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Las tiendas sufren en Zaragoza con locales caros y almacenes llenos

El elevado precio del alquiler es uno de los grandes problemas de los comerciantes, que luchan por mantener su clientela y dar salida a todos sus productos.

Meritxell Monterde, en su centro de estética del Actur.
Meritxell Monterde, en su centro de estética del Actur.
Guillermo Mestre

Cada pequeño comercio de Zaragoza arrastra tras de sí su particular historia. Algunos llevan décadas formando parte de las calles de la ciudad, mientras que otros comenzaron su andadura poco antes del estallido de la pandemia. Sea como sea, lo que está claro es que el coronavirus ha empañado y trasformado la rutina de estos establecimientos, y ha dibujado un nuevo camino plagado de escollos que en ocasiones son muy difíciles de solventar.

El alto precio de los locales, unido a la pérdida de clientes y la disminución de las ventas, es uno de los grandes problemas que los autónomos de la capital aragonesa –y del resto del país– están teniendo que afrontar. Meritxell Monterde está al frente del centro de estética y bienestar En Manos de Mery, ubicado en el barrio del Actur. Abrió su negocio hace casi dos años y, aunque la covid ha supuesto un bajón de la demanda que se ha vuelto a notar especialmente con el retroceso a la fase 2 "porque la gente va con miedo", en su caso no ha significado una disminución muy considerable.

No obstante, sí lo suficiente como para que se decida a abandonar su local habitual –que comparte con otras dos pequeñas empresas del sector– y emprender la búsqueda de uno nuevo que le resulte más rentable, ya que intentó negociar con su arrendatario una modificación del precio del alquiler pero no llegaron a un acuerdo.

No es, sin embargo, una tarea fácil, por lo que de momento instalará una cabina de masajes en un espacio disponible de su propia casa. "A ver si los dueños de los locales abren los ojos y ponen más facilidades", pide esta autónoma. Por el momento, Monterde tiene claro su principal objetivo: seguir trabajando para "mantener la clientela".

Menos ocio, menos ventas

La disminución del ocio ha afectado especialmente a los centros de estética. No es el caso de Monterde, pero sí de sus compañeras de local que se dedican a la peluquería y al maquillaje y que, según cuenta, han visto cómo la falta de bodas, bautizos y comuniones hacía desaparecer de un plumazo buena parte de sus ingresos habituales. Pasa lo mismo en la moda.

En este sentido, Sergio Bretos, propietario de dos tiendas de ropa en el barrio de Las Delicias, asegura que la situación ahora mismo es "complicada". A finales de agosto comenzarán a recibir las prendas de otoño y todavía no han acabado de dar salida al género de la campaña primavera-verano, que quedó totalmente paralizada al decretarse el confinamiento. "Las expectativas no son nada halagüeñas", lamenta.

Con el retroceso a la fase 2, Bretos, que además es presidente de la asociación de Comerciantes de la Avenida de Madrid, ha vuelto a percibir un "parón generalizado" de la actividad. "A finales de junio se empezaron a poner ofertas y la cosa se volvió a animar, ahora hemos vuelto a atrás –explica–. Las tardes son nefastas, hay muy poco movimiento, trabajamos más por la mañana". 

En general, los negocios de la zona, según apunta Bretos, están sufriendo pérdidas de hasta el 60% con respecto al año anterior. La situación sanitaria de Zaragoza claramente no ayuda: "Hace falta que la gente vuelva a coger confianza".

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