Héctor Vacui: "Ojalá el arte fuera menos elitista y no hubiera que pagar en tantos museos"

Héctor Vacui (Barcelona, 1994) es autor de una veintena de murales en el Bajo Aragón y expone actualmente su obra en el Centro Cívico Delicias.

El pintor, fotografiado junto a una de sus obras.
El pintor, fotografiado junto a una de sus obras.
Francisco Jiménez

Interpreto que Vacui es nombre artístico...

Mi apellido es Vidal y me hace gracia que mis iniciales coincidan con las de ‘horror vacui’, el concepto artístico de horror al vacío.

¿Siempre quiso ser pintor?

Mis padres cuentan que de pequeño quería ser policía, jardinero o guardia forestal, pero el dibujo es algo que me ha acompañado toda la vida y, al acabar la ESO, ya fui a bachillerato artístico.

Muchos lectores, sin saberlo, habrán visto su obra en murales por medio Aragón...

En el Bajo Aragón he podido pintarlos en Valdealgorfa, Mas de las Matas, Alcorisa, La Ginebrosa... Empecé de joven con el grafiti y fue justo en esa época cuando se comenzó a valorar este arte y ya no había que hacerlo de forma ilegal en las fábricas abandonadas sino que empezó a promovese por encargo y como parte decorativa.

¿Cuál es el mural de mayores dimensiones que ha trabajado?

El de Albelda, que hice mano a mano junto a Eduardo Tobajas. Eran más de 200 metros cuadrados y allí plasmamos la unión de tradición y modernidad, con un bodegón que sienta a la mesa a un abuelo y las nuevas generaciones.

¿Y de cuál está más orgulloso?

El de las cantarerías de mi pueblo, Calanda, en el que se hace un homenaje a quienes estaban detrás de uno de los núcleos alfareros más importantes de Aragón. Es en blanco y negro, está enfrente de mi casa y me alegra que despierte nostalgia en algunos vecinos, que reconocen a sus seres queridos en la pintura.

¿Cómo se mide el público que tiene un mural?

Los murales son como una galería gratuita y accesible a todo el mundo. Ojalá el arte fuera menos elitista y no hubiera que pagar para entrar en tantos museos.

¿Cuáles son sus pinacotecas preferidas?

El Prado, por supuesto, pero hay que ir a verlos con paciencia e invirtiendo varios días. También me gusta mucho el Macba porque propone ‘performances’ y sesiones de videoarte. El Thyssen me sorprendió por sus fondos y por lo amplísima que es su colección.

¿A quién iría a ver ‘de propio’?

Diría que Lucien Freud es mi artista preferido. También Francis Bacon, que fue profesor suyo. De ambos destaco la deformación de las figuras, la pincelada tan salvaje, los contrastes, la luz...

Su pueblo es Calanda, pero es usted de Barcelona...

Mi familia materna es de Calatayud y la paterna, de Calanda. ¡Mi padre es jotero, Jesús Vidal, toca la bandurria, la guitarra y el laúd en distintas rondallas! De pequeño me encantaba ir a Calanda porque, comparado con Barcelona, me recordaba un poco a ‘Cuéntame’. Cuando estoy allí casi ni uso el móvil y paso el día en la calle, con la bici, en el campo...

¿Está muy enganchado al móvil?

Sobre todo a Instagram. Es una herramienta necesaria para que te vean y para coger referencias, pero también sé que no es bueno estar todo el día ahí metido porque –además– la vida que se muestra en las redes es muy postiza.

Pero esas imágenes le vienen bien para sus cuadros. Veo que le interesa el costumbrismo...

La exposición que ahora está en la Rotonda de Las Delicias se titula ‘Vernácula’ en referencia a las fotos ‘amateur’ que capturan la vida cotidiana. Recreo escenas familiares que encuentro en mercadillos o en álbumes viejos. Me apasionan esas fotos espontáneas, sin posados ni pretensión artística.

Entiendo que ir a mercadillos será otra de sus pasiones.

También cojo cuadros para repintarlos por encima. Aprovecho marcos viejos, compro vinilos, algún juguete viejo, cromos... Soy un ‘freak’ de estas cosas.

¿Nutre así su imaginario?

También de la música y el cine. Empecé con 5 años tocando el saxo, luego me cambié al violín y llegué a ir al Conservatorio. El cine me encanta y veo películas de todos los géneros, casi una al día. Procuro ir a las salas, pero también las veo en casa en plataformas.

El signo de los tiempos.

Sí, pero para ciertas cosas los creadores también volvemos al pasado. En la moda, la música, el arte... A mí me llama más la atención el grano de las películas y el color raído que una imagen perfecta.

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