150 años en zaragoza

Una Cruz Roja con forma de corazón: "La cara de la gente cuando le ayudas no tiene precio”

La Cruz Roja ha celebrado este fin de semana su día mundial y este año también es el 150 aniversario de su fundación en Zaragoza, un tiempo en el que se han adaptado a las necesidades de la sociedad.

Carlos Cebolla, voluntario de Cruz Roja en Zaragoza desde 1980.
Carlos Cebolla, voluntario de Cruz Roja en Zaragoza desde 1980, en la exposición del 150 aniversario de la institución en el palacio de Sástago.
Oliver Duch

"Muchísimo dolor y rabia" es lo que siente Carlos Cebolla cuando ve una fotografía del atentado de ETA en la Casa Cuartel de Zaragoza. Allí aparece sosteniendo el cuerpo de una víctima y se protege con un casco blanco que lleva grabada una cruz. La instantánea es en blanco y negro, pero no hace falta el color para adivinar que la cruz es roja. "Recuerdo el caos inicial y el olor, eso me impresionó mucho", dice. En su memoria guarda imágenes como la primera niña que sacaron en una ambulancia de la Guardia Civil que una viga había partido. Por aquel entonces él tenía 21 años y ya hacía 4 que era voluntario.

La provincia de Zaragoza cuenta con cerca de 7.000 miembros, del que el 60% son mujeres. La media de edad del voluntariado es de 42 años y la franja mayoritaria se sitúa entre los 30 y 40 años. El compromiso de los voluntarios está en el ADN de la entidad desde los inicios: cuatro años después de la fundación ya contaban con 126 voluntarios, de ambos sexos y de toda condición social. Todos ellos celebraron este sábado el Día Mundial de la Cruz Roja. Una celebración que se une al 150 aniversario de la entidad en Zaragoza.

"Mucha gente ha pasado de tener un sustento a engrosar las filas del hambre"

Cruz Roja ha cambiado su labor a lo largo de los años, manifiesta Carlos: "Y la pandemia nos lo ha demostrado porque todas las manos son buenas. También nos ha demostrado la vulnerabilidad de las personas, sobre todo, en el tema social. Mucha gente ha pasado de tener un sustento a engrosar las filas del hambre. Y eso no quiere decir que antes Cruz Roja no se dedicara al tema social", aclara.

Este zaragozano lleva más de media vida con el chaleco rojo, tanto que tuvo que empezar con la autorización de sus padres. Aquí conoció a su mujer y su hija también forma parte desde niña. "Me llevó el ayudar a los demás. Es una satisfacción ayudar a alguien que me necesita y poder aportar algo al prójimo. Había estado en los scouts, empecé en las brigadas de socorro y hasta ahora, que he pasado por diferentes departamentos, pero siempre relacionado con emergencias", cuenta. En la actualidad compagina su trabajo en BSH con su labor de voluntario como formador para enseñar conocimientos de primeros auxilio básicos.

Lourdes Baños, voluntaria de Cruz Roja en Ejea de los Caballeros, trabajando durante la pandemia.
Lourdes Baños, voluntaria de Cruz Roja en Ejea de los Caballeros, trabajando durante la pandemia.
HA

Una asamblea de Cruz Roja cuando tenía 17 años cambió la vida de Lourdes Baños, en ese momento la inquietud le llevó a hacerse voluntaria. En aquel entonces comenzó a colaborar con la sección de juventud, en ludotecas, pero más tarde pasó al socorro y a otro tipo de servicios en a asamblea de Ejea de los Caballeros. "También estuve en Biescas y mi labor fue buscar muertos. Estuve en el campin, que estaba lleno de pedruscos e, incluso, bajamos al río. Y sí, se encontraron cadáveres", narra Baños. Hacer frente a situaciones como ésta requiere una preparación, por lo que resalta la formación que reciben los voluntarios. En el plano psicológico, de socorro, social, de resolución de problemas, diálogo o medio ambiente, entre otros.

"Ser voluntario es como una relación de amor, lo das todo a cambio de nada"

En estos 41 años ha sido partícipe del cambio de necesidades: cuando arrancó en 1987 eran más preventivas y con la crisis desembocó en más ayuda social, como se ha evidenciado en esta pandemia. Irrumpió el coronavirus y continuó con su labor como maestra de educación especial en un colegio ejeano y cuando apagaba el ordenador se enfundaba el equipo de protección y su chaleco para salir a la calle a ayudar. "La cara de la gente cuando le ayudas no tiene precio, no se paga con nada. Es como una relación de amor, que lo das todo a cambio de nada", confiesa Lourdes.

"Me quedé en ERTE y una amiga que trabaja en la sección de inmigración de Cruz Roja dijo que necesitaban voluntarios, así que me apunté"

Carlos y Lourdes ya llevaban unos cuantos años como voluntarios cuando nació Paula Azcarate. Tiene 26 años, es química, trabaja en calidad farmacéutica y desde hace poco más de un año es voluntaria. "Me quedé en ERTE y una amiga que trabaja en la sección de inmigración de Cruz Roja dijo que necesitaban voluntarios, así que me apunté", relata Paula. Ese fue el detonante para que invirtiera su tiempo del confinamiento en impartir refuerzo de matemáticas, física, química, biología y lengua a una niña de 15 años. "La chica era un encanto, era trabajadora y muy agradable, como sabía que era voluntaria me ponía todas las facilidades. Además, después me escribió para decirme que había sacado buenas notas", recuerda, así que no se notó la distancia de lo telemático. En el caso de Paula, ya había hecho voluntariado con otras entidades lo que es una "satisfacción personal" para ella.

Paula Azcarate se hizo voluntaria de Cruz Roja a raíz de la pandemia.
Paula Azcarate se hizo voluntaria de Cruz Roja a raíz de la pandemia.
HA

En 2020 se atendió a 7.614 personas, una cifra por encima de años anteriores. Las personas mayores y los niños son unas de las prioridades. Además, desde Cruz Roja recuerdan que la atención a la persona no se limita a una actuación puntual de emergencia, sino que se valora su situación de manera integral y se interviene con las personas desde diferentes aspectos para promover su autonomía financiera. Un ejemplo es el plan de empleo: "El año pasado se atendieron a 1.928 personas y el objetivo de este año es llegar a 2.550. Establecemos contactos con las empresas, conocemos sus necesidades de plantilla y llegamos a acuerdos para prácticas y contratación".

Todo comenzó hace 150 años

Un día frío de diciembre de 1870 y en un momento convulso político, con ese panorama nació Cruz Roja en Zaragoza. Hace ya 150 años que se puso la primera piedra con la fundación de la "Asamblea de la Sociedad Internacional del Socorro a militares y civiles heridos en campaña y lucha armada de la Lengua de Aragón". Desde entonces han prestado ayuda en guerras y epidemias. Zaragoza es la Asamblea más antigua de la provincia, pero le siguen a la zaga las de Calatayud, Tarazona o Borja.

Voluntarios de la Cruz Roja en Tarazona, en la década de los años 20 y 30.
Voluntarios de la Cruz Roja en Tarazona, en la década de los años 20 y 30.
Cruz Roja

En la capital aragonesa contaron con diferentes dispensarios, como el de la Estación del Norte u otro de alquiler en Hernán Cortés. Posteriormente en el edificio de la plaza de los Sitios se instaló el hospital gracias a la colaboración económica de la reina Victoria Eugenia. Así, se convirtió en uno de los tres más importantes de la ciudad, en una época que no había Seguridad Social. Pionero en la atención y también en la formación, porque Cruz Roja desempeñó "un papel esencial", recuerdan desde la institución, en el desarrollo de la formación de la enfermería cuando no siquiera existía en España esta especialidad.

La magia del edificio de la Cruz Roja

La primera intervención de alcance que acometieron fue el desbordamiento del río Jalón en Ateca, Alhama de Aragón y otros pueblos de la zona en 1895, lo que supuso un "giro decisivo al extender su compromiso humanitario a toda la sociedad". Ese fue el primero de muchos, ya que desde entonces han prestado calor a la ciudadanía en la riada de 1961, el incendio del Hotel Corona de Aragón o la explosión de la Pirotecnia Zaragozana, entre tantos otros. Todos ellos se pueden recordar en la exposición que la institución ha organizado en el palacio de Sástago de Zaragoza, abierto hasta el 20 de junio. Esas intervenciones y, por supuesto, también la labor social que realizan.

Tarazona, maniobras alrededor del año 1907.
Tarazona, maniobras alrededor del año 1907.
C.R.

Además, en Zaragoza se creó el primer cuerpo de conductoras de ambulancia de España en la década de los 70. Ya sea en ambulancia o en otro tipo de vehículos, los chalecos rojos han recorrido pueblos y ciudades de Aragón para brindar su ayuda desde hace un siglo y medio.

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