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Teruel capital, récord nacional en precipitación en la última semana

La ciudad registró 76,8 litros por metro cuadrado –52,2 de ellos en una tormenta que dañó infraestructuras– que apenas han aliviado la sequía.

Consecuencias de la tormenta en Teruel
Consecuencias de la tormenta en Teruel
Antonio García/Bykofoto

La capital turolense ha registrado el récord de precipitación en el país y en la Península Ibérica en la última semana, al haberse recogido en la ciudad 76,8 litros por metro cuadrado, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Desde el 31 de mayo hasta el pasado 5 de junio ha llovido en Teruel todos los días menos dos y este martes por la tarde volvió a haber un chaparrón.

Casi el 68% de esos 76,8 litros por metro cuadrado, concretamente 52,2 litros, cayeron el pasado sábado, 3 de junio, en menos de dos horas, colapsando el tráfico y provocando daños en viviendas, vías públicas, en el hospital Obispo Polanco y en instalaciones deportivas municipales. Tras tres días cerrada por inundación, la única piscina climatizada de la ciudad volvió a abrir ayer tarde sus puertas.

Sin embargo, las lluvias apenas han elevado el nivel de agua almacenada en el embalse del Arquillo, que abastece a la capital turolense. El pantano se encuentra al 79,27% de su capacidad, con un total de 16,66 hectómetros cúbicos frente a los 16,51 hectómetros cúbicos que tenía el pasado 25 de mayo, antes de que comenzara la cadena de chubascos tormentosos que registra Teruel estos días.

Al tratarse de fenómenos muy localizados, las lluvias registradas en la ciudad no han alcanzado apenas al embalse del Arquillo, a unos seis kilómetros de distancia, donde solo cayeron 14,4 litros por metro cuadrado el 31 de mayo y 5,2 el 1 de junio. Después, no ha vuelto a llover en el entorno del pantano.

Tampoco ha mejorado el caudal del Alfambra, un río sin ningún tipo de regulación por embalse del que, no obstante, depende el riego de los campos de cultivo de unos 200 agricultores de Teruel y núcleos cercanos, como Villalba Baja, Peralejos, Tortajada, Cuevas Labradas, Alfambra o Perales del Alfambra.

Un agricultor de Villaba Baja, Joaquín Biel, ha explicado este martes que da por perdido el 90% de su cosecha de cereal, al no haber podido regar los campos durante los dos últimos meses. Hubo parcelas que ni siquiera sembró en su momento ante las malas previsiones de lluvia. Aclara, sin embargo, que el secano ha experimentado una ligera mejoría gracias a los continuos chaparrones de esta semana y que la hierba en el monte ha crecido bastante, aumentando la cantidad de pasto para el ganado.

La piscina climatizada reabrió ayer tras tres días cerrada por los daños que causó la tormenta.
La piscina climatizada reabrió ayer tras tres días cerrada por los daños que causó la tormenta.
Antonio Garcia/Bykofoto

El presidente de la Comunidad de Regantes de Peralejos, Carlos López, lamenta que el río Alfambra "no se ha recuperado y escasamente conserva el caudal ecológico". Por falta de agua, López ha desistido este año de plantar chopos en tres hectáreas, pues, según explica, la inversión es elevada –más de 2.000 euros a los que hay que añadir las horas de trabajo– y no percibió garantías de que la plantación fuera a fructificar.

"Si la situación hidrológica no cambia, el regadío de esta zona se va a convertir en secano a efectos de producción", advierte Carlos López, quien lamentó que decenas de agricultores de la cuenca del Alfambra no van a poder obtener rendimiento de sus tierras este año.

"Si la situación hidrológica no cambia, el regadío de esta zona se va a convertir en secano a efectos de producción"

No está mejor la situación en el resto de la Península Ibérica, donde las precipitaciones registradas esta semana no han contribuido a frenar el descenso de los embalses. Según informa Europa Press, los pantanos, en su conjunto, han perdido 52 hectómetros cúbicos –el 0,1%– y en la actualidad se encuentran, por término medio, al 47,4% de su capacidad. Con estos índices, la reserva está casi un 30% por debajo de la media de agua embalsada en los últimos 10 años.

La mayor demanda de agua, el carácter puntual de los chubascos –que no riegan toda la superficie ni penetran tanto en el suelo– y la mayor evaporación habrían contribuido a que las rerservas de agua sigan mermando pese a las lluvias generalizadas.

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