en primera persona

Diario de un confinamiento: Velas y promesa de regalos

Día 17. Celebrar un cumpleaños en aislamiento es deprimente. ¡Ni siquiera ha llegado aún el globo de la Sirenita!

Otra impagable imagen de la cuenta Zaragoza Walkers.
Otra impagable imagen de la cuenta Zaragoza Walkers.
Marcos Cebrián

"Antón Zampón ya está en casa". Parece un mensaje en clave, como "el cuco está en el nido", pero no, no es un aviso encriptado sino algo más prosaico. Es la expresión de alivio de una compañera que en pocos días celebrará el cumpleaños de su hija pequeña y ha comenzado a recibir alguno de los regalos que compró por Amazon. Antón Zampón es, por lo visto, el juego de un tocinete que come y engorda hasta que le explota el pantalón. Un trasunto de cualquiera de nosotros en este confinamiento.

Celebrar un cumpleaños en cuarentena no es plato de gusto: no recibes abrazos, ni tirones de oreja, ni apenas regalos. "Ya lo celebraremos", te dice un amigo tuyo (y del alcohol) descorchando una botella de champán al otro lado de la pantalla. Vas a la nevera, buscas con qué brindar, y haces ‘chin-chin’ con un kéfir probablemente caducado. ¿O precisamente su gracia es que está caducado? Cuánta incertidumbre...

El caso es que la misma compañera tiene remordimientos porque ha seguido pidiendo cosas por internet y ahora se siente irresponsable por jugar con la salud de los repartidores. De hecho, tras el mensaje de Antón Zampón, me llegó otro: "El coronaglobo sigue su curso. No puedo cancelarlo". Una vez más, señores de la CIA, no lean entrelíneas. Se refiere a un globo de helio con forma de la sirenita que, por cierto, el pedido ‘online’ describe como "niño pescado". Pobre Ariel, sin piernas, bajo el mar y soportando este tipo de desconsideraciones.

Mi colega me pide permanecer en el anonimato. Que ella no es materialista, pero... su hija sí. Pobre, va a cumplir siete años. Qué sabrá ella de cómo está la situación afuera. Mi compañera hace saber que dedica el cumpleaños a los trabajadores de logística, transportistas, repartidores... Pero no a esas otras madres que hacen virguerías con goma eva y preparan fiestas a sus hijos que asombrarían a la misma corte versallesca. Una de las mejores estampas de esta crisis la captó hace unos días mi adorado Marcos Cebrián y la colgó en su cuenta de Zaragoza Walkers. Un balcón, una vecina, una lacónica pancarta... Por cierto… Me daba apuro decirlo pero habida cuenta de que este es un diario ‘en primera persona’: hoy es mi cumpleaños. Estáis a tiempo de mandarme libros, jamones, dinero, lo que sea menester. Cómo estará la cosa que hasta admito un kéfir caducado.

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