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"No somos bichos extraños. Que nos miren como a personas"

José Antonio Beaumont, con parálisis en las piernas, reclama más empatía a la sociedad en el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que se celebra este martes.

Cada día, siempre y cuando no llueva y el cierzo lo permita, José Antonio Beaumont sube sobre las 12.30 al Parque Grande de Zaragoza con su silla de ruedas eléctrica desde la residencia Rey Fernando de Aragón (perteneciente a la Fundación DFA), donde reside desde hace tiempo. Es la rutina diaria -que le ocupa más de dos horas- de este discapacitado de 75 años con la que coge energía y se distrae. "Me recorro media ciudad. La cabeza la tengo en condiciones; no me preocupo de lo que pueda pasar", comenta.

De natural alegre y activo, José Antonio es uno de los cientos de discapacitados que residen en Aragón. En su caso su mal es físico, ya que padece paraplejia por mielopatía (parálisis en las piernas) desde los 40 años, cuando empezó a necesitar las muletas. El físico es, junto al mental, sensorial y psíquico, uno de los cuatro grupos de discapacidades, tal y como explica Vanesa Garreta, directora de la residencia Rey Fernando de Aragón. Dicho centro cuenta en la actualidad con 78 plazas para discapacitados -de los cuales 64 son jóvenes gravemente afectados físicamente y 14, mayores dependientes- y en él trabajan 70 personas. Además, la Fundación DFA dispone en la capital aragonesa de otras dos residencias: Pomarón y Josemi Monserrate.

El envejecimiento de este colectivo de la población es uno de los problemas a los que se enfrentan sus familias, que a su vez también se hacen mayores. "Cuando los padres envejecen no pueden ayudarles y estos necesitan cada vez más recursos. Aumentan la discapacidad y las enfermedades sobrevenidas; necesitan servicios sanitarios y asistenciales continuados. Además, las casas no suelen estar adaptadas", apunta Garreta cuando se celebra, este martes, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. “Como alternativa van a centros donde saben que van a estar atendidos”, añade.

Ese fue el caso de José Antonio, natural de Alfaro (La Rioja) y zapatero de profesión, que tras su jubilación se vino con sus padres a vivir a Zaragoza, donde reside su hermana. “Mis padres me ayudaron todo lo que pudieron. He tenido una familia que vale lo que pesa. Pero llegó un momento que en casa solo no me podía valer y coger a una persona para que estuviera conmigo era un gran desembolso", destaca. Así que en 1998 se fue a vivir a la residencia Pomarón y en 2006, a la Rey Fernando de Aragón. “Ahora necesito ayuda o supervisión para algunas cosas, como levantarme de la cama o vestirme, por ejemplo. Aunque procuro ser lo más autónomo posible. Tengo alegría y sé solventar las cosas malas que me puedan pasar a lo largo de la vida” afirma.

En este Dia Internacional de las Personas con Discapacidad, reclama a la sociedad más empatía. “No somos bichos extraños. Que nos miren como a personas.  Tenemos corazón y todo lo demás. A veces hasta los críos se ríe un poco cuando nos ven”, se lamenta. En este punto, la directora de la residencia de DFA hace hincapié en que los padres deberían educar en la discapacidad. “Es importante trabajar en la normalización”, aconseja.

Pisos tutelados para ancianos con hijos discapacitados

Este martes se celebra el Día internacional de las Personas con Discapacidad y HERALDO ha querido conocer la historia de una de ellas. José Antonio Beaumont, tiene 75 años y padece parálisis por Mielopatía, una enfermedad de la médula espinal que le ha dejado en silla de ruedas.

Junto a este tipo de residencias también existen en la capital pisos tutelados para padres y madres mayores con hijos discapacitados. Es el caso de la Fundación Tau San Eugenio, en la zona de Torrero-La Paz, que dispone de ocho. “Un centro que acoja a los ancianos e hijos con alguna deficiencia es muy difícil de encontrar. Esos padres que se siente mayores, que no tienen ya energía para atenderse ellos mismos y menos a sus hijos, nos trasladan la necesidad de ver a sus hijos protegidos. Esos padres no quieren separarse de ellos. Su gran preocupación es que estén bien hasta el final de sus vidas. Quieren morirse dejando a sus hijos en unas manos que para ellos son de confianza; seguros de que van a tener unos cuidados adecuados y un acompañamiento. Eso es lo que siempre nos trasladan los padres. Ese es su clamor y nosotros hemos salido al paso de ello con estos pisos tutelados que llevan ya 20 años funcionando”, explica María Jesús Extremiana, presidenta de la fundación, que cuenta también en Zaragoza con una residencia mixta para personas autónomas y dependientes, un geriátrico y centros de día.

La responsable de Tau San Eugenio solicita a la administración autonómica que contemple la creación de pisos tutelados y más cuando la esperanza de vida de estas personas es cada vez mayor. “Instituciones para esta gente hay. El problema está cuando estos chicos crecen y los padres envejecen. Un poco ver qué alternativas se ofrecen para esas familias que no quieren separarse de sus hijos”, señala.

Al mismo tiempo, reclama que se revisen las ayudas a la dependencia para los discapacitados. “Las pensiones de orfandad tendrían que ser revisables y más abundantes. Los padres han peleado para que a sus hijos no les falte de nada, pero en algunos casos necesitan más ayudas. Todo ha sido pensado en sus hijos”, sostiene.

Por su parte, Atades presenta hoy uno de sus pisos en los que conviven personas con discapacidad intelectual dentro del ‘Proyecto de vida autónoma e inclusión’.

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