Zaragoza

El mal olor de Zaragoza, un estigma del pasado

El hedor que envolvió a la ciudad el martes fue un episodio puntual con pocas posibilidades de repetirse a corto plazo.

Vista aérea de un conjunto de viviendas en el centro de Zaragoza.
Vista aérea de Zaragoza.
Marcos Martínez

No, Zaragoza no huele especialmente mal. Los días del año en que el gesto torcido es generalizado son los menos. Eso sí: los episodios de hedor tan evidentes como el del martes, pese a ser puntuales, dejan poso en el imaginario y hacen creer que el perfume de la capital aragonesa es de baratillo. La creencia está arraigada por culpa de un pasado menos higiénico. "Hasta hace una década, año arriba o abajo, la ciudad tenía un problema de olor procedente de su tejido industrial, ese estigma era real. Se ha corregido por las medidas medioambientales que han ido adoptando las empresas, muchas de ellas han hecho esfuerzos reales y hay que aplaudirlo", indica Isabel Guerrero, química zaragozana especializada en formulación cosmética.

Para la perfumista, los olores juegan un papel en el bienestar de los vecinos: "Debemos tomar conciencia de lo que suponen para la salud. No podemos acomodarnos a las malas fragancias, provengan de fábricas o de la falta de limpieza, un problema que se ha agravado en el corazón de la ciudad durante los últimos cuatro años y que con la subida de las temperaturas provocan hedores y la aparición de insectos. Esa cuestión se debe atajar cuanto antes".

El fuerte olor que el martes cubrió la ciudad y que hizo a más de uno revisar la suela de sus zapatos tuvo su origen en el vertido de unos lodos en una extensión agrícola en Movera. Este limo, procedente de varias factorías, es empleado habitualmente como abono orgánico para favorecer la fertilidad de la tierra. Y aunque siempre pasa desapercibido entre los urbanitas, en esta ocasión entraron en juego otros actores: las rachas de viento y su dirección y las temperaturas.

"Las condiciones meteorológicas no se tienen en cuenta, por norma general, a la hora de abordar los vertidos. Pero son tan importantes como una correcta  depuración", comenta Rosa Arias, ingeniera química e investigadora principal del proyecto D-Noses, de Ibercivis, en el que se están mapeando los olores de ciudades europeas, entre ellas Zaragoza. La experta sostiene que, si bien los lodos de depuración huelen muchísimo", también son "buenísimos para la agricultura".

“La situación ha mejorado muchísimo”

Los barrios de la margen izquierda son los primeros en percibir uno de esos episodios puntuales. Rafael Tejedor, portavoz de la asociación vecinal Tío Jorge, del Arrabal, considera que "la situación ha mejorado muchísimo en los últimos años gracias, entre otras cosas, a las medidas que Saica ha adoptado desde 2008, aunque hay otras empresas del entorno cuyo trabajo queda patente en el aire".

El líder vecinal cree necesario “que las instituciones realicen un mapa de vertidos y otros procesos contaminantes” y que “se controle qué empresas cumplen con el protocolo de Kyoto y el tratado de París”. En cualquier caso, Tejedor pone en perspectiva el mal olor de hace dos días en la capital aragonesa: "Trabajo en Huesca, donde los campos de alrededor se abonan con purines, algo que se nota a menudo en la ciudad".

Distintos lodos y usos

Los lodos que provocaron el episodio del pasado martes procedían de varias empresas, entre ellas de la zaragozana Saica. Fuentes de la compañía explican que “estos se generan en el proceso de depuración previo a verter las aguas al río”. De esos lodos, "aproximadamente la mitad se derivan a la planta de valorización energética de El Burgo de Ebro”, mientras "el otro 50% se llevan a valoración agrícola a través de una empresa gestora de residuos autorizada".

Los lodos -de industrias papeleras, alimentarias o de aguas urbanas- se descargan y almacenan hasta tener la cantidad necesaria para una finca concreta, que se divide en zonas. Después, "el gestor realiza un análisis de las características tanto del suelo como de los lodos, y en base a los resultados determina la dosis de cada tipo de lodo necesaria para cada tabla, según lo que se vaya a cultivar en dicha finca".

Los lodos de la finca de Movera se empezaron a aplicar el lunes por la tarde y el martes por la mañana. "Desafortunadamente, esta tarea, que es habitual y rutinaria, tuvo unas características atmosféricas adversas que hizo que el mal olor que tienen durante el periodo en el que se esparcen se propagase a otros puntos de la ciudad. Si no llueve, las labores de labranza posteriores que mezclan el lodo con la tierra y permiten que éste penetre en la misma se realizan de inmediato, en las 24 horas siguientes a haber sido esparcidos los lodos, para evitar o minimizar dichos olores, que habitualmente no ocurren. Todo el proceso se ha hecho correctamente", defienden en Saica.

La compañía sostiene que "la gestión de este residuo por esta vía está dentro del marco legal existente, siendo además un buen ejemplo tanto de economía circular como de sostenibilidad".

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