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De las plantaciones caseras a la marihuana 'industrial'

El negocio ilícito del cannabis en el entorno de Zaragoza ha dado un estirón en los últimos años: las plantaciones en pisos han dado paso a naves con una gran capacidad.

El tamaño de las plantas casi oculta a una agente en una plantación en el Burgo de Ebro.
El tamaño de las plantas casi oculta a una agente en una plantación en el Burgo de Ebro.
HERALDO

Más grandes, menos expuestas a las miradas furtivas y, sobre todo, mucho más rentables. Así son las plantaciones de cannabis que en los últimos dos años vienen floreciendo en naves industriales del entorno de Zaragoza, y que han ido restando protagonismo a las clásicas producciones en pisos o trasteros. Los cuerpos policiales –en especial, al tratarse de ámbito rural, la Guardia Civil– han desmantelado en los últimos dos años al menos ocho plantaciones ‘indoor’ en la provincia durante los últimos dos años, cuando antes este tipo instalaciones eran testimoniales.

El interior de estas naves cambia sustancialmente respecto a las fábricas que deberían albergar. No hay maquinaria industrial, sino una ristra de ventiladores, lámparas térmicas, humidificadores y extractores de aire. Con esas herramientas se aseguran las condiciones óptimas para el crecimiento del cáñamo. «Quienes que ponen en marcha estos cultivos no son aficionados, sino que podríamos tildarlos de expertos. Aplican técnicas de selección genética para que la droga crezca más rápido, con más concentración de THC, y para que produzca varias veces cada año, dando hasta cuatro o cinco cosechas a lo largo de los doce meses. Controlan todo el proceso y consiguen que la actividad criminal sea más rentable», ilustra un investigador de una de las últimas operaciones en el entorno de la capital aragonesa.

La discreción es otro de los motivos que empujan a los traficantes a la hora de seleccionar estos emplazamientos. El uso de helicópteros en el desarrollo de operaciones antidroga ha permitido desde hace años a los agentes encontrar plantaciones medianas y grandes. Los delincuentes, sabedores de que ya no vale con un buen vallado, se han visto en la necesidad de cobijarse bajo techo. También se han puesto las pilas a nivel olfativo: uno de los grandes quebraderos de cabeza de los productores es el característico olor del cannabis, que puede delatar una plantación pese a la falta de contacto visual. Por eso en algunas ‘fábricas’ «se despliegan filtros de carbono activados con oxígeno» para cortar de raíz los fuertes efluvios.

La producción industrial de marihuana es un negocio para delincuentes con una fuerte capacidad inversora. Porque para poner en marcha el negocio no solo hay que hacerse con un gran espacio físico, sino también abonar una importante factura de la luz cada mes –o exponerse a que se destape un oneroso enganche a la corriente–, adquirir el material necesario y conformar una estructura criminal para mover la droga, que en la mayor parte de las ocasiones se destina al tráfico internacional, especialmente hacia países de Centroeuropa como Alemania o la República Checa y los Países Bajos.

En la última intervención de este tipo en la provincia, cerrada con éxito por la Policía Nacional, los agentes lograron detener a cuatro ‘empresarios’. Estos custodiaban 1.886 plantas en pleno crecimiento, 2.475 macetas con los tallos recién cortados y 36 bolsas de basura que contenían recortes con un peso total de 530 kilos. Esta intervención tuvo lugar a las afueras de Fuentes de Ebro, que como otros puntos donde se ha detectado la práctica (Cuarte de Huerva, El Burgo, La Puebla de Alfindén, Villanueva de Gállego o los polígonos de La Cartuja y Empresarium) destaca por su cercanía a la capital aragonesa.

Estos negocios ilícitos suelen buscar cobijo tras otros con los papeles en regla y una actividad plenamente legal, como la empresa francesa del sector textil que sirvió de pantalla de hasta tres macroplantaciones en las riberas del Huerva y del Ebro.

Otra característica habitual, aunque no necesaria, es el concurso del delito de tráfico de drogas con el de tráfico de personas. En la Operación Monteperdido, practicada en El Burgo en el verano de 2019, se descubrió que los cerebros se dedicaron a reclutar a ciudadanos vietnamitas mediante anuncios en páginas web del país asiático. De este modo, los empleados, que no tenían permiso de trabajo y se quedaron en España de forma ilegal, dormían en minúsculos habitáculos habilitados en el interior de la propia nave industrial. No salían del recinto en ningún momento, ya que los responsables de la red se encargaban de facilitarles los alimentos o aquellos enseres personales que pudiesen necesitar en su día a día.

Bosques de cannabis

El industrial no es el único enfoque novedoso que se le está dando al negocio de la marihuana. Los bosques de la provincia de Huesca están siendo utilizados por grupos de narcotraficantes para el cultivo a gran escala, aprovechando la soledad de las masas forestales para establecer sus plantaciones y campamentos.

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