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La prisión de Teruel, favorita entre los penados valencianos

La cercanía geográfica, el trato personalizado y la oferta de actividades hacen que muchos reos levantinos elijan el reducido presidio aragonés

Un grupo de presos despide con un picnic en la zona exterior de la cárcel de Teruel a un compañero que pasa a tercer grado.
Un grupo de presos despide con un picnic en la zona exterior de la cárcel de Teruel a un compañero que pasa a tercer grado.
Javier Escriche

“No es un mito, es una realidad; los presos de la Comunidad Valenciana que pueden elegir, ingresan en la cárcel de Teruel”. Quien habla es una trabajadora del centro que prefiere no revelar su nombre, pero que asegura, sin género de dudas, que un alto porcentaje de los internos de esta prisión son de Levante. Los jueces suelen permitir al reo la elección de un penal en casos de delitos leves o que no implican una peligrosidad y siempre que el procesado entre voluntariamente.

Con apenas 150 internos –muy lejos de los 2.400 que viven en la saturada cárcel de Picassent o los 1.700 de la de Albocàsser, ambas en Valencia– la prisión de Teruel concede al recluso un trato muy cercano por parte de sus trabajadores. A ello se suma que las instalaciones son relativamente nuevas, terminadas de remodelar en 2013 con celdas modernas y un buen gimnasio dotado con todo tipo de máquinas, pesas y barras para abdominales. Y no es complicado para los familiares de los presos llegar de Valencia a Teruel, pues por la A-23 se tarda escasamente una hora, menos, incluso, que desplazarse desde algunos puntos de la Comunidad Levantina a la apartada cárcel de Albocassèr.

Clases de yoga y baile caribeño

La reducida población reclusa permite poner en marcha diversas actividades de formación y ocio. Los presos pueden cursar Educación Secundaria Obligatoria y una carrera universitaria a distancia. Hay un huerto ecológico cultivado por ellos en el que crecen tomates y cebollas, un circuito para recorrer en bicicleta, clases de baile caribeño, lengua francesa, yoga y pintura con acuarela –en muchos casos impartidas por los propios reclusos–, hay equipo de futbol sala, baloncesto y voleibol y se organizan competiciones de marcha atlética.

El cuidado del huerto ecológico, en la imagen, es una de las actividades más demandadas.
El cuidado del huerto ecológico, en la imagen, es una de las actividades más demandadas.
Javier Escriche

Siempre monitorizados, los internos salen de la prisión para practicar senderismo en grupo o visitar monumentos y museos de la ciudad de Teruel. El desarrollo de tan variada oferta de actividades es posible también por el alto nivel de voluntariado que registra el centro penitenciario. Cruz Roja, Cruz Blanca, Cáritas, la Asociación de Familiares de Enfermos Mentales o la Pastoral Penitenciaria son algunas de las instituciones que se implican en la atención al preso.

En la cárcel de Teruel se encuentran escenas inusuales en un recinto penitenciario, como el picnic de despedida, en la zona exterior de la prisión, que nueve reclusos ofrecieron hace unos días a un compañero que pasa al tercer grado y solo irá a la cárcel a dormir. A la pregunta de quién era de Valencia, los diez levantaron la mano.

"Aquí siempre veo al educador y puedo hablar con él en confianza, me siento muy acogido, nada que ver con mi estancia en Picassent", manifestó A. N. G., uno de los comensales. Otro, V. R., explicó que, al estar todos los internos en segundo grado –lo obtienen los condenados con circunstancias de convivencia normales y que no requieren de máxima seguridad– y compartir módulo, surge entre ellos el compañerismo. "Dentro de la imposibilidad de estar con nuestras familias, nos ayudamos unos a otros; en una macrocárcel estás olvidado por todos", afirmó.

Tres internos recorren el circuito para bicicletas que hay en la zona exterior de la cárcel.
Tres internos recorren el circuito para bicicletas que hay en la zona exterior de la cárcel.
Javier Escriche

Patricia Loras, una abogada que trabajó en Valencia antes de instalarse en Teruel, recuerda que le sorprendió el hecho de que muchos de los delincuentes a los que asistió por aquel entonces pidieran ser ingresados en el centro turolense. "Les pregunté el motivo y me dijeron que era como el ‘Marina d’Or’ de los presos, tanto por las buenas instalaciones como por el trato personalizado que los funcionarios tienen con ellos", explica.

Otra letrada, Olga Sánchez, señala que a muchos de los presos preventivos de Valencia defendidos por ella que son trasladados al centro penitenciario de Teruel un día o dos antes de ser juzgados por los tribunales de esta ciudad no les pasan desapercibidas las características de la pequeña prisión turolense. "¡Qué diferencia, yo me quiero quedar aquí!, me dicen algunos", destaca la abogada.

Para el letrado Rodrigo Gómez, la comodidad y la discreción para las familias a la hora de desplazarse a visitar al preso es otra de las causas por las que muchos reclusos eligen Teruel. "Macrocárceles como la de Picassent están apartadas de los núcleos urbanos y los familiares tiene que coger el autobús específico para ir a ese recinto penitenciario, algo que puede resultarles traumático", opina Gómez. "En Teruel, uno puede ir caminando a la cárcel, confundido entre el resto de los vecinos", aclara.

El director de la cárcel de Teruel, Armando de Carlos, no oculta su "orgullo" por la variedad de actividades y por el ambiente humanizado que encuentra la población reclusa, entre la que hay agresores sexuales, homicidas y autores de otros tipos de delitos. 

"Hablo a diario con los presos"

"Yo entro a diario a la prisión y hablo con los presos. En la Junta de Evaluación los conocemos bien a todos y nos gusta debatir sobre ellos. Elaboramos informes muy amplios, lo que ayuda a tomar decisiones correctas y coherentes, por ejemplo, en lo relativo a la concesión de un permiso", explica De Carlos.

El director de la prisión destaca que las familias expresan a menudo su gratitud por el trato individualizado que se presta a los internos. También llegan a la Dirección del centro mensajes de agradecimiento de los propios reclusos, como el que envió recientemente uno de ellos tras haber sufrido un infarto. “Fue ingresado en el hospital y tanto la subdirectora de Trabajo como la evaluadora acudieron a visitarlo al centro sanitario. Además, la plantilla de la prisión tuvo una reacción muy rápida que permitió que fuera atendido con toda urgencia”, explica De Carlos.

En el pasillo camino del Economato se respira un clima de tranquilidad. Dos presos que han hecho méritos por buen comportamiento, A. R. T. y F. A., ambos de Valencia, gestionan este pequeño local en el que se venden productos de primera necesidad y se sirven cafés. "El respeto mutuo es esencial para que la estancia aquí sea llevadera. Toca poner mucho de nuestra parte", confiesa uno de ellos.

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