obras n-232

Una torre de 100 años, en peligro por las obras de la N-232: "No podremos entrar a nuestra casa"

Las obras de desdoblamiento de la N-232 a su paso por el Burgo de Ebro ponen en peligro el futuro de la Torre del Carmen, una casa centenaria en la que vive la cuarta generación de una misma familia.

Entrada a la Torre del Carmen, donde se va a poner un quitamiedos que impedirá la entrada a sus propietarios.
Ramón Garcés y Miguel Garcés, en la entrada a la Torre del Carmen, donde se va a poner un quitamiedos que les impedirá la entrada.
M.O.

A tan solo 12 kilómetros de Zaragoza por la N-232 a la altura de El Burgo de Ebro, se encuentra una de las últimas torres centenarias que se conservan en el entorno urbano de la capital aragonesa. Se trata de la Torre del Carmen, una hermosa casona de ladrillo de dos plantas en medio del campo, rodeada por un terreno de unos 3.000 metros cuadrados.

No se conoce con exactitud cuando se construyó la casa, aunque sus propietarios creen que fue a principios del siglo pasado. En ese momento, se ubicó a los pies del camino que unía Zaragoza con el bajo Aragón. Su primer propietario fue un médico y, tras la Guerra Civil, la compró Eduardo Monfort como casa familiar y en su terreno instaló establos para criar caballos sementales. “Mi bisabuelo llegó a tener hasta 90 caballos, algunos de ellos percherones”, dice Miguel Garcés, la cuarta generación de esta familia y el actual inquilino de esta propiedad.

Con el paso de los años, el camino de tierra junto al que había nacido la torre se volvió de asfalto y la N-232 creció en tamaño y en volumen de vehículos. La casa, mientras tanto, pasó a uno de los descendientes del criador de caballos que vivió allí con su familia durante años hasta que un trágico suceso cerró sus puertas durante medio siglo

El matrimonio había tenido dos hijos, Pilar y Eduardo, quien a los 13 años, falleció atropellado por un camión en la N-232, mientras jugaba a las puertas de la casa. El accidente conmocionó a la familia hasta el punto de decidir cerrar la torre y trasladarse a vivir a Zaragoza. Desde entonces y hasta hace 10 años la casa ha permanecido deshabitada.

"Quiero recuperar la figura del torrero y devolverle a la casa el brillo que tuvo en su día".

Ha sido el deseo de Miguel Garcés, hijo de Pilar y sobrino del niño fallecido, quien a los 25 años recién cumplidos, decidió instalarse en la torre. “Quería tomar el relevo y hacerme cargo de la casa familiar que tiene una gran carga emocional pero de la que me siento también muy orgulloso”, dice el joven, que ahora tiene 33 años. “Quiero recuperar la figura del torrero, la persona que vivía en las torres y devolverle a la casa el brillo que tuvo en su día”, explica Garcés.

Las obras de desdoblamiento de la N-232 a su paso por el Burgo de Ebro ponen en peligro el futuro de la entrada a la Torre del Carmen, una casa centenaria en la que vive la cuarta generación de una misma familia.

No ha estado solo, su padre, Ramón Garcés, lleva ya una década “dedicándole todo el tiempo que tengo”, afirma. Desde que se jubiló, el que fuera profesor de Sociología de la Universidad de Zaragoza, ahora con 75 años, ha restaurado, él mismo y poco a poco, gran parte de los elementos originales de la casa. 

“Hemos conservado y restaurado la madera original de ventanas y puertas, hemos quitado una a una las baldosas de las habitaciones y los azulejos y cenefas de las paredes para limpiarlos y arreglar el suelo y, ahora, estoy enfrascado en la puerta de entrada”, apunta Garcés padre. “Queríamos que la casa quedara como estaba antes, que no perdiera su esencia y le hemos puesto mucho trabajo y esfuerzo”, añade.

Las obras de La N-232 impedirán el acceso a la Torre del Carmen, a la altura de el Burgo de Ebro.
Las obras de La N-232 impedirán el acceso a la Torre del Carmen, a la altura de el Burgo de Ebro.
M.O.

Las habitaciones de la planta baja impresionan por su buen estado, los muebles de época y la cuidada restauración de algunos de sus elementos. Un gran hogar de madera con una antigua cadiera preside el comedor, con azulejos pintados a mano en las paredes y el salón era una antigua capilla donde venía en tiempos un cura a celebrar misa.

La casa, de unos 500 metros cuadrados, tiene un terreno anexo, de unos 3.000 metros en el que la familia tiene huerto, árboles frutales, jardín y piscina. “Tenemos el único jardín tropical de Aragón”, asegura Miguel, que trabajó durante años en logística pero que desde hace unos meses ha montado un pequeño negocio de cultivo de plantas tropicales dentro de la finca “del que vivo en la actualidad”.

La Torre del Carmen está situada en la N-232 y las obras del desdoblamiento instalarán unos quitamiedos en la puerta que impedirán la entrada a la vivienda.
La Torre del Carmen está situada en la N-232 y las obras del desdoblamiento instalarán unos quitamiedos en la puerta que impedirán la entrada a la vivienda.
M.O.

La torre, en peligro

Sin embargo, esta casa centenaria corre el riesgo de desaparecer. Las obras de desdoblamiento de la N-232 a su paso por el Burgo de Ebro le van a afectar especialmente. Ahora, el acceso a la vivienda lo hacen a través de una vía de servicio que, con la puesta en marcha de la autovía, se convertirá en la vía de acceso y salida de la nueva carretera desde el Burgo. 

Allí, está previsto que se coloquen unos quitamiedos que impedirían el acceso a la vivienda. “Nos quieren cerrar todo acceso a nuestra casa y no podremos venir. Si ponen el quitamiedos no podremos acceder ni por la puerta, a pie, ni por el garaje, con el coche”, denuncia Ramón Garcés. “Todo por no desplazar la obra y quitar tres metros más del campo de enfrente, donde ya se ha quitado para hacer el desdoblamiento, porque, al parecer, está protegido como hábitat del milano”, critica su hijo.

Las obras de La N-232 impedirán el acceso a la Torre del Carmen, a la altura de el Burgo de Ebro.
Las obras de La N-232 impedirán el acceso a la Torre del Carmen, a la altura de el Burgo de Ebro.
M.O.

“La alternativa que nos dan es hacer una nueva puerta por otra zona de la finca en la que que tenemos huerta y árboles frutales. Es una zona que no está preparada para ser urbanizada y nos provoca un trastorno físico, logístico y sobre todo emocional”, añade Miguel. Además, “el camino para acceder a ese lado de la casa es propiedad de un vecino, tendrían que expropiarlo o que nos diesen permiso para pasar”, apunta su padre. 

“Aún así, la puerta quedaría lejos de la entrada de la casa y tendríamos que caminar por la tierra unos 50 metros, y acondicionar el espacio. El garaje cubierto que tenemos ahora quedaría inservible. No lo vemos viable y hemos contactado con un abogado para ver qué se puede hacer”, continua. 

“Los ingenieros de la obra nos dicen que no nos gastemos un euro en luchar porque no conseguiremos nada porque no es un tema técnico sino que al estar al lado del galacho, no pueden ampliar el terreno hacia el otro lado. Sin embargo, ya se ha expropiado terreno a esa zona protegida para hacer la carretera”, insiste Ramón. “Sería ampliar solo 3 metros más por el otro lado. Así nosotros podríamos conservar el acceso de entrada a nuestra casa”, concluye este sociólogo jubilado.

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