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Manuel Cortés: "Un simple edificio puede hacer una sociedad mucho mejor"
El trabajo de Fin de Máster de Arquitectura de Manuel Cortés (Zaragoza, 1997) ha sido seleccionado en la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo.
¡Estará contento! Su trabajo Fin de Máster, seleccionado en la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo!
Sí. Es una sorpresa y una recompensa al trabajo muy duro que hacemos todos los estudiantes durante el máster.
Se titula ‘Una escuela abierta. Una investigación sobre nuevos modelos escolares’. ¿Qué es lo que propone?
La escuela que propongo recupera modelos de la modernidad arquitectónica. En la modernidad hubo pandemias y lo que hice fue recuperar un poco esos modelos en los que el espacio al aire libre era muy importante. Hay tanta gradación de espacios que el colegio aporta una cantidad de usos ilimitados.
Supongo que le gustaría que su proyecto se materializase.
Ojalá. Además está situado justo en Montecanal, que es donde se propone ‘El Bosque de los Zaragozanos’. Pero creo que es algo muy complejo. Al final, necesitamos a gente que valore a los arquitectos y que entienda que un simple edificio puede hacer una sociedad mucho mejor.
¿Qué es para usted la arquitectura?
Una manera de entender el mundo en la que todos los problemas son solucionables y para bien: para vivir mejor, sentir la estética de lo que tenemos alrededor y estar a gusto en todos los sitios.
¿Es Zaragoza atractiva?
No me parece una ciudad en su totalidad muy atractiva. Lo que tiene es un Casco Histórico precioso y muy bien mantenido. Tendrían que aplicarse algunas normativas, por ejemplo, que controlaran un poco más los escaparates.
Si tuviera que hacer una ruta por la ciudad, ¿qué edificios elegiría?
El Pabellón de España en la Expo, de Francisco Mangado; y el edificio modernista de la Caja Rural de Aragón. También La Seo y San Carlos Borromeo, una iglesia barroca preciosa.
¿Cuáles no le gustan?
Las grandes avenidas, que son un poco los ejes vertebradores. Paseo María Agustín o avenida Cataluña. Zaragoza urbanamente funciona así; en las que la importancia se le da al vehículo y el peatón es relegado. Me gustaría que todo estuviera más verde.
¿Cuál es su ciudad ideal?
Zaragoza me gusta mucho y, además, es ejemplo para muchas porque funciona como ciudad de los 15 minutos.
¿Y el edificio que más le ha sorprendido?
La Sainte Chapelle de París, una capilla gótica que está muy cerca de Notre Dame. Las grandes vidrieras hacen que el edificio parezca que flota, que se sustenta casi con hilos de materia.
¿Qué piensa del ‘boom’ de la arquitectura del espectáculo?
Eso fue un tremendo error. La arquitectura estaba desescalada en todos los sentidos: en escala, proporción y economía. Eran edificios que querían no solo dar solución a unos problemas sino que se inventaban otros mucho más complejos. Gran parte de la Expo la podría meter ahí. Por ejemplo, la Torre del Agua, una torre tremenda que está vacía y no tiene uso. O los edificios de los ‘cacahuetes’, que han estado vacíos tanto tiempo.
Acaba de terminar la carrera y ya tiene trabajo: en el estudio Cronotopos de Zaragoza.
Envié el currículum a la vez que tenía que presentar el trabajo de Fin de Máster y fue casi inmediato. Que haya un Grado en Arquitectura en Zaragoza es muy relevante; hace que haya más trabajo.
¿Cómo ve el sector?
Bien, en el sentido de que hay trabajo. Creo que la gente durante la pandemia ha entendido que el lugar en el que vives es muy determinante para estar bien. Y hay mucha obra nueva, donde la gente le da mucha importancia a los jardines, y mucha rehabilitación, donde el espacio se valora más.
¿Qué impronta desearía dejar?
Me gustaría aportar a Zaragoza una arquitectura más amable en su escala, proporciones y materiales. Y que podamos decir que nos sentimos orgullosos de nuestra ciudad y de cómo se vive aquí.
