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Jesús Ibáñez: "Las estaciones de esquí llevamos mucho tiempo adaptándonos al cambio climático"

El consejero delegado de Cetursa, la sociedad de Sierra Nevada, preside por turno la Asociación Turística de Estaciones de Esquí y Montaña de España (Atudem).

Jesús Ibáñez preside la asociación de estaciones de esquí de España
Jesús Ibáñez preside la asociación de estaciones de esquí de España
Heraldo.es

Jesús Ibáñez, consejero delegado de Cetursa, la sociedad de Sierra Nevada, preside por turno la Asociación Turística de Estaciones de Esquí y Montaña de España (Atudem), que agrupa a 30 centros de alpino, entre ellos los siete aragoneses, y cinco nórdicos. A la hora de presentar la temporada 2010/2020, ha señalado que es una campaña esperanzadora por su temprano inicio y en la que espera superar las cifras de la pasada.

La temporada ha arrancado con grandes expectativas. Pocos años han abierto tantas estaciones a finales de noviembre.

Sí, hemos tenido un magnífico inicio de temporada en todas las estaciones. Prácticamente el cien por cien ha podido abrir en esas fechas. Y hay un montón de nieve. Más no podemos pedir.

Esa dependencia de la meteorología obliga a afrontar el reto del cambio climático, que aventura situaciones extremas: un año con mucha nieve en noviembre u otro, como el pasado, que no llega hasta finales de diciembre. ¿Cómo se adapta el sector?

Llevamos mucho tiempo adaptándonos a la situación de cambio meteorológico. Todas las estaciones, las españolas y las europeas, producen nieve porque puede no haber temporales con nieve pero siempre va a hacer frío. Aprovechamos las ventanas de frío a finales de octubre o principios de noviembre para ir acumulando. Es la mejor manera de prepararse. Ha habido años como el pasado en el que muchas tuvieron dificultades para empezar y otros como este que han arrancado de forma magnífica.

La altitud también es un factor decisivo. ¿La tendencia es tener pistas a mayor cota?

Cuanto más alto, más fácil es producir nieve o que te caiga de forma natural. Todas las que tienen posibilidad de expandirse lo están haciendo hacia lo alto. Pero de momento el sector de la nieve en España no está asustado por el cambio climático. Mantiene un esfuerzo de renovación con más cañones, como hacen, por otra parte, austriacos, franceses, alemanes, suizos o italianos.

Pensando también en el futuro, y de cara a optimizar recursos, ¿las estrategias pasan por alianzas comerciales o uniones físicas de estaciones? En Aragón se vende un forfait conjunto y está sobre la mesa el proyecto de conexión entre Formigal, Candanchú y Astún?

La tendencia es ayudarnos y colaborar, lo hacemos todas. Hay empresas que están adquiriendo estaciones de esquí, públicas o privadas, para integrarse y concentrar, sobre todo entre zonas cercanas. Y también se crea un único forfait, que permite a los esquiadores probar diferentes áreas. Forma parte de la política de diversificación de los riesgos, porque puede ser que en una zona no haya nieve, pero sí en otra. Es una manera de luchar contra las adversidades en una actividad como la nuestra que depende totalmente del clima.

¿Otra de las apuestas es el aumento de superficie esquiable?

La gente busca nuevas experiencias en estaciones muy grandes. En las montañas Dolomitas están las más grandes de Europa, más de 400 kilómetros. Es una unión entre casi todas para ofrecer un servicio común. Crecer en pistas, ofrecer más, construir nuevas… es lo que todos queremos. A veces, como estamos en zonas de montaña, nos encontramos con la necesidad de obtener permisos ambientales al ser espacios protegidos, como le pasa a Sierra Nevada, y es complicado crecer.

Suelen tener enfrente la oposición de los grupos ecologistas.

Somos los primeros interesados en cuidar el entorno. Los macizos montañosos son muy grandes y las zonas esquiables suponen un porcentaje mínimo. Si cerráramos las estaciones, ¿sabe cuánto empleo se perdería? El directo (3.044 personas la temporada pasada) se multiplica por siete en puestos indirectos.

Ayudamos a que España no esté vacía, en esa reclamación de que se cuiden las zonas rurales. Ninguna está en el centro de la ciudad. Damos trabajo a muchísima gente de valles que se convierten en centros turísticos y nunca lo hubieran sido sin una estación. Depuramos las aguas, replantamos con semillas, hacemos reforestación, cuidamos las pistas, hacemos drenajes para evitar que las lluvias torrenciales arrasen con la superficie… Habrá quien diga que cualquier cosa más allá de la rueda o encender una cerilla debería estar prohibido, pero otros no pensamos lo mismo. Hemos movido a casi 6 millones de visitantes. ¿Cuánta gente subiría a Sierra Nevada si la estación de esquí no estuviera aquí? Hay 600.000 personas que vienen a esquiar y 200.000 que vienen a disfrutar sin esquiar. Si no les facilitáramos el acceso por la carretera y los remontes, no lo harían. La naturaleza también está para disfrutarla.

¿El esquí sigue siendo un deporte elitista?

La infraestructura que hace falta es la más cara de cualquier instalación deportiva. En cada estación hay decenas de millones de euros invertidos en pistas, remontes y sistemas de nieve artificial. Eso hace que el forfait tenga un precio. Jugar con un balón en la calle es barato, pero otras actividades también requieren infraestructuras. Además, todas las estaciones hacemos precios especiales para deporte escolar, universitario, de mayores, inclusivo…, y ofertas.

¿Se ha popularizado el esquí en los últimos años?

Después de Italia, somos el país donde más crece el número de esquiadores. Si hay casi 6 millones de jornadas de esquí, evidentemente es un deporte popular.

¿Qué papel juegan las estaciones de esquí de Aragón?

Son unas excelentes estaciones, que avanzan deprisa y tienen un importante papel en la asociación, donde son muy activas.

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