La Mangranera, una sala de catas de vino diferente y con degustaciones a medida en Alcañiz

Esther Ibáñez es periodista y siempre ha trabajado en este sector. Es de La Fresneda y después de 20 años viviendo en Madrid, hace seis que regresó a su tierra.

Esther Ibáñez en La Mangranera, una sala de catas de vino en Alcañiz.
Esther Ibáñez en La Mangranera, una sala de catas de vino en Alcañiz.
Heraldo

Hace seis años que Esther Ibáñez, original de La Fresneda (Teruel) regresó a sus orígenes. Desde entonces vive en Alcañiz, tras 20 años asentada en Madrid, a donde se mudó para estudiar Periodismo. Su primer trabajo ya estuvo relacionado con el vino y así ha continuado durante toda su carrera. Además, en el pueblo su familia tiene viñas por lo que la relación con el sector vitivinícola de Esther siempre ha sido una constante en su vida.

Ella es quien está detrás de La Mangranera, una sala de catas de vino a medida para grupos de amigos, familiares o compañeros de empresa. En este espacio, que está en funcionamiento desde hace un año, aproximadamente, también se realizan presentaciones de bodegas y de productos agroalimentarios para profesionales de la hostelería u otros clientes finales potenciales.

“Es un intento de acercar la cultura del vino de una forma divertida a una zona que, a pesar de ser vinícola, con la IGP Bajo Aragón, no disponía de este tipo de oferta de actividades”, explica Esther. Hace unos diez años sí había una tienda especializada en vinos en Alcañiz, donde se realizaban catas, pero hace tiempo que en la localidad no se ofrecía este servicio. “La Mangranera es una persiana que ahora está subida y también una forma de apoyar al comercio local en el medio rural”, sostiene esta emprendedora.

Para hacer realidad su negocio, tuvo que reformar el local, que era totalmente diáfano, y acondicionarlo a las necesidades de una sala de catas. “Tuve que hacer una obra importante, poner neveras, vinotecas o habilitar un espacio donde guardar muchas copas, porque cada vino se sirve en una diferente, para poder comparar”, relata. En cualquier caso, su sala es modesta y tiene capacidad para unas 14 ó 15 personas sentadas.

Las catas se dirigen a mayores de edad y la duración es de una hora y media aproximadamente. Se dan a probar cinco vinos y se suele incluir un extra, como un vermú, un Aperol spritz o un sake japonés. “La mayoría de quienes lo prueban no lo habían hecho antes. Es también una forma de viajar, sin tener que ir a la otra punta del mundo”, explica, sobre esta última bebida. Pero a pesar de poder conocer lugares lejanos a través del paladar, con vinos no solo de Aragón, sino de otras partes de España y de fuera del país, Esther procura que su tierra siempre esté presente.

Así, en el picoteo que siempre pone para acompañar la cata el 80% de los productos son aragoneses. “Hay jamón de Teruel, queso de Tronchón o patatas fritas Doruel, que se hacen en Villarquemado”, ejemplifica.

Las historias que hay detrás de los vinos

“Mi formación vinícola no es técnica por lo que en las catas cuento las historias que hay detrás de los vinos”, explica Esther, quien ha tenido la suerte de viajar mucho e incluso de estar en las bodegas de los vinos que sirve ahora en su sala, lo que le permite hacer sus degustaciones diferentes. Desde que comenzó, se ha ido dando a conocer cada vez más y ya empieza a recibir grupos no solo de Alcañiz, sino también de otros pueblos de alrededor. Suele tener una o dos catas cada semana, que se realizan los viernes y los sábados por la tarde, aunque a veces ha llegado a tener hasta cuatro.

De forma simultánea, Esther sigue escribiendo sobre vinos y gastronomía para diferentes medios especializados y La Mangranera es para ella un extra con el que puede vivir donde quiere y ganarse la vida como quiere. “Es además una conexión con mis orígenes ya que la Mangranera es una zona de La Fresneda donde antes había granados y donde yo jugaba e iba con la bici cuando era pequeña”, recuerda, en relación al nombre que ha dado a su negocio. “Además, -continúa- es un nombre muy aragonés y con otras variaciones según la zona, donde a la granada también se la conoce como megrana, magrana o mengrana”.

Junto con las degustaciones a medida, su sala también sirve de escaparate para productores de vino que quieren darse a conocer en la zona. Así, en este espacio se organizan presentaciones a las que Esther convoca a hosteleros, dueños de tiendas y, en general, potenciales clientes. “Es una satisfacción ir a un restaurante de Alcañiz y ver que uno de esos vinos se ha incorporado a la carta. Siento que el círculo se cierra”, asegura.

Por el momento, Esther no está pensando en grandes cambios en La Mangranera y el plan es seguir dando a conocer este espacio creado para poder disfrutar del vino de manera lúdica y divertida. En La Mangranera se pueden explorar los vinos que se hacen en la zona y también los de otras denominaciones de origen de Aragón y del mundo. Para reservar una degustación a media, se puede contactar con Esther por teléfono (623 266 089) o correo electrónico (vinos@lamangranera.com).

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