ganadería

Lana de oveja aragonesa para hacer bioplásticos o como aislante en la construcción

Se llama Innovawool y es un grupo de cooperación, coordinado por Javier Badía y Nicolás Urbani, que investiga usos alternativos e innovadores de la lana.

Javier Badía y Nicolás Urbani, con unas muestras para el proyecto Innovawool.
Javier Badía y Nicolás Urbani, con unas muestras para el proyecto Innovawool.
HA

Fueron dos veterinarios zaragozanos, Javier Badía y Nicolás Urbani, los que hace unos años pensaron que había que buscar nuevas fórmulas con las que valorizar la lana, cuya venta comenzaba ya entonces a ponerse complicada. No querían hacerlo solos, así que compartieron su inquietud con firmas del sector privado y con centros tecnológicos de la Comunidad.

Y el resultado fue un grupo de cooperación –que ellos coordinan–, integrado por la ganadera turolense Raquel García Vela, la Sociedad Agraria de Transformación número 173 y la empresa Franco y Navarro, que se dieron la mano con la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de Zaragoza y Aitiip Centro Tecnológico para recorrer un innovador camino que tenía como meta investigar los posibles usos alternativos, innovadores y sostenibles de la lana.

Así surgió Innovawool, un grupo de cooperación cuyo proyecto fue aprobado en la convocatoria de 2021 del Programa de Desarrollo Rural 2014-2020 y que cuenta con la cofinanciación de los fondos Feader y del Gobierno de Aragón. Con él querían investigar las utilidades de este subproducto ganadero, no solo aquellas que ya están en el mercado pero no se han potenciado o funcionado lo suficiente, sino sobre todo, las posibilidades más innovadoras.

Para ello han contado con la colaboración de Aittip, un centro tecnológico especializado en la fabricación de bioplásticos, al que trasladaron la posibilidad de integrar fibras de lana en sus producciones (entre ellas piezas para automoción). De hecho, Aitiip ya ha realizado los primeros estudios de caracterización y valorización para ver cómo se comportan los materiales en los que se integran dichas fibras.

Trabajan también, explican ambos veterinarios, en la posibilidad de realizar grabados en bioplásticos que contengan lana, porque otra de las salidas sería fabricar los crotales que debe portar el ganado ovino, con lo que el subproducto volvería a la explotación en una suerte de economía circular. E incluso podría servir, detallan los coordinadores de Innovawool, para la producción de comederos e incluso ropa para mascotas, ya que el vellón aragonés no es apreciado por la industria textil.

El proyecto ha explorado también otras posibilidades. "De la lana se puede extraer lanolina", explica Urbani. Se trata de un aceite derivado de la propia grasa que tiene este residuo y se suele emplear, detalla, "en productos cosméticos, como bálsamo labial o para talones recalentados e incluso para el tratamiento de los pechos durante la lactancia".

Esta propuesta solucionaría, además, uno de los inconvenientes que presenta el necesario lavado de la lana, como es el elevado volumen de agua necesaria para dicha tarea y los residuos que genera. "Lo que contamina ese agua es la grasa, así que al extraerla resulta más fácil de gestionar", señala Urbani.

No son estas las únicas alternativas. Puede utilizarse, como ya se hace, como abono orgánico, pero estos veterinario quieren ir más allá. Y han puesto su mirada en la construcción. "Se podrían aprovechar así las cualidades del producto, ya que es un aislante térmico y acústico y además tiene propiedades ignífugas", destaca Badía. Para conocer la viabilidad de su propuesta, de la que ellos se muestran convencidos, estos dos veterinarios tienen previsto contactar con el Colegio de Arquitectos para plantearle "que existe este producto que nos proporciona todos los años la naturaleza".

Innovawool está dando sus últimos pasos. Termina el próximo mes de octubre, pero Badía y Urbani no tienen ninguna intención de poner fin al camino recorrido. Su propósito es "que todas estas investigaciones no caigan en saco roto", especialmente porque con ellas se daría también respuesta a uno de los problemas con los que se encuentra ahora la ganadería ovina, el coste que supone no poder comercializar la lana. "Y si, además, se consigue que este subproducto aporte algo más de rentabilidad a la explotación pues perfecto", añade Badía.

Para ello, son conscientes de que necesitan la colaboración público-privada y una "implicación mayor de las administraciones, que deberían apostar por invertir en dar valor a la lana en vez de destruirla".

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