en primera persona

Diario de un confinamiento: El niño burbuja japonés

Día 21. Los adolescentes nipones que se encierran en sus cuartos voluntariamente durante años... ¿En qué demonios están pensando?

Primer plano de Super Mario, mi principal compañía estas semanas.
Primer plano de Super Mario, mi principal compañía estas semanas.
Heraldo.es

Tengo un amigo que es puro espíritu de contradicción. Hablo con él y no me sorprende su discurso: "¿Qué tal el confinamiento?", pregunto. "Se me está haciendo corto". Bravo, esa es la actitud. Que no se preocupe, tenemos por delante –mínimo– dos semanas más para seguir procrastinando tareas domésticas y retorciendo este diario.

Pero, ¿a qué demonios dedicará su encierro para estar tan entretenido? Yo sé –y que me perdone– que no es muy leído y que tampoco es aficionado a la liga africana de ‘curling’ que es, según veo, la única competición deportiva que no ha parado. Tampoco lo imagino cocinando ‘cupcakes’ ni rezando el rosario. "Estoy estudiando la figura de los ‘hikikomori’", me dice. "¿Lo qué?" (tantos años rodeado de navarros ha turbado mi correcto lenguaje). "Los ‘hikikomori’, esos adolescentes japoneses que, por su propia voluntad, deciden encerrarse en su habitación y no salir más de casa".

Vaya. Estos días de confinamiento he leído consejos de monjas de clausura, de astronautas tras sus cuarentenas espaciales e, incluso, de marinos de la liga naval, pero los de los ‘hikikos’ esos se me habían escapado.

"Están fatal. La presión social les hace tener un sentimiento de vergüenza exacerbado cuando se sienten incompetentes o creen que han fracasado", me explica. Escucho su descripción y pienso que me define cuando bajo a echar la basura en pijama. Me entra el gusanillo y me da por investigar de ese aislamiento voluntario, que califican de "desorden psiquiátrico", que no impide que los pacientes se pasen todo el tiempo interconectados. Me veo, me veo en ese ajo nipón. Temo convertirme un ‘hiki, co’ porque invierto buena parte del día con los videojuegos y he llegado a pensar que Super Mario es mi familiar más cercano.

Compruebo que mi hipocondría no es solo sanitaria, pues ahora me creo un niño burbuja criado por la ‘yakuza’. Hasta me noto los ojos rasgados. Dando muestras de que soy todo un periodista de raza acudo a… la Wikipedia. Me enamora una de sus reflexiones sobre el fenómeno: "Son un caso extremo de solteros parásitos". ¿Hola? ¡Por favor, dejen de hablar de mí! Y continúa: "Esta expresión se usa para nombrar a aquellos que viven de las sopas instantáneas". Oye, ya vale. Me siento en un ‘show de Truman’ pero con zamburguesas. Soy un triste protagonista de ‘Humor blanquillo’.

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