La curiosa tradición de Nochevieja en Aragón para predecir el tiempo que hará en 2024

Más allá de comer las 12 uvas con las campanadas, llevar algo rojo y algo prestado, quienes guardan esta tradición del Pirineo suman con este calendario otra serie de acciones que son verdaderos ritos.

El circo glaciar de Rioseta es una preciosa zona del Valle del Aragón, en el Pirineo aragonés
El circo glaciar de Rioseta es una preciosa zona del Valle del Aragón, en el Pirineo aragonés
Javitouh (Getty Images), via Canva.com

Aunque la ciencia debe mandar en el análisis racional de las cosas, no está de más dejar algo de espacio a las tradiciones, sobre todo si sin bonitas y entrañables. En Huesca La Magia se han hecho eco de unas cuantas con motivo del cambio de año: algunas son universales, y otras propias de pueblos y territorios de la provincia más norteña de Aragón. El Pirineo es tierra de brujas y leyendas de todo tipo, pero eso no significa que todas las historias tengan un fondo oscuro. Hay que recordar, por ejemplo, que desgraciadamente se llamaba brujas a las curanderas que iban de pueblo en pueblo ayudando a los enfermos a mejorarse de dolencias comunes.

Calendario de la cebolla o de la Seba

El tema de la adivinación o las predicciones basadas en hechos cotidianos es otra cosa. En el Pirineo se hace el calendario de la cebolla para tratar de anticiparse a los cambios meteorológicos y, en algunos casos, tener en cuenta esta predicción para las cosechas o la alimentación del ganado. También llamado calendario de la Seba, esta costumbre sirve para predecir los meses de lluvia y tiempo más húmedo en general.

Una tradición aragonesa para Nochevieja

Más allá de comer las 12 uvas con las campanadas, llevar algo rojo y algo prestado, o además de todo eso, quienes guardan esta tradición pirenaica suman con este calendario otra serie de acciones que son verdaderos ritos. En la noche del 31 de diciembre al 1 de enero se coge una cebolla y se separan 12 capas; luego se ponen cada una en una superficie lisa, desde una tabla de madera a una pizarra. Cada capa se corresponde con un mes del año, y la idea es que sean lo más parecidas que sea posible entre ellas.

Ahí entra en juego la magia química. Sobre cada capa se echa un poco de sal, lo mismo en cada una, y se deja en reposo antes de irse precisamente a reposar tras una noche que suele alargarse bastante más de lo normal en todas las casas. Por la mañana llegará el veredicto: los trozos que hayan absorbido la sal serán meses de lluvias. 

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