fuerza por Conde de Aranda acompañando a todas las imágenes de la cofradía: dos pasos y una peana que se dirigieron hasta la iglesia de Santa Isabel. Los hermanos de la Institución de la Sagrada Eucaristía completaron un viacrucis por las calles aledañas de la avenida de Goya con su peana –un Crucificado en posición horizontal– del Cristo del Perdón. A esta procesión le seguirá el Jueves Santo la de los costaleros con el paso de la Santa Cena, uno de los más espectaculares del patrimonio zaragozano, que siempre reúne a una multitud en su salida y que este año lo hará con más motivo dado que celebran su 75 aniversario.

El martes por la noche, la Crucifixión del Señor también completó un viacrucis en el barrio de Jesús y cruzó en silencio por el puente de Piedra para llegar hasta San Cayetano. A los hermanos del Cristo Abrazado a la Cruz y de la Verónica se les pudo ver por el entorno de la parroquia del Carmen, mientras que los del Despojado salieron y regresaron a San Juan de los Panetes con el Cristo en lugar de su Cruz.

No perdieron de vista el cielo, que amenazó lluvia durante todo el día, pero al cierre de esta edición se había comportado.

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