verano

Sombrillas de cachirulo y camisetas del Real Zaragoza: un 15 de agosto en Salou, la playa de los aragoneses

El fotógrafo Marcos Cebrián ha convertido en costumbre viajar a Salou el puente de agosto y retratar escenas que rezuman salitre y costumbrismo.

FOTOS SALOU 15 DE AGOSTO
Animadas conversaciones en primera línea de playa en Salou.
Marcos Cebrián

Como todos los 15 de agosto -con permiso de Ixo Rai-, el fotógrafo zaragozano Marcos Cebrián se planta temprano en las playas de Salou, no para reservar un hueco colocando su sombrilla sino con la sana intención de aumentar su colección de fotos playeras y retratar todo lo que le llame la atención: tumbonas y paipais, neveras portátiles tuneadas, niños semienterrados en la arena, una competición de palas, bronceadores que solo han hecho a medias su trabajo, chiringuitos que no dan abasto…

"La primera vez que lo hice fue en 2016. Este proyecto es como una extensión de mi ‘Zaragoza Walkers’ con el que llevo ya desde 2014 captando escenas cotidianas de la calle. En lugar de hacerlo a orillas del Ebro, los 15 de agosto, lo hago a orillas del Mediterráneo". Es en Salou donde más aragoneses veranean y prueba de ello es que en las fotos que Cebrián pudo hacer este martes se ven desde lectores de HERALDO hasta alguna que otra toalla de Ámbar. También asoman camisetas elásticas del Real Zaragoza y algún flotador de cachirulo, un guiño 100% de la tierra.

"Mi objetivo es disfrutar. Tampoco busco fotos brillantes sino que retraten la realidad, el costumbrismo, lo que la gente hace en el día a día y que harían igualmente si pasaras a su lado sin una cámara de fotos en ristre", explica el autor de las imágenes. El caso es que sí la lleva y es una Fuji X100 V para quien quiera tener más datos. "Lo importante es no llamar la atención -explica Cebrián-. Si consigues que la gente te mire a cámara de forma inconsciente, sin estar posando, se puede conseguir algo de magia: es decir, que miren a la cámara sin darle importancia y sigan su camino".

Bañador y lentes cortas

En sus inicios con la fotografía ‘playera’, Cebrián llegó a plantearse camuflar la cámara en una bolsa y disparar con el teléfono móvil para no levantar sospechas, pero luego se dio cuenta de que estas precauciones eran del todo innecesarias. "En realidad yo soy un turista más. Estoy haciendo con el interés propio del turista: recordar ese momento", añade, al tiempo que explica que su ‘outfit’ para este día se compone de "bañador, gorra, toalla la hombro y camiseta". El ‘modus operandi’ del artista es "disparar con lentes cortas para meterme en el asunto, dar la impresión de que estoy en el ajo". Esto es, no usa teleobjetivos ni lentes largas, que quizá le pudieran hacer pasar más desapercibido, porque "el resultado no sería el mismo". "A veces la escena se da, se muestra y tienes que ser rápido para captarla, otras veces hay que quedarse quieto en un sitio, hasta que se produce. Es como si estuviera viendo un teatro en el que por el escenario van pasando los actores, eso sí, con flotadores, cubos, palas, carritos, helados, riñoneras..."

15 DE AGOSTO EN SALOU
Imagen tomada este 15 de agosto en la plaza de Salou
Marcos Cebrián

Pero, ¿cuál es la logística para llevar a cabo este proyecto? "Es una paliza pero si quieres estar allí temprano y pillar amanecer, hay que salir de Zaragoza a las cuatro o las cinco de la mañana. Son 230 kilómetros y ya que voy quiero aprovechar. Es una jornada intensa porque hasta pasadas las diez de la noche no creo que regrese a casa". El madrugón vale la pena porque este 2023 Cebrián ha captado también una parte ‘gastronómica’ del viaje y ha podido documentar qué y cómo desayunan, por ejemplo, los ingleses que recalan en la Costa Dorada. "Siempre me gusta ir a la playa, pero también al paseo marítimo y acercarme a bares. Los chiringuitos con sus tortillas de patata y las partidas de guiñote también tienen su aquel".

Cebrián siempre ha sido un hombre de playa y de pequeño era diestro haciendo castillo de arena, destreza que ahora trata de comprobar si sus vástagos han heredado. "Veraneamos en la playa, pero en un sitio más tranquilo", cuenta, al tiempo que dice que de Salou le enamora que "tiene una luz mágica" y preserva "cierto encanto tradicional, como añejo". "También me gustaría hacer este proyecto en Benidorm, pero está más lejos y no es una salida al mar tan directa para los aragoneses como Salou y alrededores", dice al fotógrafo, cuyas estampas playeras se han podido ver en exposiciones tanto en las salas enlatadas de Remolinos como en el bar Bonanza. "Lo que me tiene conquistado del entorno de Salou es Vilafortuny: allí son todo bloques bajos, hay muchas palmeritas y sólo existe una línea de apartamentos, de los años 60 o 70, la época del desarrollismo, que le da un toque muy auténtico y muy playero", comenta.

15 DE AGOSTO EN SALOU
Las camisetas del Real Zaragoza son muy comunes en el paseo marítimo.
Marcos Cebrián

En este singular ‘SalouWalkers’ -la versión de Zaragoza tiene, incluso, un libro editado- no es un brindis al sol del creador maño sino que tiene un poso detrás e, incluso, espejos en los que reflejarse. Cebrián cita al británico Martin Parr como el precursor de esta fotografía playera y cuenta cómo el fotógrafo que perteneció a la Agencia Magnum tenía una aproximación casi humorística a la vida cotidiana. Parr recorrió las playas de Brasil, Japón, Estados Unidos y Tailandia, pero también estuvo varias veces en España y en su serie ‘Small World’ se incluyen algunas imágenes del turismo de masas captadas en nuestro país. Otro de los referentes en lo que al retrato costumbrista se refiere sería Vivian Maier, la conocida como ‘la niñera fotógrafa’, cuyo legado se descubrió ya tras su muerte, con más de 100.000 negativos que dejó sin revelar que documentan la sociedad estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial.

De vuelta a las fotos de Cebrián, es cierto que más de una imagen arranca una sonrisa, pero no es su intención hacer chistes ni gracias ni bromas. "Hay fotos que no he publicado porque entiendo que sí pueden ser que pueden servir para hacer mofa", explica. "La playa es un espacio público que puede incitar a la alegría y a la desinhibición, pero no hay nada en las fotos que haya elegido o manipulado yo. Me gusta mostrar lo que la gente decide ponerse: una gorra amarilla y una camiseta rosa, ¿por qué no? Y si lo ves en el momento quizá te pase desapercibido, pero cuando lo ves en una foto es cuando te paras a pensar, tomas conciencia y puede resultar gracioso".

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