Con cañones o desde el aire: así se desencadenan los aludes

Estaciones de esquí y gestores de carreteras recurren estos días a distintos sistemas para hacer caer la nieve ante el fuerte riesgo de avalanchas

El helicóptero con la campana Daisybell en la carretera del balneario de Panticosa, donde estuvo actuando el lunes
El helicóptero con la campana Daisybell en la carretera del balneario de Panticosa, donde estuvo actuando el lunes
Balneario de Panticosa

Desde el aire o por tierra, con una mezcla explosiva de gases o con cargas detonadoras, manualmente o recurriendo a tecnología de control remoto vía satélite. Los gestores de las carreteras y de las estaciones de esquí de Aragón afrontan estos días el fuerte riesgo de aludes aplicando distintos sistemas para provocar avalanchas y controlar así la caída de nieve en zonas inestables. Y es que las persistentes nevadas vividas en el Pirineo desde finales de enero se han prolongado casi dos semanas dejando espesores de 2 metros, lo que unido al viento que acompañó el temporal y al ascenso térmico de estos días ha incrementado el peligro. A diferencia de Francia o Andorra, en España no se utilizan granadas o dinamita, ya que el uso de explosivos está muy limitado.

El pasado lunes un helicóptero sobrevoló la estación de Formigal, la carretera del balneario de Panticosa y el paso de Portalet para desencadenar avalanchas. De él colgaba un cono abierto a modo de campana, denominado Daisybell, término que da nombre al sistema más utilizado en Aragón. Hace 10 años, la estación de esquí fue la primera en incorporarlo en España y ahora, mediante un convenio, lo presta al Gobierno de Aragón y a la agrupación hispano-francesa Espacio Portalet.

El sistema móvil helitransportado Daisybell se basa en la explosión por una mezcla de hidrógeno y oxígeno en el interior de la campana que cuelga del aparato a través de un cable de entre 15 y 30 m. Se emplea habitualmente en las carreteras del balneario de Panticosa y Llanos del Hospital y en el paso fronterizo del Portalet, tres de los puntos negros de la vialidad invernal. Es sobre todo eficaz en las 24 horas siguientes a la caída de nieve. El piloto, desde la cabina, puede hacer entre 50 y 70 disparos, según la capacidad de almacenamiento de las botellas. "La explosión se hace cerca del manto. Si lo desestabiliza, purga la avalancha y si no, se considera que es estable", explica el director de Espacio Portalet, Santiago Fábregas.

El helicóptero con la campana Daisybell en la carretera del balneario de Panticosa, donde estuvo actuando el lunes. Foto: Balneario de Panticosa.

Otra de las ventajas es que no utiliza explosivos sino una mezcla de gases. “En España la legislación es muy restrictiva en el transporte de explosivos por el aire”, aclara Fábregas. Aunque aquí está prohibido lanzarlos desde el aire, Andorra o Francia utilizan incluso granadas.

Un convenio entre Formigal y la Agrupación Europea de Cooperación Territorial (AECT) Espacio Portalet permite extender los vuelos con el Daisybell al lado francés. El helicóptero se alquila a una empresa privada con base en La Seu de Urgell, que tiene autorización para volar al otro lado de la frontera, incluido el interior del Parque Nacional de los Pirineos.

Aunque es el método más utilizado, no es el único. En la parte francesa del túnel de Bielsa y en el Somport, tanto en el puerto (N-330a) como en la entrada del túnel internacional (N-330), las avalanchas se desencadenan con el Gazex, un sistema fijo que también mezcla gases, en este caso propano y oxígeno, en el interior de un tubo metálico con una boca de salida orientada hacia la nieve. Se dispara desde un ordenador a través de control remoto vía satélite.

El Consorcio del Túnel Bielsa-Aragnouet dispone de siete Gazex, todos en la parte francesa, explica su director, Andrés Olloqui, sujetos al protocolo de intervención para el desencadenamiento de avalanchas, actualizado cada año y que en el acceso por ese país depende del alcalde de Aragnouet. Los Gazex están colocados en las vertientes de aludes más activas. Según marca el protocolo, con 30 centímetros de nieve fresca o bien bajo indicación del nivólogo, la carretera se cierra y un trabajador del consorcio realiza el recorrido para comprobar que no haya ningún vehículo. Desde un ordenador se disparan los Gazex. En caso de que la nieve llegue a la carretera, se procede a su limpieza y, aunque no caiga, hay que esperar 35 minutos para abrir la vía.

Imagen de archivo de un alud que cayó en 2010 en la carretera del túnel de Bielsa. Foto: Mamen Pardina

De las granadas al 'avalancheur'

La ventaja de este sistema, probado desde hace 25 años en 18 países, es que no depende de las condiciones meteorológicas como el helicóptero. Durante el pasado temporal, el viento impidió muchos días el vuelo con el Daisybell, lo que retrasó la apertura de varias carreteras. No requiere la manipulación de explosivos ni la intervención humana y se controla a distancia. Eso sí, no es barato. Cada equipo supera los 100.000 euros. No es solo un tubo, es necesario construir unos refugios para guardar los gases.

En el lado español, menos avalanchoso pero con 23 canales de aludes, se ha recurrido a estructuras fijas, aclara Andrés Olloqui. El protocolo de actuación también contempla la posibilidad de recurrir a la campana Daisybell.

En el francés, con una legislación más flexible en el uso de explosivos, se usan también otros métodos, como el lanzamiento de granadas desde un helicóptero. Eso sí, en contadas ocasiones: dos veces en los últimos cuatro años. Una práctica que en España está prohibida.

El Catex, un cable transportador de explosivos a modo de teleférico que los lleva hasta la zona de salida del alud, o el ‘avalancheur’, un cañón de aire comprimido que lanza cargas detonadoras a gran distancia, son otros métodos a los que también se recurre en Aragón.

La carretera de Llanos se cerró el sábado por la caída de este alud, que afortunadamente se precipitó sobre la visera construida en la carretera. Foto: Jorge Mayoral.

Explosiones manuales

Las estaciones de esquí aragonesas han ido incorporando también distintos sistemas para provocar aludes allí donde se produce acumulación de nieve, sobre todo en zonas inaccesibles con objeto de evitar que se desencadene una avalancha en cualquier otro momento y pueda causar daños. El PIDA (Plan de Intervención para el Desencadenamiento de Avalanchas) de Formigal, además de los Gazex y el Daisybell, contempla explosiones manuales. Los especialistas lanzan una carga desde un plano superior para evitar ser atrapados por el alud.

El pasado lunes, Astún realizó cinco descargas con tres métodos distintos. La estación dispone de un Gazex. Según explica su director, Alejandro Madrid, el problema de este sistema es que, además de ser caro, solo actúa en un punto. Por ello, se recurre también a explosiones manuales. No utilizan Goma 2 sino un producto denominado Sucebex, de mayor coste pero más seguro. Consiste en dos líquidos que por separado son inertes, pero al mezclarse mediante un iniciador producen una explosión de baja intensidad. Para mayor seguridad, por si la cuerda que sujeta el contenedor se desprende al lanzarlo montaña abajo, las sustancias pierden sus propiedades y se quedan inactivas en unas horas. Son los pisters los encargados de realizar estas operaciones, para lo que se requiere titulación de artificiero. La estación de esquí del valle de Aragón dispone asimismo de dos equipos de 'avalancheur'. La flecha introducida en el cañón de aire comprimido, con el Sucebex y un detonador, puede alcanzar 2 kilómetros.

Cuando se cuelan esquiadores

Alejandro Madrid advierte sobre la presencia de esquiadores de travesía cuando se realizan estas operaciones con la estación cerrada, a primera o última hora. Es fácil que algunos practicantes de esquí de travesía se salten la prohibición y se cuelen, asegura el director de Astún. "Tenemos un verdadero problema con eso. Si la estación está cerrada, no deberían entrar. A veces nos ha pasado que no hemos podido disparar porque había esquiadores por la zona cuando las pistas estaban cerradas".

En su opinión, el futuro está en el uso de drones, en condiciones muy controladas. Permitirían detonar mezclas de gases desde el aire sin tener que recurrir a un helicóptero. "Antes pueden vigilar mediante infrarrojos para comprobar si hay alguna persona en la zona, medir los espesores y temperaturas", indica. Sin embargo, España no ha autorizado de momento este sistema.

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