Los locales de apuestas deportivas mueven en Aragón 50,6 millones de euros al año

Los expertos advierten de que el 12% de los jóvenes de entre 18 y 25 años que apuestan 'online' desarrollan problemas con el juego y alertan de los riesgos de las cajas botín de los videojuegos.

Una de las sesiones de la sexta jornada sobre Juego Responsable en Aragón celebrada en la Sala de la Corona del Pignatelli
Una de las sesiones de la sexta jornada sobre Juego Responsable en Aragón celebrada en la Sala de la Corona del Pignatelli
Francisco Jiménez

El juego tiene múltiples caras. El año pasado se movieron en Aragón 50.605.926,57 euros en locales de apuestas deportivas, que suponen un 3,12% menos que en 2021, cuando se llegó a 52.186.038,80 euros. Este montante económico es sensiblemente inferior a las cantidades se apostaban antes de la pandemia. En 2019 se alcanzaron los 65.854.213 euros, según los informes que anualmente publica el Gobierno aragonés, pero es casi el doble del registrado en 2013, que fue de 27.057.554 euros.  

La cifra no incluye lo que se juega a través de internet, una práctica al alza que preocupa, especialmente cuando se trata de adolescentes y jóvenes que son los más vulnerables y expuestos a un posible trastorno vinculado a los juegos de azar. Un 12,5% de los jóvenes de entre 18 y 25 años que participa en apuestas 'online' presenta síntomas de problemas con el juego, sin llegar a hablar de una adicción establecida, según se desprende del Estudio de Prevalencia de Juego 2022-2023, elaborado por la Dirección General de Ordenación del Juego del Ministerio de Consumo.

Así lo ha destacado Juan Navas, profesor del Departamento de Psicología Clínica de la Universidad Complutense de Madrid, con motivo de su participación en la VI Jornada sobre Juego Responsable en Aragón que se ha celebrado en Zaragoza, organizada por la asociación Azajer de jugadores en rehabilitación en colaboración con el Ejecutivo autonómico. 

Navas, también miembro del Consejo Asesor del Juego Responsable, ha alertado sobre el peligro que suponen en los videojuegos más populares entre los menores de edad las cajas botín (‘loot boxes’ en el argot) que se compran para completar una misión y acumular puntos. "Hay chicos y chicas que empiezan en los videojuegos a comprarlas y tienen un mecanismo muy similar a los juegos de azar, con un componente muy adictivo. Hay que tener mucha cautela", ha subrayado.

Ana Estévez, profesora titular de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Deusto, también ha alertado de que las chicas adolescentes están empezando a jugar a edades más tempranas y "sobre todo en pareja". "El juego se está convirtiendo en una actividad cada vez más habitual para ellas y la edad de inicio empieza a converger", ha asegurado. Las mujeres tardan más en presentar síntomas de dependencia, habitualmente lo hace entre los 30 y 40 años. Asimismo, ha lamentado que los tratamientos "no están adaptados a las perspectivas de género" y que la mujer jugadora tiene "un estigma importante y sensación de culpa y vergüenza social".

"El juego es un problema de salud pública"

La profesora del Departamento de Psicología y Sociología de la Universidad de Zaragoza e investigadora principal del Grupo de Investigación en Salud Mental de la Comunidad de Aragón, Yolanda López del Hoyo, ha defendido la necesidad de un "cambio de enfoque" cuando se habla de que alguien está enganchado al juego porque "el juego es un problema de salud pública". "Hasta ahora se defiende el juego responsable, que lo que hace es culpabilizar a la persona de su trastorno, pero hay que avanzar hacia un enfoque que englobe intervenciones a todos los niveles, no solo individuales", ha asegurado.

López del Hoyo ha adelantado que el Grupo de Investigación en Salud Mental está diseñando dos proyectos pioneros en prevención, dirigidos a adolescentes de 16 a 18 años y adultos jóvenes a partir de la mayoría de edad, que a partir del próximo septiembre se podrán en marcha en aulas de instituto y universitarias. La experiencia piloto llegará en un primer momento a 460 estudiantes, con la idea de que en un futuro el programa se ofrezca de manera gratuita. Para desarrollar el proyecto, este equipo ha conseguido dos subvenciones, por un total de 162.000 euros, de los ministerios de Sanidad y de Consumo.

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