Teruel

La falta de frío en Teruel dispara una plaga de escarabajos que está dañando la trufa

Los hongos afectados se venden cinco veces más baratos y los productores piden ayuda para frenar el perjuicio a un cultivo que asienta población

Un truficultor de la comarca Gúdar-Javalambre busca trufas con ayuda de un perro adiestrado.
Un truficultor de la comarca Gúdar-Javalambre busca trufas con ayuda de un perro adiestrado.
Laura Uranga

Los productores de trufa negra de la comarca Gúdar-Javalambre afrontan con preocupación una atípica campaña en la que la falta de frío ha desatado una plaga de escarabajos que está dañando la cosecha de este preciado hongo. Las fuertes heladas de inviernos anteriores paralizaban al Leiodes cinnamomea al llegar diciembre –cuando empieza la parte álgida de la recolección–, pero las suaves temperaturas que reinan ahora en el sur de la provincia de Teruel han hecho que este coleóptero se encuentre actualmente en plena actividad.

Así lo puso de manifiesto este miércoles el vicepresidente de la Asociación de Truficultores de Teruel (Atruter), Rafael Doñate, quien lamentó que a la sequía vivida durante el pasado verano y que ha mermado hasta en un 40% la cosecha, se suman ahora las pérdidas que está ocasionando el Leiodes cinnamomea.

Según relató, hay campos en los que la mitad de las trufas que se recolectan están dañadas por el escarabajo. El hongo mordido por el coleóptero madura antes, precipitando su salida al mercado, y lo que es peor aún, al no considerarse un producto de primera calidad, pese a que su sabor es el mismo, su precio se reduce hasta cinco veces respecto a una trufa normal.

"Tenemos que vender las trufas agujereadas a 150 o 200 euros el kilo, mientras que el precio habitual de este producto oscila entre 800 y 900 euros", destacó Doñate. El vicepresidente de Atruter alertó de que la plaga podría reducir este año los ingresos a algunos truficultores hasta en un 50%, algo muy grave si se tiene en cuenta que este cultivo está asentando población en la zona y se ha convertido en uno de los principales motores de desarrollo de la comarca de Gúdar-Javalambre.

"No es normal que un 11 de enero –por ayer– haya en Sarrión 18 grados de temperatura; otros años por estas fechas había heladas por la noche, había frío y este invierno aún no se han dado esas condiciones", subrayó Rafael Doñate.

Al tener que adelantar la venta de la trufa picada por el escarabajo debido a su pronta maduración, su precio también se ve reducido, pues se satura el mercado desequilibrándose la relación entre oferta y demanda. Además, se paga más la producción de la segunda parte de la campaña de recolección –los meses de diciembre, enero, febrero y marzo– cuando la trufa ha madurado de forma natural y adquiere todo su potencial.

La Asociación de Truficultores de Teruel viene destinando partidas económicas a la investigación contra el Leiodes cinnamomea, cuyos dañinos efectos se han agravado este año por las impropias temperaturas para ser invierno, y con este mismo objetivo ha solicitado ayuda al Fondo de Inversiones de Teruel, el Fite, de 2022. Sin embargo, según explica Doñate, hoy por hoy, no hay solución más allá de un costoso sistema de trampeo que solo ha logrado reducir el número de escarabajos en un 10% o, a lo sumo, un 15%.

Desde Atruter reclaman subvenciones que ayuden a los truficultores a paliar las pérdidas, pero la falta de legislación en un sector relativamente nuevo complica la posibilidad de que los productores reciban ayudas desde la Administración. Doñate apunta que la proliferación de cultivos en los últimos años y la concentración de estos en determinadas áreas también han favorecido la expansión del escarabajo. Añade que una recolección diaria, evitando dejar en la tierra trufas que ya están maduras, ayuda a controlar la plaga.

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