Día de la Erradicación de la Violencia contra la Mujer

Habla una mujer maltratada: "A veces hacía la maleta para huir, pero el miedo me podía"

La inspectora jefe de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer de la Policía Nacional en Zaragoza, Clara Pérez, señala que el "peor daño" que se le puede hacer a una víctima es que el entorno no le crea.

Marina, una aragonesa de 36 años víctima de la violencia machista, este jueves en un parque.
Rebeca, una aragonesa de 36 años víctima de la violencia machista, este jueves en un parque.
Javier Navarro

Quiere alzar la voz para que su relato como víctima de la violencia machista pueda servir de ayuda a otras mujeres que se sientan "prisioneras", tal y como ella vivió no hace tanto tiempo. "Saber que podemos salir de esa oscuridad. Que empiecen a pedir ayuda y si tienen hijos luchen por ellos", dice Rebeca (nombre ficticio).

Esta aragonesa, de 36 años y madre de tres hijos, denunció a su expareja a mediados de 2022. A la espera de que se celebre el juicio, el presunto agresor tiene una orden de alejamiento de 300 metros y ambos comparten la custodia de una hija pequeña (los otros dos son fruto de una relación anterior). "Lo que no veo que ayude es que mi hija tenga que estar conviviendo con él, siendo que es una persona maltratadora. Mi lucha es que no tenga la custodia compartida", señala.

Aunque llevaban ya dos años separados, asegura que se sentía acosada y anulada psicológicamente. "Eran mensajes de móvil para darme miedo y anularme como persona. En una ocasión, me llegó a amenazar con quitarme a mi hija. Cuando tenía que hacer los intercambios (en puntos de encuentro familiar), le pedía a un amigo que me acompañara", relata. Un comportamiento tóxico que no era nuevo ya que, tal y como remarca, afloró poco después de comenzar la relación, en 2013. "No quise ver más allá. Para empezar, no sabía ni quererme a mí misma y decidí seguir adelante. Mis hijos siempre han visto los malos tratos tanto psicológicos como físicos. Han visto cómo esta persona me tiraba teléfonos, cubiertos, me sacaba al portal de casa de forma violenta... Una vez llegó a estirarme del pelo y disimulé como pude que me faltaba cabello. En una discusión muy fuerte me empezó a pegar, me puso un ojo morado, y rompió cristales... Y agresiones verbales", cuenta.

"No creía posible que alguien creyera que yo fuera víctima de malos tratos"

En esas ocasiones, admite que la manera de sentirse a salvo era refugiarse en sus hijos y hacer como que nada había pasado. "A veces hacía la maleta porque quería huir, pero me acababa quedando. Me sentía prisionera de esta persona; como que le quería pero a la vez no me quería ni yo... No creía posible que alguien creyera que fuera víctima de malos tratos. Lo había ocultado a toda mi familia, hacía ver que era una pareja perfecta, no tenía recursos psicológicos y el miedo me podía. No iba a ningún lado ni pedía ayuda del exterior", continúa.

Rebeca indica que verse de nuevo con miedos, cuestionada como madre y recibiendo "amenazas" por mensajes de móvil le llevó a plantearse la denuncia por malos tratos psicológicos y físicos. "No podía llevar más la carga. Me estuve asesorando con mi abogado y lo puse en conocimiento de mis hijos. La sorpresa fue cuando mi hijo mediano que contó que esta persona, cuando yo no estaba en casa, le pegaba a él también y le amenazaba para que no dijera nada de lo que pasaba. Al día siguiente de hablar con ellos, después de trabajar, me sentí con valentía de irme a poner la denuncia", sostiene. Por otro lado, informa de que lo ha vuelto a denunciar recientemente por quebrantamiento de la orden de alejamiento. "Y también por intento de atropello, aunque se ha sobreseído provisionalmente. Vamos a recurrirlo", afirma.

Para ella, lo más duro de estos años ha sido sentirse anulada y no tener relación con nadie, salvo con su familia. "Tuve la suerte de tener esa fuerza de saber que quería tenerla (al lado), aunque no supiera nada", concluye Rebeca, que recibe ayuda psicológica del IAM.  

El delegado del Gobierno en Aragón, Fernando Beltrán, ha recordado este viernes que en la Comunidad "más de 2.000 mujeres están en el sistema de protección Viogén", de las que el 70% se concentran en la provincia de Zaragoza, el 20%, en la de Huesca; y el otro 10%, en la Teruel. Unas cifras que, ha asegurado, ponen de manifiesto que "tenemos mucho trabajo que realizar".

Por su parte, el presidente aragonés, Jorge Azcón, ha informado de que entre enero y septiembre 2.630 mujeres víctimas de violencia machista llamaron a la línea 900 504 400 del Instituto Aragonés de la Mujer (IAM) para pedir ayuda, más que en 2022 cuando lo hicieron 2.239, y que también se han incrementado los dispositivos de alarma solicitados, que han pasado de 252 el pasado año a 273 en el actual. Aragón contará con tres centros de crisis 24 horas para víctimas de violencia machista  (ubicados en las tres capitales de provincia) tras el verano de 2024, tal y como anunció la directora del IAM, María Antoñanzas.

"Todas tienen culpa y vergüenza"

Para la inspectora jefe de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional en Zaragoza, Clara Pérez, el peor daño que se le puede hacer a una víctima es que el entorno no le crea. "Eso les tira mucho para atrás. En general, todas tienen culpa y vergüenza. Hay que sensibilizar a todo el mundo para que (el maltrato) lo sientan como un daño propio. Si ves y oyes, cuéntalo porque es una manera de ayudar a esa persona", recalca, en línea con la campaña lanzada por la UFAM en toda España para la colaboración ciudadana.

Asimismo, la jefa del Grupo UFAM apunta que desde las distintas entidades que trabajan con mujeres maltratadas valoran que el hecho de que haya más denuncias se deba a que estas confíen más en el sistema. "Es algo positivo, pero tenemos mucho trabajo por hacer y debemos seguir en esa línea. Es muy bueno que se levanten las alfombras y salga todo lo que hay debajo. Y lo que está claro es que todos tenemos que ayudar a que eso salga", insiste Pérez, al tiempo que subraya que el maltrato tiene muchas caras y es transversal a todos los niveles, con lo cual no hay un único perfil de mujer víctima de la violencia machista. En este punto, también habla del maltrato a través de las tecnologías, que multiplican "exponencialmente" el daño al hacer de amplificador. "La sociedad es tecnológica y lo que son las conductas delictivas también se han trasladado a ese entorno (de las redes), como se están viendo en otros ámbitos no solo el de la violencia de género", añade.

"En situaciones de riesgo alto, el consejo es que se alejen de esa persona porque no solo corren peligro ellas, también el entorno y más si hay hijos"

La inspectora jefe de la UFAM remarca que el primer nivel de seguridad que tienen las mujeres son ellas mismas. "Tienen que hacerse valer y no deben permitir ninguna conducta que atente contra su dignidad. Alguien que te quiere te hace crecer y no sufrir", afirma. Ante situaciones de riesgo muy alto (en las que el maltratador pase a ser controlador, les aísle, les humille...), aconseja cortar los lazos con esa persona. "Que se alejen porque no solo corren peligro ellas sino el entorno y más si hay hijos. Ahí tenemos otras víctimas, que son los menores que están viendo pautas y patrones de conducta (tóxicas y agresivas) que están normalizando. Con lo cual, hay mucho riesgo de que las reproduzcan en el futuro", advierte.

La unidad de protección de la UFAM en Zaragoza está compuesta por 11 policías nacionales (el catálogo de puestos de trabajo se gestiona desde el Ministerio del Interior). "Es un personal muy formado, muy implicado y muy eficiente", subraya Carla Pérez, que vería pertinente actualizar unos "catálogos" que son de hace años. "No solo en Zaragoza sería conveniente, también a nivel de toda España. Solo por el crecimiento de población que tienen las ciudades", concluye.

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