zaragoza

Dos camareros de Calatayud acusados de quedarse una ‘propina’ de 61.542 € evitan la cárcel

El restaurante bilbilitano en el que trabajaban los despidió alegando que llevaban años sisando dinero de la caja, pero la Audiencia de Zaragoza llega ahora a una conclusión distinta.

Los acusados, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Zaragoza.
Los acusados, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Zaragoza.
HA

El Hotel Monasterio Benedictino de Calatayud despidió en noviembre de 2018 a dos camareros acusándolos de llevar años sisando dinero de la caja. Los responsables del establecimiento revisaron las cuentas y calcularon que el fraude ascendía a 61.542 euros. Y no conforme con los despidos, la empresa decidió llevar a juicio a los dos trabajadores por un presunto delito continuado de estafa. Los encausados, Mariana F. M. y Hassane B. A., se enfrentaban a penas de 5 y 4 años de prisión, respectivamente. Sin embargo, la Audiencia Provincial concluye ahora que no hay pruebas del fraude y que los investigados habrán de devolver únicamente los 60 euros que una cámara de seguridad les vio sacar de la caja para metérselo al bolsillo.

Los acusados, que mantenían una relación sentimental, negaron siempre haber engañado a sus jefes y aseguraron que el único dinero que se repartieron durante el tiempo que estuvieron trabajando en el hotel fue el de las propinas. «Yo sabía perfectamente que la cámara estaba encima de la caja, si hubiera estado robando habría tenido más cuidado», declaró la camarera. Tanto ella como Hassane dejaron también entrever que el restaurante no tenía demasiados clientes y que el suyo fue un despido «injusto».

La mujer llevaba trabajando en el restaurante desde su apertura en noviembre de 2013, mientras que el segundo acusado fue contratado en mayo de 2015. Según los denunciantes, fue el jefe de cocina quien les hizo sospechar que ambos estaban sisando dinero, ya que no coincidía el número de comandas que contabilizaba cada día la recepción con el que el preparaba. Y tras vigilar durante unos meses a los empleados, los dueños llegaron a la conclusión de que estos cobraban a los clientes el importe de los menús y modificaban después los recibos para quedarse parte del dinero recibido.

«No puede compartirse la consideración del perito de que todas las anulaciones parciales de los tiques son fraudulentas, porque eso supone negar la posibilidad de un error al elaborar dichos tiques, lo que choca con las máximas de la experiencia», dice la sentencia. Es más, recuerdan los magistrados que tras el despido de estos dos camareros la situación «no cambió drásticamente» y siguieron efectuándose anulaciones de recibos. Por otro lado, el tribunal precisa que el terminal del TPV no permite saber si eran los acusados u otros empleados quienes  cobraban los tiques.

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