Zaragoza

estafa en zaragoza 

Confesar y devolver el dinero libra de la cárcel a 54 acusados de estafar con seguros

Solo el cerebro de la trama, un perito, entrará en prisión tras aceptar una condena de 3 años y medio. Las aseguradoras han recuperado 1,5 de los 1,8 millones defraudados.

Los acusados y sus abogados, este lunes en la Ciudad de la Justicia.
José Miguel Marco

Con una confesión y el dinero por delante, 54 de los 57 acusados de estafa por engañar a cuatro compañías de seguros con falsos partes de siniestros se han librado de entrar en prisión. Todos ellos se enfrentaban a penas superiores a dos años de cárcel por delitos de falsedad, estafa, blanqueo de capitales y pertenencia a organización criminal, bien en calidad de autores o como cooperadores necesarios.

Esta figura penal ha sido esencial, pues sin su connivencia con el principal cerebro de la estafa, Eduardo Pérez Caro, no habría sido posible tramitar los siniestros inexistentes ni cobrar las indemnizaciones de las aseguradoras.

Las acusaciones mantienen que los 57 encausados (había 60 pero tres han fallecido durante la instrucción de la causa, abierta en 2012) son parientes o conocidos entre sí y se pusieron de acuerdo para suscribir pólizas con el único fin de defraudar a las compañías. En concreto, a Axa, Plus Ultra, Reale Seguros y Catalana Occidente.

En total, se presentaron 157 partes falsos, la inmensa mayoría por Pérez Caro quien, a cambio, se llevaba una parte del dinero. Ahora, los que accedieron a sus pretensiones y se prestaron a colaborar con él (entre ellos, el exfutbolista del Real Zaragoza Jesús Seba, también imputado) han tenido que devolver todas esas cantidades, incluidas en muchos casos las que cobró el principal acusado. 

Según el cálculo de la Fiscalía, entre 2006 y 2012, Pérez Caro y su segunda mujer, María Jesús G. G. (también acusada) hicieron pagos en efectivo con dinero procedente de las estafas por importe de 342.753 euros. Para blanquear capital, también ingresó en su empresa Eduardo Pérez Caro S. L. 54.781 euros.

En el año 2011, abonó 12.000 euros a su exmujer y acusada, Concepción S. S. (le daba 1.000 al mes como contribución a las cargas del matrimonio) y pagó en efectivo 7.000 euros y 15.000 euros por sendos vehículos, Mercedes y BMW, que regaló a su pareja María Jesús G. También entregó a ésta 6.057 euros en metálico, que ella gastó en su totalidad en la tienda de moda Pedro Bernal.

La Fiscalía pedía para Pérez Caro penas que sumaban 11 años de cárcel, multa de 500.000 euros por blanqueo de capitales y otras penas multa. Al final, el acusado aceptó ayer una condena de tres años y medio y, en el caso de que no pague las multas, serán sustituidas por tiempo de prisión.

El segundo perito implicado, Antonio Bernal Royo, se enfrentaba a una pena similar por hechos parecidos. En su caso, Bernal contó con la colaboración de su esposa, María Jesús D. S. (a quien pedían diez años de cárcel), y de otros familiares o amigos, así como de un hermano de Pérez Caro.

Según la Fiscalía, entre los años 2006 y 2012, el matrimonio recibió en una cuenta dinero procedente de indemnizaciones abonadas a la madre de él por siniestros ficticios. En ese periodo, los encausados destinaron 61.109 euros a la compra de acciones, 11.949 para un pago al Instituto Hispano Británico de Enseñanza y 10.196 euros a la apertura de una cuenta plazo, todo ello con la intención de introducir el dinero ilícito en el tráfico legal.

La Policía y, en concreto, el Grupo de Delitos Económicos que investigó el fraude masivo bautizó la operación con el nombre de diluvio por los múltiples fenómenos meteorológicos que aparentemente perseguían a los damnificados. Tormentas, riadas, granizadas y agua, sobre todo mucha agua, procedente de rotura de tuberías o radiadores eran el origen de muchos de los siniestros, aunque tampoco se privaban de incendios o derribos de muros.

El plan era aparentemente perfecto y Pérez Caro trató de exprimirlo al máximo y, probablemente en un exceso de confianza, llegó a utilizar las mismas fotos para distintos expedientes.

En una ocasión, un empleado de una aseguradora que estaba comprobando uno de ellos se percato de que esas fotos ya las había visto antes. A partir de ahí, las aseguradoras contrataron detectives privados, empezaron a cruzarse información y denunciaron los hechos que dieron origen a esta causa.

"Me avergüenzo de lo hecho; se me puede tachar de asqueroso"

Eduardo Pérez Caro no llegó a ser interrogado este lunes en relación con las acusaciones que pesan sobre él, puesto que mostró su conformidad con los delitos que le atribuyen, pero sí accedió a declarar para defender a su exmujer, Concepción S. S. Ella, que se enfrenta penas que suman siete años y ocho meses de prisión, fue una de las tres personas que no admitieron los hechos y, por lo tanto, está siendo juzgada.

En su descargo, dijo que mientras vivió con su entonces marido "jamás" pisó un banco y que era él quien se ocupaba de todo lo relacionado con las cuentas. Contó que ella compraba con una visa y la tarjeta del Corte Inglés y ya no necesitaba más.

En relación a la decena de sinietros que supuestamente habían ocurrido en su casa o en la de sus padres, dijo que no sabía nada. «Esos siniestros nunca se produjeron y yo no he tenido ningún beneficio», declaró.

Eduardo Pérez corroboró todo lo dicho por Concepción S. y explicó que la tenía engañada tanto a ella –"en todos los sentidos", aclaró– como a la compañía para la que trababa. "Me avergüenzo de lo que hice", dijo casi llorando. "Se me puede tachar de asqueroso –añadió–, pero ella no tiene ninguna culpa ni sabía nada".

Explico que él iba al banco como si fuera su "casa", desde allí hacía llamadas y si tenía que "echar un garabato" como si fuera la firma de su mujer, lo hacía y no pasaba nada. "Tenía hasta una mesa si quería para hacer llamadas desde allí a mis clientes", dijo. También giró partes por siniestros falsos en casa de los padres de su ex, lo que llegó a conocer el suegro, ya fallecido pero no así la suegra