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Un padre agradece a las monitoras de un colegio de Zaragoza que le salvaran la vida a su hija de 7 años

La menor se atragantó en el comedor con un gajo de mandarina, pero todo quedó en un susto gracias a la actuación de estas trabajadoras. 

Martina, de siete años, y su monitora, Belinda
Martina, de siete años, y su monitora, Belinda
Toni Galán

Varias monitoras del comedor del colegio Romareda de Zaragoza salvaron este miércoles la vida de una niña de siete años que sufrió un atragantamiento con un gajo de mandarina mientras comía en el centro.

Así lo han confirmado fuentes del colegio, después de que el padre de la menor, pediatra de profesión, diera testimonio de lo sucedido en redes sociales para agradecer y poner en valor la labor de estas trabajadoras. 

"Hoy las monitoras del comedor del @ColegioRomareda le han salvado la vida a mi hija de 7 años. Se ha atagantado con un gajo de mandarina. Obstrucción completa de la vía aérea!! @RCPdesdemicole @ConsEspRCP GRACIAS Bea y Belinda!!!", publicaba este miércoles el padre de la niña, el doctor Juan Pablo García Iñíguez. 

Su comentario, que suma en pocas horas cientos de reacciones, ha abierto el debate sobre la importancia que tiene sensibilizar a la población general para que conozca y sepa practicar la maniobra de reanimación cardiopulmonar (RCP), sobre la cual este pediatra del Hospital Miguel Servet ha compartido después varias imágenes que explican cómo realizarla ante el atragantamiento de un menor o lactante. 

En el caso de Martina, la niña de siete años que sufrió el percance con la mandarina, no hizo falta practicar la maniobra, puesto que según explican varias trabajadoras estuvo consciente en todo momento y bastó con "tranquilizarla y sacarla del comedor" para que ella misma expulsara el gajo. 

"Para mí era algo que había que hacer, aunque ahora soy consciente de que la chica lo pasó mal"

"Para mí era algo que había que hacer, no creí que le estuviera salvando la vida. Pero ahora soy consciente de que la chica lo pasó mal", relata Beatriz García, una de las monitoras que ayudaron a la niña.  La menor, de siete años, estaba comiendo con el resto de sus compañeros de Primero y Segundo de Primaria en el colegio cuando sufrió el atragantamiento con un trozo de mandarina. "Fueron momentos de desesperación para todos. Eso sí que me marcó... Ellaba gritaba: 'ayúdame, ayúdame', porque sola no podía, y después del susto se echó a llorar. Cuando habló con su padre por teléfono todavía tenía lagrimicas", señala García.

Las monitoras de un colegio de Zaragoza le salvan la vida a una niña

Esta trabajadora y su compañera Belinda Noguera, la encargada de la mesa donde comía la niña, se apresuraron en sacar a la pequeña del comedor para que se relajase y no se viera alterada por la reacción asustadiza del resto de compañeros que presenciaron el momento. "Una de las primeras cosas que hay que hacer es alejar al niño del follón. El momento fue crítico poque la cría gritaba que no podía respirar, y los chicos se asustaron muchísimo. Un compañero de su mesa acabó vomitando de los nervios, y en nuestro caso (los adultos) debíamos estar lo más calmados posibles para tranquilizar a la pequeña", afirma otra de las trabajadoras que ayudaron a Martina. 

La monitora de comedor y la niña, en el patio del Colegio Romareda Agustinos de Zaragoza.
La monitora de comedor y la niña, en el patio del Colegio Romareda Agustinos de Zaragoza.
Toni Galán

Beatriz García cuenta que al principio pensaron en practicarle la maniobra de Heimlich, pero al percatarse de que la niña respiraba no hizo falta. "Ella en ningún momento dejó de hablar. Solo había que tranquilizarla y ayudarle a que lo echara, así que la llevamos al baño, intentando que estuviera lo más relajada posible, y en menos de diez minutos consiguió echarlo. Una vez pasó todo hablamos con el papá y ya después del susto le cambió la carica", indican.

"Cruzas los dedos para que no pase nunca, pero es útil saberlo para poder reaccionar"

En los 30 años que lleva como monitora de comedor, García confiesa que no se había encontrado hasta la fecha con un momento "tan crítico" como el de ayer. "En campamentos, con niños más mayores sí hemos vivido algún percance, pero es que los pequeñitos reaccionan de otra forma. Yo que suelo trabajar con los de Infantil e intento estar siempre muy pendiente, prefiero que echen el trozo de la boca antes de que se atraganten", explica esta monitora, que insiste en la importancia de realizar formaciones periódicas. En el centro tuvieron que pararlas a raíz de la covid, pero siempre "se han organizado charlas de primeros auxilios" para tratar estos casos en niños. 

Martina, de siete años, abrazada a su monitora, Belinda
Martina, de siete años, abrazada a su monitora, Belinda
HA

"En el curso de monitor de tiempo libre ya tenemos una formación, pero aparte en el colegio está bien reforzarlas. Cruzas los dedos para que no pase nunca, pero es útil saberlo, porque te encuentras con esto y sabes reaccionar", subrayan las monitoras, abrumadas por las muestras de cariño que han recibido en el día de hoy. "Justo con Martina y su hermana tenemos relación porque hacen uso del servicio de madrugadores, que también llevamos nosotras, y como salimos a recoger a los niños a la puerta del colegio esta mañana el padre nos ha endulzado el momento con unos bombones", cuentan con una sonrisa.

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