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Sogueros, otra forma de vivir la Vaquilla en Teruel

Un grupo de hombres y mujeres sacrifican su diversión para sacar por las calles a 4 toros sujetos con cuerdas para el disfrute del público

Parte de la treintena de sogueros que sacarán hoy por las calles a cuatro toros amarrados con cuerdas, posan ante el coso de Teruel.
Parte de la treintena de sogueros que sacarán hoy por las calles a cuatro toros amarrados con cuerdas, posan ante el coso de Teruel.
Javier Escriche

A pocas horas de que los toros ensogados corran por las calles de Teruel, los encargados de guiar a estos astados templan los nervios en la puerta del coso. No temen al animal, repiten, pero confiesan que viven con tensión los momentos previos a la celebración de una de las tradiciones más genuinas de la capital turolense.

No es para menos. A Félix Tortajada, ‘El Pelos’ –como le gusta que lo llamen–, un toro le clavó el cuerno en un muslo hiriéndole gravemente. Fue en 1988, pero se acuerda como si hubiera sido ayer. Tras 16 días ingresado en el hospital, se fue a la ganadería para mirar a los ojos a su rival. "Sentí que no me había vencido, le perdoné, porque el animal solo hacía su faena, y decidí seguir como soguero", recuerda.

Hasta hoy. Porque quizá los astados de este lunes de Vaquilla sean sus últimos ensogados. "Me jubilo tras 43 años", dice con la boca pequeña y mostrando, con cierto orgullo, las yemas de sus dedos índices reventadas y ya encallecidas tras décadas ‘cosiendo al toro’ o, lo que es lo mismo, asegurando el nudo de la soga con una cuerda de esparto para que no se deshaga por muchos cabezazos que dé el animal.

Sea como fuere, ‘El Pelos’ deja legado, pues dos de sus hijos siguen con la tradición. También es savia nueva Víctor Fuertes, quien a sus 28 años lleva 12 como soguero, tras haber sido aleccionado por su tío, Jesús Ros, miembro de la Comisión de la Asociación de la Soga y la Baga de Teruel.

Para Víctor Fuertes, ser soguero es "una de las mil formas que existen de vivir la Vaquilla". "Solo salgo con mis amigos un rato, he de tener la mente en el toro y estar bien preparado físicamente", explica. Su gente lo comprende y le alienta cuando sale junto al astado por la calle del Tozal y la plaza del Torico.

Gimnasio y alimentación sana

Estar en buena forma no es solo fruto de no trasnochar durante la Vaquilla. Terminados los excesos navideños, los sogueros se ponen manos a la obra para estar ágiles cuando lleguen las Fiestas del Ángel. "La fórmula es correr un rato cada día, cuidar la alimentación y apuntarse al gimnasio", asegura Jesús Ros.

Cada soguero recorre unos 20 kilómetros el lunes de Vaquilla. Los cuatro astados son ensogados de madrugada en la plaza de toros y conducidos uno a uno hasta los Corrales de la Nevera –a un kilómetro–, donde permanecerán hasta la tarde, cuando, otra vez acompañados por los miembros de la Asociación de la Soga y la Baga y de cientos de corredores, enfilen por el Tozal hacia la plaza del Torico llenando de emoción y riesgo la fiesta.

"Cada Vaquilla pierdo un kilo y medio"

"Cada Vaquilla pierdo, por lo menos, un kilo y medio por los nervios, la tensión y el esfuerzo físico", confiesa Felipe Ventura, un soguero al que le puede la pasión por el toro. También sufrió un percance con un astado, "pero al año siguiente estaba otra vez con la soga; me gusta", explica.

Ventura tiene un deseo. "Si me jubilo, solo quiero que mi hijo haya aprendido lo que le he enseñado y que sus compañeros confíen en él", dice con solemnidad. "Estoy muy orgulloso de que mi hijo esté aquí, conmigo", rubrica.

A sus 19 años, al heredero de Felipe Ventura, Carlos, no hace falta empujarle para que siga con la tradición. "No me da miedo el toro, me atrae esta costumbre por la alegría y el mito que encierra", señala el joven.

Se desconoce cuándo surgen los toros ensogados en Teruel. Esta práctica, que evita accidentes a los corredores, realzaba otras celebraciones antes de que fuera incorporada a la Vaquilla. Hasta 1881 –relata Jesús Ros– los animales no salían de la plaza de toros.

Pese a la presencia de los sogueros, correr junto al toro conlleva riesgo. Los miembros de la Asociación de la Soga y la Baga recomiendan a los participantes en las carreras situarse en el lado opuesto al que ocupan ellos, pues así es más fácil que estos puedan protegerles ante cualquier giro inesperado del animal.

La fuente, zona peligrosa

La plaza del Torico tiene sus puntos negros. Si el toro rodea muy rápido la fuente sobre la que se encuentra la escultura del famoso astado, los sogueros no tienen fácil el control del animal y puede haber una cogida entre el público que se arremolina en este lugar. Las zonas porticadas son también peligrosas, pues el toro puede circundar una columna y poner en aprietos al público sin que los de la soga y la baga tengan mucho margen de maniobra.

Pero el lugar más inseguro es la estrecha calle de los Amantes. "Allí, si el toro decide dar media vuelta, ¡tonto el que no corra!", resume Félix Tortajada, ‘El Pelos’. No cabe, ante tan compleja situación, más que avisar a los corredores que van delante para que atraigan al animal y este retome su camino hacia adelante.

Para los sogueros, uno de los momentos más inseguros es la salida del toro desde el coso. Aunque el astado está amarrado con las cuerdas que se conocen como la soga y la baga, sus pezuñas no resbalan en el albero como lo harán en el asfalto y el animal se hace fuerte. La plaza del Torico, sin embargo, es el lugar en el que estos ángeles de la guarda de los vaquilleros se lucen y disfrutan dominando al toro.

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