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Las psicólogas no creen a las tres menores que acusan a su padre de violación, pero la fiscal pide más castigo

Lejos de retirar los cargos contra el acusado tras escuchar las dudas que existen sobre la credibilidad de las tres hermanas, las acusaciones han pedido una condena incluso mayor.

El acusado, durante el juicio que ha comenzado este martes en la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, durante el juicio que ha comenzado este martes en la Audiencia de Zaragoza.
José Miguel Marco

El juicio contra el padre acusado de abusar durante años de sus tres hijas y de violar de forma continuada a dos de ellas ha quedado este miércoles visto para sentencia en la Audiencia de Zaragoza. Y aunque las dos psicólogas que valoraron a las menores han explicado que sus relatos no ofrecen credibilidad, la Fiscalía y la acusación particular no solo han retirado los cargos sino que los han incrementado. Así, la primera solicita ahora 30 años de cárcel para el procesado, mientras que el abogado de las denunciantes, Rafael Ariza, fija el castigo en 39. La defensa, a cargo de Alejandro Sarasa, entiende que solo cabe la absolución.

Las acusaciones han aprovechado la comparecencia de las dos psicólogas del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) en la vista para preguntarles en qué se basan para concluir que los testimonios de las denunciantes no resultan creíbles. “Fue un asunto costosísimo”, han empezado explicando las especialistas, para recordar después que a la complejidad del caso se suma el carácter introvertido de las supuestas víctimas. Pero hubo un hecho determinante para ellas: “Los relatos de las tres fueron muy extensos, pero muy pobres en concreciones”

Para las psicólogas del IMLA resulta bastante inusual que ante unos abusos tan prolongados en el tiempo -desde que tenían ocho años hasta casi la mayoría de edad- ninguna de las tres chicas pudiera hablar de situaciones específicas. “Las tres contaban repetidamente lo mismo. Sus descripciones eran muy vagas, todo muy inconcreto”, han señalado.

Hay otro elemento que llamó la atención de las peritos. Las chicas convivían con el acusado -del que se omite el nombre para proteger a las menores-, con su madre y con otros dos hermanos varones. Y, según las denunciantes, los abusos y violaciones -en el caso de las dos de ellas- se producían siempre en el sofá que había en el salón de la vivienda. “Sin embargo, nunca hubo ninguna interrupción por ningún motivo”, han destacado las psicólogas, a las que sorprende y resulta extraño que tratándose de unos hechos que venían repitiéndose durante tantos años nadie saliera al salón o escuchara algo sospechoso. Cabe recordar que no fue hasta 2020 cuando salieron a la luz estos supuestos abusos y que fue la psicóloga que veía a una de las menores quien los denunció ante la Policía Nacional.

Para la Fiscalía, los protocolos y pruebas psicométricas utilizadas por las funcionarias del IMLA, como ellas mismas reconocieron, “no son dogma de fe”. Por ello, basándose en la “rotunda y clara” declaración de las tres hermanas, ha decidido elevar incluso la pena que solicita para el procesado. La razón es sencilla: inicialmente solo una de las menores hablaba de abusos con penetración, pero durante el juicio lo han hecho dos.

Contra las conclusiones de las dos peritos del IMLA el Ministerio Público ha presentado el testimonio de las otras dos profesionales que trataron a las denunciantes. Por un lado, la psicóloga que denunció los abusos, y por otro, la psiquiatra que sigue tratando a dos de ellas. “Y ambas dan credibilidad a sus relatos”, ha señalado esta parte, tras calificar de “execrable” la actitud del padre de las víctimas.

La acusación particular se ha apoyado en una prueba que considera irrefutable: el preservativo que se halló en el sofá donde supuestamente el acusado se aprovechaba de sus hijas y en el que se encontró una mezcla genética de él y de una de las chicas. “Las forenses han sido bastantes rotundas, esos restos biológicos no se dejan por el mero hecho de tocar el preservativo. Hace falta una frotación”, ha recordado el letrado Rafael Ariza.

La defensa ha reconocido que, a tenor de las declaraciones que el primer día del juicio hicieron las hermanas, se esperaba la reacción de las acusaciones. Pese a todo, el abogado Alejandro Sarasa sigue convencido de que no hay pruebas concluyentes contra sus clientes. Y además de las dudas que existen sobre la credibilidad de las denunciantes, ha puesto de manifiesto que las dos chicas que dicen haber sido víctimas de abusos con penetración seguían manteniendo el himen. “El de una han dicho que era rígido y el de la otra ofrecía resistencia”, ha puntualizado, en un intento de acreditar que el padre es inocente.

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