patrimonio

Ese gran labrador que casi trabaja en el cielo de Zaragoza

El antiguo edificio de la Asociación de Labradores de Zaragoza, donde hoy se encuentra Hotel Vincci Zaragoza Zentro, guarda algunos secretos como cloacas romanas o columnas de hace más de cinco siglos.

Fachada de la antigua sede de la Asociación de Labradores de Zaragoza, en el Coso.
Fachada de la antigua sede de la Asociación de Labradores de Zaragoza, en el Coso.
José Miguel Marco

Casi como King Kong en el Empire State en la película de los años 30. En el edificio del 104 -ahora 86- del Coso de Zaragoza estuvo proyectada la figura de un labrador de grandes dimensiones en posición de trabajo. En sus manos no estaba Ann, sino una herramienta. Junto a él, se esperaban también cuatro figuras de menor tamaño. No se llegó a ejecutar ese remate superior, pero el proyecto de Francisco Almiñana atestigua tal idea.

La Asociación de Labradores de Zaragoza contrató al arquitecto zaragozano para acometer la reforma de la fachada de su edificio, de ahí que en lo más alto del inmueble se pensara poner un trabajador del campo. 95 años más tarde esa fachada, catalogada de interés ambiental, es la imagen del Hotel Vincci Zaragoza Zentro y uno de los vestigios que se conservan de lo que fue el edificio en el pasado.

Fachada del proyecto de Francisco Albiñana en el Coso 104, ahora 86.
Fachada del proyecto de Francisco Albiñana en el Coso 104, ahora 86.
Ayuntamiento de Zaragoza

Hay que viajar al siglo I d. C. para datar una cloaca romana que se puede admirar a través de grandes cristales en la entrada del hotel o desde el garaje. Se trata de una cloaca construida con la técnica arquitéctónica 'opus caementicium', según publicó este periódico a propósito de la inauguración del complejo.

Restos de la cloaca romana en el Coso 86, antes 104.
Restos de la cloaca romana en el Coso 86, antes 104.
José Miguel Marco

En el siglo XVI, se construyó en este lugar una de las consideradas más importantes casas-palacio de la ciudad. Perteneció al protonotario Miguel Velázquez y se comenzó su construcción en 1515. En este inmueble se apuntaron algunas de las tendencias constructivas de la arquitectura civil renacentista que más tarde se repitieron en la Casa de Miguel Donlope -de la segunda mitad del siglo XVI y actual sede de la Real Maestranza-, lo que constituyó "un hito en la evolución artística", cita el Sistema de Información del Patrimonio Cultural Aragonés (Sicpa).

"A. Van der Wyngaerde la representó y señaló en su vista de la ciudad de 1563", menciona Carmen Gómez Urdáñez, del departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, en 'Testimonios de arquitectura civil del siglo XVI desaparecida: La casa de los Climent en Zaragoza y el palacio del Vizconde de Ebol y de Illa en Frescano'. En esta representación se detectan dos torreones que flanquean la fachada. Un par de siglos más tarde, en el XVIII, el edificio perteneció al conde de Aranda.

Columnas del palacio Climent, en el Hotel Zentro de Zaragoza.
Columnas del palacio Climent, en el Hotel Zentro de Zaragoza.
José Miguel Marco

De esta época se conservan detalles del palacio, como un par de columnas que los usuarios del hotel pueden admirar en una parte del 'hall' y que se salvaron de una mina francesa. "Presumiblemente fueron preservados a raíz de la reedificación parcial del edificio, impuesta por el Ayuntamiento en 1861, para terminar con el estado ruinoso que había provocado en él la explosión", añade Gómez Urdáñez. La mina voló parte del palacio, el patio y la zona noble durante el segundo Sitio. La siguiente pista conduce ya al siglo XX: Gómez Urdáñez referenció que en 1911 en este mismo inmueble estaba consignado como propietario el conde de la Viñaza.

Fue en junio de 1927 cuando Francisco Bernad, entonces presidente de la Asociación de Labradores, solicitó licencia para reformar la fachada y también aumentar un piso en base a los esbozos de Albiñana, dice el informe histórico artístico del Ayuntamiento de Zaragoza. "Aunque la documentación municipal lo recoja como una reforma de fachada, la actuación de Francisco Albiñana parece mucho más amplia que la simplemente solicitada al Ayuntamiento", matiza Jesús Martínez Verón, uno de los principales expertos en el estudio de la arquitectura aragonesa, en 'Zaragoza. Arquitectura. Siglo XX'. Se basa en las "claras diferencias" entre el proyecto presentado y el aspecto heredado en la actualidad.

El inmueble está edificado entre medianerías y se levanta  cinco plantas del suelo rematado con balaustrada, además de un sótano. La fachada es de ladrillo revocado y composición simétrica y homogénea, como lo define el informe. Un mirador central, que también sufrió una adaptación sobre lo proyectado, es el eje de la simétrica fachada. Martínez Verón apunta "influencias de la arquitectura vienesa", algo ya utilizado en otros de sus edificios.

"La casa se inscribe dentro de la arquitectura de nuevas búsquedas tras el declive del modernismo"

"El juego de volúmenes y de elementos compositivos de la fachada confieren a ésta un sobrio valor estético, incrementado por los escasos elementos ornamentales reducidos a las balaustradas de la primera planta y del remate, y de las decoraciones de placas en las ventanas de las plantas superiores", describe el informe. En esta ficha se destaca el tratamiento superior del cuerpo de miradores, "resuelto a base de cuatro columnitas de orden dórico" ¿A qué estilo pertenece? "La casa se inscribe dentro de la arquitectura de nuevas búsquedas tras el declive del modernismo", concreta el documento, algo repetido en la década de los años 20, un momento en el que se incorporaba "la grandilocuencia de algunos elementos del lenguaje clasicista y barroco".

Los planos del informe histórico artístico revelan que se trataba de un edificio destinado a viviendas, compuestas de despachos, dormitorios, salones, cocinas o servicios que daban a una galería acristalada –orientada hacia la calle de San Miguel- o a la fachada del Coso. Las viviendas eran los principales encargos de Francisco Albiñana -de 3.350 proyectos en los que intervino, 3.175 fueron viviendas-.

Planta de los pisos en el proyecto de Francisco Albiñana para el edificio del Coso 104.
Planta de los pisos en el proyecto de Francisco Albiñana para el edificio del Coso 104.
Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza

Este arquitecto se considera un puente de sus propios trabajos, por ejemplo, en el mismo Coso también se puede observar su intervención en la fachada del Casino Mercantil que poco tiene que ver con la del número 86. "Creo que es uno de los grandes arquitectos del primer cuarto del siglo XX. Es una figura a recordar y a reivindicar", defendió José María Castejón, profesor de Ingeniería de la Construcción de Arquitectura en la Universidad de Zaragoza.

La vida de su interior

La sede de la asociación estuvo en el número 2 de la calle de Fuenclara hasta el 8 de abril de 1929, como avisó la entidad en un anuncio en 'La Voz de Aragón'. "Funcionarán normalmente desde el próximo lunes, día 8 del actual, en la casa número 104 del Coso, propiedad de esta Asociación", decía la nota.

Anuncio en 'El Noticiero' sobre el nuevo edificio de la Asociación de Labradores de Zaragoza.
Anuncio en 'El Noticiero' sobre el nuevo edificio de la Asociación de Labradores de Zaragoza.
Hemeroteca del Ayuntamiento Zaragoza

Al parecer a los pocos días de la apertura surgió algún que otro problema, porque el día 10 del mismo mes se acordó que los gastos del arreglo de la acera tenían que correr a cuenta de los labradores. El 28 de abril se celebró la primera junta "en su nuevo domicilio", informaron los periódicos de la época. No obstante, antes de la inauguración de la sede de la asociación se publicaron en la prensa varios anuncios de empleo, como por ejemplo de niñera o de portero, en los que la razón era Coso 104.

El edificio del Coso 86 en una fotografía de los años 90 del siglo XX.
El edificio del Coso 86 en una fotografía de los años 90 del siglo XX.
Ayuntamiento de Zaragoza

En los primeros años del siglo XXI, en 2002, se ejecutaron la última reforma, con la que se eliminó el interior y se reedificó totalmente nuevo. Además, se levantó un torreón central en recuerdo al que hubo en tiempos pasados, en el lugar donde podía haber estado el labrador.

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