Iluminados por un foco en el escenario casi en penumbra del Teatro de las Esquinas de Zaragoza, los ministros de Educación, Pilar Alegría, y de Cultura, Miquel Iceta, pidieron votos contra la censura. Rindieron cuentas de su gestión ante los agentes culturales aragoneses y prometieron un Pacto de Estado para la próxima legislatura. Si gana el PSOE, el partido, dijeron, que incluye entre sus prioridades la cultura. Pero hablaron de muchas más cosas. Sobre todo Miquel Iceta, que se refirió a las mentiras en campaña, la censura, la violencia machista, la situación en Cataluña. Ante un aforo especializado, al suspenderse la comparecencia previa que habían programado ante los medios. Solo habló de Cultura. Ni de mundiales de fútbol, ni de juegos olímpicos. Ni siquiera se hizo balance del mitin de Pedro Sánchez en Huesca, ni de quién habló y quién debió permanecer callado. 

Largo y tendido habló el ministro de Cultura, al que se le vio muy cómodo en su taburete sobre el escenario. A sus 63 años recordó su primera manifestación, en la que 10.000 personas en Barcelona pidieron en 1978 amnistía para Els Joglars, y lamentó que más de 40 años después se corra el peligro de que se repita de nuevo. Para evitarlo pidió el voto contra la censura, contra «lo políticamente correcto»; el de los progresistas, y el de los conservadores del PP que están a favor de que se defienda la libertad de expresión. 

No dejó escapar la ocasión de referirse a las «inexactitudes» de Alberto Núñez Feijóo. «Te puedes equivocar una vez, igual hasta dos, pero cuando te equivocas siete, es que estás usando mal la libertad, es que estás desvirtuando un debate, es que quieres tapar tus carencias y quieres tapar que no tienes otro proyecto que quítate tú que me pongo yo para hacer no sé qué», reprochó. «Es eso, no sé por qué lo llamamos derogar el sanchismo», ironizó.

También se refirió a Santiago Abascal, el líder de Vox, que auguró más tensión en Cataluña si manda la derecha porque «la ventaja de un Gobierno en el que esté Vox es que no va a pasar igual que con un Gobierno con mayoría absoluta [del PP] como el del señor Rajoy: nosotros no vamos a tener esos titubeos». Iceta reconoció su preocupación. «Superar aquello a muchos nos costó mucho», recordó, y ensalzó el papel protagonista que jugó Pedro Sánchez, candidato a la reelección. 

Criticó con dureza los vulgares comentarios hacia la mujer de Gabriel Le Senne, presidente del Parlamento balear, y repartió las culpas entre Vox y quien aceptó que lograra ese puesto. «Es terrible que se le aúpe a la presidencia de la institución. El problema no es de Vox, sino de un PP que no es capaz de poner en vereda comportamientos que no comparte», reprochó.

También habló de violencia machista, que no es, según opinó, «un tema terminológico». «Si no llamas a las cosas por su nombre, no serás capaz de resolver el problema», aseguró, criticando a quienes transforman la violencia de género en violencia intrafamiliar.

Los agentes culturales de Zaragoza lanzaron una propuesta al ministro: que Aragón, cuna de Luis Buñuel, de Carlos Saura, albergue un Museo del Cine. Le ofrecieron, incluso, una ubicación: el desaprovechado Pabellón de España de Ranillas, que quince años después de la Expo 2008 sigue vacío. Iceta no recogió el guante. Tomó nota y habló de descentralización, pero sin comprometerse del todo.

Alegría defendió que «hablar de cultura es hablar de libertad», y más con la amenaza de la censura, que implicaría retroceder varios años atrás. Prometió un Pacto de Estado por la Cultura la próxima legislatura, destacó entre los logros el estatuto del artista».

Cerró el acto Iceta llamando al mundo de la cultura «no a las armas, sino al voto». Que para eso estaba de campaña en Aragón.