Trangas y madamas atraen a Bielsa a miles de visitantes en el carnaval más trasgresor

Una plaza Mayor abarrotada de público recibió a los singulares personajes de la histórica fiesta de máscaras del Pirineo.

En la plaza Mayor de Bielsa no cabía un alfiler para asistir a su popular carnaval.
En la plaza Mayor de Bielsa no cabía un alfiler para asistir a su popular carnaval.
Verónica Lacasa

"En Bielsa el año no empieza el 1 de enero sino que va de carnaval a carnaval, es lo que marca nuestros calendarios". Lo dice Manuel Cazcarra, ataviado con el atuendo de domador, cuyo papel es someter al onso (oso). Estos y otros personajes de la ancestral fiesta, la más famosa en Aragón, han vuelto a atraer este sábado hasta la localidad pirenaica a miles de visitantes. No en vano no dejó de celebrarse ni en la Dictadura, solo la covid marcó un paréntesis. 

Los curiosos, llegados de toda la comarca del Sobrarbe, pero también de otras procedencias más lejanas, han abarrotado la plaza Mayor de Bielsa para vivir uno de los carnavales que mejor simboliza la trasgresión de esta celebración, con sus curiosos personajes representativos del bien y del mal, del fin del oscuro invierno y el renacer de la primavera. 

La ronda ha arrancado a las cuatro de la tarde. Unas 40 trangas, la figura principal, han recorrido el pueblo para recoger a otras tantas madamas en las puertas de sus casas, hasta desembocar en la plaza, donde se celebra el baile. Allí las fieras, encarnadas por jóvenes belsetanos, volvieron a embestir a los asistentes haciendo sonar las esquilas, ataviadas con cuernos, una piel de choto y tiznadas de hollín. Junto a ellas, las figuras femeninas, antítesis de la bestia, con sus vestidos de piqué blanco, mangas de organdí y cintas de raso de colores. 

Detrás de uno de los rostros enmascados con hollín y aceite que portan en la boca una patata con dientes tallados a navaja está Ricardo Dueso, con "los nervios y la emoción del día más esperado del año". "Yo no me disfrazo, me visto de tranga", precisa, dejando claro que para los vecinos de Bielsa el carnaval es algo más que una mascarada. Su misión es, como él cuenta, "dar miedo y hacer sitio en la plaza para que las madamas puedan bailar". Cree que, pese a los empujones, "los visitantes no se molestan", y en caso contrario, la alternativa es no acudir. "Es la tradición".

Este joven de 28 años sale desde los 16, una tradición heredada de su padre y su abuelo. Con el resto de las trangas, se reunió en un lugar "secreto", horas antes de la ronda, donde la gente mayor procedió a ataviarlos. "No es fácil llevar el traje", reconoce, "sobre todo la atadura a la cabeza con los cuernos, nada cómoda". Pero, como él mismo dice, "sarna con gusto no pica". Sobre las posibles afecciones en la fiesta de carnaval por las tractoradas, lo tiene claro: "Estamos con el campo y la agricultura. Hay que reivindicar. El carnaval también es una forma de protestar".

De hecho se colocó una pancarta en apoyo de los agricultores. Y no es la única en la fachada del ayuntamiento, donde Cornelio Zorrilla observa la fiesta. Este muñeco hecho con harapos y paja, condenado a permanecer cuatro días colgado hasta su quema el domingo, fue sometido a juicio sumarísimo el jueves, en el arranque del carnaval belsetano. Encarnación de todos los males, cada año representa uno o varios temas de actualidad política. Esta vez lo vistieron de médico para protestar por la falta de pediatra en la comarca de Sobrarbe.

Junto a trangas y madamas, despertaron la curiosidad del público el resto de personajes: el onso, envuelto en un enorme saco relleno de hierba seca, siempre acompañado del domador, que lo agarra con una cadena de hierro y lo arrastra por todo el pueblo; el amontato, muñeco de cartón que simboliza a una anciana sobre cuyas espaldas cabalga un hombre; el caballé, una especie de caballo; la garreta, disfraz a base de pañuelos de colores; y la yedra (hiedra), que luce un vestido forrado de hojas.

A Manuel Cazcarra, de 28 años, le toca por segundo año domar al onso. Vive la fiesta "con intensidad, porque es algo muy nuestro". Sobre su personaje, cuenta que representa "el momento salvaje del despertar de la primavera". Lleva al animal atado con una cadena y lo mismo lo cuida que lo golpea. Otras veces se ha vestido de onso o tranga. "Ahora mismo somos muchos jóvenes en el pueblo que vivimos esta tradición. Cada año se hace un sorteo para ver a quién le toca". Su atuendo es el menos establecido. Con un vaquero, camisa de cuadros, calcetines de lana y abarcas, porta una piel de cabra y la cara pintada. 

Ya lleva dos días de fiesta y se nota en su voz. El acto central del carnaval con la ronda de los diferentes personajes se ha desarrollado esta tarde, pero los belsetanos llevan dos días de celebraciones. Empezó el jueves con una costillada popular y concluirá el domingo con la quema de Cornelio. Ni la lluvia, que ha hecho su aparición de forma esporádica, ha conseguido alterar el momento más importante del año para este pueblo del Pirineo.

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