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El Ramón y Cajal más desconocido, el médico militar que viajó a Cuba y sufrió paludismo

Una exposición en la antigua Capitanía de Zaragoza pone en valor también las aportaciones de las grandes figuras históricas de la sanidad militar española. 

Exposición de Santiago Ramón y Cajal en la Antigua Capitanía de Zaragoza
Exposición de Santiago Ramón y Cajal en la Antigua Capitanía de Zaragoza
Guillermo Mestre

Santiago Ramón y Cajal fue militar poco tiempo (desde el 31 de agosto de 1873 al 17 de agosto de 1875) pero "fueron dos años tremendos", ya que estuvo destinado en el Ejército Expedicionario de Cuba como médico y sufrió paludismo. Cajal tenía 21 años, había terminado la carrera de Medicina en la Universidad de Zaragoza y fue llamado a filas. Aunque los primeros meses en la milicia trascurrieron en la capital aragonesa, se convocaron oposiciones para el Cuerpo de Sanidad Militar y las aprobó.

Una exposición inaugurada este lunes en el palacio de la antigua Capitanía zaragozana recorre esta faceta poco conocida del médico y premio Nobel aragonés. La muestra, inaugurada por el general Juan Carlos Olalla Simón; el delegado del Gobierno, Fernando Beltrán; y los generales Juan Antonio Lara, director del Hospital Militar, Santiago Ibarreta, jefe de la Base Aérea de Zaragoza, y Javier Mur, que fue jefe de la Brigada Aragón I, aporta un nuevo perfil a la figura de Cajal.

Luis Alfonso Arcarazo García: “Al acabar la carrera Cajal, le llegó una citación a su casa de Zaragoza para incorporarse al servicio militar obligatorio -relató-. Entonces España vivía las Guerras Carlistas, por lo que necesitaba militares

El recorrido arranca con las hojas de servicio del capitán médico Santiago Ramón y Cajal y una frase que resume su voluntad de acudir al Ejército y a Cuba como médico militar: "Tenaz siempre en mis propósitos, atajé sus razones diciéndole que consideraba vergonzoso desertar de mi deber solicitando la separación del servicio. Cuando termine la campaña será ocasión de seguir sus consejos; por ahora, mi dignidad me ordena compartir la suerte de mis compañeros de guerra y satisfacer la deuda de sangre con mi patria". El coronel Blas Vita, de la Agrupación Sanitaria 1, destaca que Cajal “pensaba que estar en Cuba era cumplir con su deber, y su servicio fue muy duro porque volvió enfermo. Su carrera científica arrancó cuando terminó la militar".

En la exposición se destacan algunos hechos de la historia reciente de la sanidad militar, como la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna; las guerras de Cuba y Filipinas, donde sirvió el científico; las guerras de Marruecos, donde se inició el aerotransporte sanitario militar; o la misión médica en la guerra de Vietnam. También se ofrece una detallada lista de los protagonistas de la Sanidad Militar, con figuras como Francisco Javier Balmis e Isabel Cendal, pioneros de la vacunación internacional; Mariano Gómez Ulla; la enfermera Elvira López Mourín; la duquesa de la Victoria, fundadora de la Cruz Roja; el aragonés Fidel Pagés, descubridor de la anestesia epidural; los doctores Duran i Jordá, Goyanes y Elósegui, creadores de la trasfusión sanguínea; o Josep Trueta, cuyos avances salvaron muchas vidas en las guerras del siglo XX.

El coronel médico Luis Alcarazo García dio una charla en la exposición del palacio de la antigua Capitanía sobre el 150 aniversario de Santiago Ramón y Cajal como médico militar en 1873-1875.
El coronel médico Luis Alcarazo García dio una charla en la exposición del palacio de la antigua Capitanía sobre el 150 aniversario de Santiago Ramón y Cajal como médico militar en 1873-1875.
Guillermo Mestre

La inauguración de la muestra vino acompañada de una conferencia de Luis Alfonso Arcarazo García, coronel médico retirado e historiador, que glosó la biografía castrense del premio Nobel. “Al acabar la carrera Cajal, le llegó una citación a su casa de Zaragoza para incorporarse al servicio militar obligatorio -relató-. Entonces España vivía las Guerras Carlistas, por lo que necesitaba militares. Pero, al convocarse plazas de médicos militares, pensó que serviría mejor al país como médico militar que como militar. Empezó como ‘médico segundo’ (teniente) en el Regimiento de Burgos, acuartelado en Lérida, que tenía entonces la misión de defender los Llanos de Urgel de los ataques de los carlistas, aunque no encontraron ninguna partida de enemigos y se aburría”.

"Con el dinero que le quedó se compró un microscopio y otros materiales, con los que montó en la casa de sus padres su primer laboratorio. Esos años que pasó en Zaragoza antes de opositar e irse a Valencia fueron fundamentales para su formación"

En 1874 Ramón y Cajal marchó destinado a Cuba "por sorteo" y le dieron el grado de capitán, porque el paso a Ultramar conllevaba el ascenso al empleo militar inmediato. Allí fue diagnosticado de "caquexia palúdica grave", así que abandonó el servicio el 30 de mayo de 1875 y llegó al puerto de Santander unos días después.

"Ganó poco dinero de militar en Cuba porque no le pagaron todo lo que le correspondía. Solo recibió 125 pesos oro y quizás tenía que haber percibido tres veces más. Hizo muchas reclamaciones y puso en evidencia la corrupción que entonces había en España. Tuvo enfrentamientos con algún jefe de destacamento porque era una persona con mucho carácter. Con el dinero que le quedó se compró un microscopio y otros materiales, con los que montó en la casa de sus padres su primer laboratorio. Esos años que pasó en Zaragoza antes de opositar e irse a Valencia fueron fundamentales para su formación", relata el coronel

El coronel Blas Vita, de la Agrupación Sanitaria 1, muestra detalles de la exposición en el palacio de la antigua Capitanía.
El coronel Blas Vita, de la Agrupación Sanitaria 1, muestra detalles de la exposición en el palacio de la antigua Capitanía.
Guillermo Mestre

Luis Alfonso Arcarazo añade que “del paludismo se curó sin medicación porque entonces no existía medicación efectiva, pero le sacaron del zona endémica donde estaban los mosquitos que le picaron. Era una persona joven y, con buena alimentación: ya en Cuba logró recuperarse parcialmente”.

Al llegar a la capital aragonesa, Santiago Ramón y Cajal estuvo controlado en el antiguo Hospital Militar de San Ildefonso y "su padre le dirigió el tratamiento" con reposo y tranquilidad. “Volvió de Cuba cuando aún quedaba muchísima guerra y vivió dolorosamente la pérdida de las colonias porque había sido un excombatiente y casi había muerto allí, en un ataque primero, y posteriormente de paludismo".

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