Por tercera vez en apenas dos años, las máquinas vuelven a trabajar en la calle de Antonio Leyva, arteria principal del barrio Oliver y centro de la polémica desde que en 2018 fuera objeto de una reforma integral que todavía hoy colea. Este lunes, el Ayuntamiento ha comenzado a desmontar los bloques de hormigón y los maceteros que instaló el anterior gobierno de ZEC en 2019 como acompañamiento de las chicanes que el área de Movilidad ejecutó en el vial para reducir la velocidad de los vehículos y las frecuentes carreras ilegales.

La concejal de Infraestructuras, Patricia Cavero, ha visitado el comienzo de unos trabajos que también acabarán con el llamativo pintado de las zonas muertas de las chicanes, cuya paleta de color fue prestada por el festival de arte urbano Asalto. “Fue una intervención muy conflictiva justo al final de la legislatura pasada, en dos días y sin consultar con los vecinos. Cuando llegamos al gobierno pedimos los informes oportunos y la Policía Local nos dijo que esta señalización no cumplía las normas y que los bloques de hormigón eran un peligro”, ha relatado.

Además, según venían denunciado los vecinos, los bloques de hormigón eran utilizados como bancos donde se concentraba gente hasta altas horas de la noche sin dejar conciliar el sueño en las viviendas cercanas. Por todo ello, y tras acuerdo de la junta municipal Oliver-Valdefierro, el Consistorio ha comenzado a retirar estos elementos para recuperar la imagen original, aunque las chicanes sí que se mantendrán, así como la vigilancia policial específica, para evitar el peligro de los excesos de velocidad en la zona, según ha comentado Cavero.

Los maceteros serán reutilizados por el área de Parques y Jardines mientras que la pintura será sustituida por señalización horizontal homologada. En este caso, Cavero ha indicado que estudiará con los vecinos posibles nuevos usos para unas zonas muertas que podrían convertirse en aparcamientos, así como nuevas medidas de seguridad para la calle.