El Ebro y el Gállego son los ríos con más accidentes y desaparecidos de Aragón
La siniestralidad se redujo de forma drástica el año pasado, pero aún hubo que lamentar cinco casos de ahogamiento.
Mientras se buscaba al joven de 13 años cuya pista se perdió el pasado sábado mientras se bañaba en el Ebro, que finalmente ha sido hallado sin vida este martes, los Bomberos no se cansaban de explicar que, aunque la lámina de agua en la superficie invite a pensar que es un río tranquilo, el Ebro no lo es. Por debajo las corrientes son fuertes y hay sifones que pueden dar más de un disgusto.
La Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo informa de que el año pasado hubo que lamentar la muerte de cinco personas ahogadas en Aragón. Tres de ellos se dieron en tan solo ocho días, en un aciago mes de agosto, en el que dos jóvenes murieron arrastrados por la corriente del Gállego en el paraje conocido como la Peña del Cuervo (un chico de 18 años tras saltar desde una altura de 12 metros y otro de 22 arrastrado por la corriente) y, también, un transportista de 29 años perdió la vida al intentar cruzar a nado el Ebro en el entorno del recinto de la Expo. De hecho, fue junto al edificio del pabellón de España donde dos días más tarde encontraron su cadáver entre la maleza.
La mayor parte de las muertes por ahogamiento que se producen en España (hasta un 40%) suceden en las playas, el 13% se dan en los ríos y en torno al 10% en las piscinas. El Ebro es un río traicionero pues las zonas de pozos, sifones y la turbidez del agua dificulta mucho las tareas de los buzos cuando se emprende un rescate. Es lo que sucedió en el último caso trágico de ahogamiento de un joven en el Ebro que se dio el pasado mes de julio cuando un chaval logronés de 16 años se bañaba con sus amigos en el barrio de El Cortijo, al paso del río por la capital riojana. Al parecer el joven se quedó rezagado y tuvo la mala suerte de que una de sus piernas quedara atrapada en unas piedras del lecho y, aunque se hicieron maniobras para rescatarlo y llevarlo a la orilla, no se le pudo reanimar.
Según el Informe Nacional de Ahogamientos (INA), España acaba de dejar atrás el estado de alarma y da inicio al comienzo de la temporada de baños con el menor número de muertes por ahogamiento de los últimos seis años. El dato cerrado a 30 de abril señala que los fallecimientos por esta causa desde el pasado 1 de enero se elevaron a 41, catorce menos que en el mismo período de 2020, en que llevaba mes y medio en aplicación el confinamiento como consecuencia del estado de alarma por la crisis sanitaria. El pasado año se cerró con 140 ahogados menos en espacios acuáticos españoles que en 2019, pero aún así fueron 338 las que perdieron la vida en las aguas, cinco de ellas en Aragón. A las relatadas, hay que sumar el caso de un vecino de Sástago que murió ahogado de madrugada en la piscina municipal.
La Federación Española de Salvamento y Socorrismo estudia cómo prevenir este tipo de accidentes que, según documentan, se producen en un 77% de los casos en espacios que no tenían vigilancia o servicio de socorristas en el momento del incidente. Según las estadísticas, el 62% de los fallecidos tenían 45 o más años, que el 82% eran hombres y que el 84% tenía la nacionalidad española. Conforme se acerca el verano, se produce un preocupante incremento de jóvenes que pierden la vida en el agua, en ocasiones, practicando deportes acuáticos.
En el informe del INA quedan registradas, incluso, las horas en las que más desgracias han sucedido y se comprueba que es cuando cae la tarde, alrededor de las 20.00, cuando se producen el 15% de las tragedias. Las comunidades con más accidentes son las costeras (Valencia, Cataluña, Andalucía suelen superar los 50 casos cada año), mientras que en Aragón, rica en balsas de riego y pantanos, hubo que lamentar 13 muertes en 2019 y 5 el año pasado.
