La única persona de toda España que pudo comunicarse con los refugiados ucranianos sordos está en Zaragoza

La guerra de Ucrania cumple dos años y en los primeros meses del conflicto Zaragoza se convirtió en referente nacional para la acogida de refugiados sordos gracias a la figura de Svitlana Haziuk.

Svitlana Haziuk, una ucraniana residente en Zaragoza desde hace 6 años, fue clave para la comunicación con los refugiados sordos.
Svitlana Haziuk, una ucraniana residente en Zaragoza desde hace 6 años, fue clave para la comunicación con los refugiados sordos.
M.O.

Svitlana Haziuk tiene 38 años, es ucraniana y sorda. Llegó a Zaragoza hace 6 años con su hijo, de 11, por amor. Para estar con su novio, -hoy marido- un ucraniano residente en la capital aragonesa desde hace más de 20 años, al que conoció a través de Internet por tener conocidos comunes. 

Los primeros meses en Zaragoza fueron difíciles porque no entendía la lengua de signos española, que es diferente a la ucraniana”, señala. Esta es, precisamente, la clave que llevaría a Svitlana, unos años después, a tener un papel fundamental en la acogida de los refugiados ucranianos sordos cuando estalló la guerra en este país, hace ahora dos años.

Ella aprendió la lengua de signos española gracias a la Agrupación de Personas Sordas de Aragón (ASZA), a la que acudió para gestionar sus trámites y poder conseguir un trabajo. Sin embargo, unos años después, cuando comenzó la guerra decidió presentarse ante ellos de nuevo, esta vez como voluntaria. “Mi cerebro se quedó bloqueado porque mi familia y mis amigos estaban en Ucrania y estaba muy preocupada. De hecho, acababa de conseguir mi NIE y pensaba viajar para verlos cuando comenzó el conflicto”, recuerda. 

“No pude desplazarme por la guerra y al mismo tiempo, comenzaron a salir personas de mis país buscando refugio en otros lugares de Europa”, explica, “por lo que quise ayudar en la medida de lo posible”, añade. “Me enteré de que a través de las redes sociales se había creado en toda Europa una red de apoyo y fui consciente de los problemas a los que se iban a enfrentar los refugiados ucranianos que además, tuviesen una discapacidad como la mía para comunicarse en los países de acogida”, advierte. 

Un grupo de apoyo a través de las redes sociales

“Creé un grupo especial de apoyo a los refugiados ucranianos sordos, para darles información sobre dónde acudir, sobre las entidades que les podían ayudar, para resolver las dudas que les surgían durante su salida de Ucrania y al mismo tiempo me presenté en la asociación para ofrecerme como voluntaria porque sabía que habría poca gente en España que conociese la lengua de signos ucraniana y la española”, asegura.

Los refugiados sordos suponían un reto doble ya que nadie se podía comunicar con ellos. Sin embargo, el teléfono de Svitlana no dejaba de sonar

En esos primeros días tras el estallido del conflicto la situación era de auténtico caos y “las entidades de ayuda a los refugiados estaban desbordadas y saturadísimas”, rememora Patricia Calvo, trabajadora social de ASZA, que estuvo colaborando con Svitlana en el apoyo a este colectivo de refugiados. Los refugiados sordos suponían un reto doble ya que nadie se podía comunicar con ellos sin conocer la lengua de signos propia. Sin embargo, el teléfono de Svitlana no dejaba de sonar esos días. 

Svitlana Hanziuk, es ucraniana, sorda y trabaja en la Agrupación de personas Sordas de Zaragoza y Aragón.
Svitlana Hanziuk, es ucraniana, sorda y trabaja en la Agrupación de personas Sordas de Zaragoza y Aragón.
M.O.

Corrió la voz en toda Europa

Gracias al boca a boca y a las redes sociales, los refugiados sordos conocían de la existencia de una mujer ucraniana en Zaragoza con la que poder comunicarse y se no dudaron en pedir su ayuda. “Corrió la voz entre los refugiados ucranianos sordos y las entidades de ayuda a refugiados de que en Zaragoza teníamos a la figura de Svitlana, que podía servir de intérprete de lengua de signos ucraniana y todos querían venir a nuestra ciudad. Era la única persona con estas características de toda España”, confirma Calvo.

"Podía servir de intérprete de lengua de signos ucraniana. Era la única personas con estas características de toda España"

Su labor como voluntaria dio paso a un contrato laboral ante lo imprescindible de su figura en esos momentos. “La Confederación Estatal de Personas Sordas también se enteró del trabajo de Svitlana y comenzó a derivarnos la atención de los refugiados sordos que llegaban a nuestro país, por lo que su acogimiento se centralizó en Zaragoza y todas las familias de este colectivo contactaban directamente con nosotros", asevera Calvo. 

Los 6 miembros de la familia Kondra llevan 9 meses fuera de su país por la guerra y han tenido que aprender la lengua de signos española, que es diferente a la ucraniana.

"Las grandes entidades de ayuda a los refugiados también nos llamaban cuando les llegaba alguna familia con esta discapacidad. Nos llamaban desde Madrid, Barcelona, Andalucía, Valencia o Navarra. Así, Zaragoza se convirtió en la única ciudad de España que contaba con una persona ucraniana sorda que sabía lengua de signos española pasando a ser referente nacional en la acogida a este colectivo de refugiados.

Zaragoza se convirtió en referente nacional en la acogida de los refugiados ucranianos sordos

“En un momento, Svitlana pasó del anonimato a ser un referente total en la acogida de este colectivo en todo el país. Pero no solo por la comunicación con ellos sino por su empatía y por la humanidad que mostró con todas estas familias”, pone en valor su compañera, Patricia.

Un bálsamo tras la huida

“Recuerdo uno de esos primeros días en los que nos avisaron de que llegaba a Zaragoza la primera familia de refugiados sordos y no sabíamos ni dónde iban a dormir. Pensamos en llevarlos incluso a nuestras casas pero al final encontramos un hotel donde se pudieron quedar. Estuvimos esperándoles toda la noche. Llegaron exhaustos tras horas de viaje y sin haber podido comunicarse con nadie más que conmigo”, recuerda Svitlana, emocionada. Tras ellos, llegaron 5 familias más con esta discapacidad. En total, nuestro país ha acogido a más de 200 refugiados sordos. La mayoría de ellos recurrieron a la ayuda de Svitlana para facilitarles la acogida y la comunicación.

Svitlana y Patricia se emocionan al recordarlo porque “fueron momentos muy difíciles”. Svitlana era la única que podía escuchar todas sus historias, todo lo que habían dejado atrás: “Aún me duele recordarlo y siento que todavía necesito tiempo para recuperarme de lo que pasó esos primeros meses de guerra”, afirma. No puede evitar pensar en que la guerra ha destrozado Ucrania y la vida que conocí. Mi familia y mis amigos se encuentran todavía allí o son refugiados en diferentes países de Europa y el que fuera mi colegio ya no existe”, lamenta.

Dos años después, Svitlana sigue trabajando en ASZA y todavía guarda el contacto con todas esas familias a las que ayudó. “Hacemos videoconferencias frecuentemente o nos vemos cada cierto tiempo para hablar de su situación, de cómo se encuentran y, por suerte, la gran mayoría ha encontrado trabajo en España y han comenzado a hilvanar un nuevo proyecto de vida en nuestro país”, concluye, satisfecha.  

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